Capítulo 14 - Kisses.

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¿Un mal presentimiento?
No habían pasado más de unos minutos, pero aquellas palabras bastaron para hacer que el pelinaranja frunciera el ceño dando unos pasos atrás.

— A veces creo que cuando lo sabes es porque tú tendrás algo que ver con esto. —Susurró apretando los puños mordiéndose después el labio inferior antes de volver su mirada al castaño y enfrentarlo.

— ¿Qué estás insinuando, Chūya? —Una suave risa se le escapó al ver que su ex compañero ahora parecía culparle.

— Que quizá Dostoyevsky no es el problema, a quien verdaderamente debo alejar de Akutagawa es a ti. Te quiero lejos de Akutagawa. —Su voz fue grave, dándole a entender que no vacilaría en incluso tirarle una buena patada. — Pudimos haber sido compañeros pero no confío en ti desde el maldito día en que dijiste que cuidarías a Akutagawa en mi lugar cuando tuve que irme a una misión.

— Oh, es eso... ¿Sigues resentido por el pasado, Chūya? El muchacho necesitaba fuerza, necesitaba saber defenderse y poder mejorar su habilidad. No hice nada malo, pero creo que contigo no hubiese llegado a ser la mitad de lo que es ahora. —Explicó haciendo una breve pausa tras un sutil ademán. Sabía que en el pasado fue duro con Akutagawa, pero lo veía necesario para sacar el máximo de ese poder.

— Pude haberlo entrenado mejor que tú sin necesidad de hacerle tanto daño. Si es todo lo que querías decirme, piérdete por favor. —Finalizó el pelinaranja llevándose una mano al sombrero para darle la espalda al castaño.

— No tengo intenciones de detenerte Chūya, pero créeme cuando te digo que debes alejar a ese demonio de Akutagawa-Kun. —Suspiró el castaño, pero su ex compañero no hizo más que un ademan en forma de despedida a la vez que se marchaba caminando, ignorándole por completo, algo que sin dudas le hizo chasquear la lengua con fastidio.

El pelinaranja en cambio, se marchó a pasos largos. No quería escuchar nada más, no le gustaba hurgar en el pasado de las personas, ni mucho menos creía que este definiera por completo a las personas, después de todo él también había hecho actos horribles en nombre de la Mafia, no se sentía digno de juzgar a Dostoyevsky, sin embargo que Dazai le contara aquello, le traía recuerdos de aquella noche en la que encontró a Akutagawa abandonado en un callejón.

Le dolía pensar que Dostoyevsky pudo haber hecho actos iguales, abusar de niños, golpearlos y maltratarlos abusando de su fuerza. Definitivamente traía muchas cosas en la cabeza, pero intentaba despejarse, actuar al natural, como si nada hubiese pasado para llegar al restaurante donde yacían esperando por él.

Al entrar al restaurante sus ojos buscaron a sus acompañantes encontrándolos sentados cerca de una ventana donde yacían platicando, lo podía notar ya que Gogol se mostraba muy animado haciendo varios ademanes. Intentando mostrarse lo mejor posible, el pelinaranja avanzó hasta ellos con una amplia sonrisa para azotar su mano en la mesa llamando su atención.

— ¿Me extrañaron, llorones? —Bromeó logrando hacer que Akutagawa tosiera para evadir la respuesta, el único que respondió energético con una afirmativa fue Gogol. — Cielos, no se peleen por amarme.

— Pude notar tu llegada, apestas a vino. —Comentó Fyodor sin soltar la mano de Akutagawa quién continuaba forcejeando ya con cierta vergüenza al ver que su superior había llegado.

— Y tú a vodka, no se te va rápido el efecto. —Señaló con la mirada las manos del ruso que tenían prisionera la del joven azabache.

— Le estaba pidiendo matrimonio... —Susurró bajando la mirada.

— ¡No digas mentiras, Dosto! —Por mero instinto el menor levantó la voz llamando la atención de casi todos en el restaurante, avergonzado por poner en ridículo a su superior, se sentó de golpe con un notorio sonrojo en las mejillas. — Lo siento, me pone nervioso a veces...

Flowers Of Love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora