Solo te das cuenta de cuanto amas algo cuando lo ves perdido.
En su vida, nunca creyó tener que elegir una decisión de esa manera. Claro que se había enfrentado a grandes obstáculos, pero por primera vez se sentía como un náufrago dispuesto a zarpar en un pequeño bote que se enfrentaría a la furia de una enorme ola, algo fuera de sus manos, algo que no podía controlar.
Y no tenía tiempo, el reloj no esperaba a nadie, en menos de veinticuatro horas debía entregar al ruso a la Mafia, debía hacer las cosas rápido, de la manera más apresurada posible, y aunque en el fondo lo quisiera, rogaba que Fyodor no le siguiera después de eso.
Con pasos rápidos esquivaba a las personas mientras hablaba por teléfono con su hermana pidiéndole la ubicación exacta de donde estaban, la joven le había comentado que yacían comiendo algo aquella tarde mientras el sol caía.
No podía tardar ni levantar sospechas, Lagartija Negra estaba por el área, y aunque estos dijeran respetarle, si Mori ya había difundido la desconfianza hacia él, le atacarían.
Cuando por fin llegó a aquella plaza comenzó a andar a pasos rápidos buscando a su hermana y a esos dos, pudo verlos de reojo al ver como Nikolai agitaba los brazos, bastante animado, y a pesar de que intento mantener un rostro serio... Algo en su interior dolió al ver que el azabache ruso le dedicaba un suave saludo mientras él iba subiendo las escaleras.
No me mires de esa manera, por favor...
Había voces, preguntas, todos a su alrededor parecían hablar tan fuerte por primera vez, pero no podía escucharlos, sus ojos continuaban mirando al ruso mientras se acercaba a esa mesa.
— ¿Dónde está Chūya-San, hermano? —Preguntó su hermana tocándole el hombro para sacarlo de sus pensamientos, sus manos sudaban frío, su cuerpo sentía aquella adrenalina recorrerle, con voz temblorosa habló volviendo a su hermana.
— No tardara en llegar. —Murmuró sin tomar asiento, algo que llamó la atención de Fyodor, no solo eso, parecía estar conteniendo algo.
— ¿Han discutido? —Se animó a preguntar el azabache ruso observando al menor, pero este simplemente miró a otra parte entre la multitud, ¿Por qué le evitaba?
— Dosto, ¿Podemos hablar? —Su voz fue casi inaudible por las pláticas ajenas a su alrededor, pero el ruso le había escuchado así que asintió mirando de reojo al rubio y a la azabache haciendo una leve reverencia.
— Si nos disculpan... —Pensó que quizá el menor quería hablar de algo que había sucedido, y para no preocupar a su hermana quería que hablaran a solas.
La jovencita asintió algo extrañada, conocía a su hermano, sabía que algo había pasado, y tenía el mismo pensamiento que el ruso, que seguramente querría hablar de eso a solas con él viéndolo ahora como un refugio. Ella le dejó ir, un poco preocupada mientras sujetaba la taza de té la cual dejó sobre el pequeño platito volviendo su mirada al rubio.
— ¿Crees que tarden mucho? —Preguntó con voz suave haciendo que el rubio dejara de seguirles con la mirada para volverse a ella.
— No lo sé... Tu hermano parecía diferente. —Que su respuesta fuese un poco seria y dudosa solo generó más preocupación en la azabache, ¿Qué era lo que le ocultaba su hermano?
Dostoyevsky no hizo comentario alguno al ver que Akutagawa le estaba llevando con él fuera de la plaza, estaban cerca del puerto, no le extrañaría si quería hablar ahí, pero a pesar de pensar eso, no fue lo que sucedió. El menor le atrajo a una parte solitaria del puerto donde simplemente frenó sus pasos dándole la espalda.
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Flowers Of Love.
FanfictionSolo basta una flor para hallar el amor... O matar y morir en el intento.