Capítulo 5 - Amor-didas.

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Sentía frío en sus piernas y columna, aquel frío le hacia sentir entumido e instintivamente se encogía buscando generar calor... Tenía un vago recuerdo que llegaba a su mente, aquellas noches pobres, lluviosas y frías en las que una manta sucia y rota era todo lo tenía para cubrirse junto a su hermana Gin.

Aquella pesadilla donde su vida cambió para siempre, estaba teniendo ese sueño después de mucho donde de nuevo sus amigos habían sido silenciados para siempre. Trataba de correr y vengarse, pero su sueño tuvo un giro inesperado, Rashōmon siendo tan pequeño producto de una bufanda, se revelaba contra él y le cortaba la garganta...

Abrió los ojos de golpe sintiéndose desorientado y horrorizado por ese sueño, estaba sudando un poco, podía sentirlo. Su vista se paseó por lo primero que vio, el techo, hasta que llegó a la ventana, las cortinas estaban cerradas pero escuchaba el sonido de las gotas de lluvia golpear el cristal de esta. Por un momento creyó que era su casa o que estaba en uno de los sitios pertenecientes a la Port Mafia, pero al sentarse de manera lenta en esa cómoda cama se percató de que se encontraba sin pantalón, sólo una camisa blanca de bordes morados que había visto en cierto ruso, al levantar un poco la cobija se percató de que esta le quedaba un poco larga, lo suficiente para cubrir lo que quería, pero también notó que lo único que traía de la cintura para abajo era esa ropa interior de mujer y el liguero.

— ¿Fyodor? —Murmuro con voz ronca cubriendo de nuevo sus piernas con la cobija. Sabía que quizá estaban en un hotel, por lo que se deslizó por la cama para ponerse unas pantuflas y caminar por el lugar en busca del ruso. — Fyodor... —Le llamó nuevamente a pasos lentos pero no recibía respuesta, ni siquiera había otro sonido aparte de su respiración entrecortada y un poco de tos que se le escapaba dándole a entender que quizá estaba por enfermarse más.

Sentía mucha sed, y aquella sensación rasposa en su garganta era incómoda por lo que se dirigió a la cocina por agua, esperaba que eso no fuese a molestar al ruso así que sólo tomó lo suficiente hasta sentirse satisfecho. Tenía ganas de cambiarse, pero ni siquiera había traído otro cambio de ropa más que dicho vestido, así que tendría que soportar andar en liguero junto a una camisa del ruso.

Se quedó sentado en un banquito cerca de la barra de la cocina, pensativo, con las manos en la frente, su espalda aún dolía por ese impacto en el agua fría, era como si tratara de recordar algo pero de reojo miró el bote de basura que estaba en la cocina, notó que en este había un jarrón a medio asomarse así que se levantó a paso lento para ir a recogerlo, creía que quizá por error se le había caído ahí el ruso al estar el bote debajo de una repisa, también se percató de la tierra derrochada y de los pobres botones maltratados.

En la basura no había más que unas envolturas así que trató de recuperar parte de la tierra para plantarlas de nuevo con mucho cuidado y después pasar a regarlas... Ahora las recordaba, el día que fue por el ruso al aeropuerto vio que traía dicho jarrón en las manos, pero en ese entonces los botones lucían un poco más verdes y cerrados.

— ¿Ya van a florecer? —Preguntó tocando la punta de uno de esos botones llegando a ver los pétalos que comenzaban a asomar de un lindo color púrpura. — Son hermosas... —Y esperaba que lo fueran más cuando estuvieran completamente abiertas.

El joven mafioso acomodó aquellos botones del otro lado de la barra para evitar que cayeran de nuevo al bote de basura y así se dirigió hasta la ventana abriendo un poco la cortina para mirar la ciudad, a lo lejos podía ver el sol entre tantas nubes y la llovizna que aún perduraba. Miró de reojo un reloj electrónico, no eran más que las diez con cuarenta minutos, era temprano, así que volvió a sentarse al borde de la cama... Tenía una inquietud extraña, como si tuviera la necesidad de ir a buscar a su hermana en ese momento pero de nuevo ese fragmento de sueño donde Rashōmon cortaba su garganta le hizo sentirse incómodo.

Flowers Of Love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora