Capítulo 39 - Una terrible noticia.

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El sonido metálico resonó por la sala a la vez que aquella espada de esgrima salía volando hasta clavarse en la pared mientras la rubia apuntaba con firmeza el cuello del azabache que yacía en el suelo observándole tras pasar saliva detenidamente.

Había empezado una pequeña disputa entre ellos mientras habían cedido a un juego de esgrima teniendo una charla, pero la cosa subió de tono cuando el azabache respondía de manera pasivo agresiva.

Agatha entendía que él se quejara de su insistencia, pero también él era demasiado cerrado como para abrirse de inmediato. De igual manera aunque las cosas no terminaron muy bien entre ellos, se podría decir que se preocupaba un poco del ruso. Se preocupaba porque aquel día en esa prisión se dio cuenta que la humidad de ese hombre se encontraba en una fuerte lucha contra los instintos animales que todo ser humano posee, porque si este careciera de humanidad por completo y hubiese dejado que los instintos dominaran el resto, este no hubiese sido capaz de sentir culpa, de sentirse arrepentido con ese remordimiento.

Solo bastaba eso, solo era necesario ver eso para saber que el ruso intentaba luchar aun por su lado humano. No fue sencillo, recordaba también que cuando el ruso salió de aquella prisión, no habló por varios días.

Ella le acompañó en todo momento, le llevó a casa, y le entregó de nuevo a Nikolai para que este continuara a su lado pues realmente le había extrañado, sin embargo notaba al ruso distante...

Temía que este la hubiese engañado y que volvería a ser el mismo pasado unos meses. Porque era lo que usualmente pasaba con los ex convictos, a veces sentaban cabeza, tenían un par de hijos para después simplemente desaparecer, nada se volvía a saber de ellos.

Recordaba también que mientras le seguía, aquel joven de cabellos azabaches se encaminó hasta su habitación, y lo primero que buscó fueron aquellas flores que yacían completamente cerradas, pues sin darse cuenta había sepultado su amor por ese albino... Pudo percibir cierto dolor por parte el azabache en ese momento, al deslizar con cuidado sus dedos por el tallo de una de las flores, incluso recordaba la mirada que este le dedicó con un susurro "Agatha... Ellas nunca van a florecer, ¿Verdad?"

Aquello le hizo sentir un poco mal, quería que el ruso se enamorara, ¿Pero qué podía hacer ella siendo su prometida la cual abandonó en el altar? Ver las flores cerradas le indicaba que ni siquiera por ella tenía sentimientos amorosos. Era algo complicado a su parecer.

Le preocupaba entonces que las flores nunca abrieran sus pétalos y estas terminarán por volverse tallos con espinas que posteriormente envenenarían a su portador, porque le considerarían inhumano al estar tanto tiempo sin florecer, era imposible pero parecía aplicar en el caso del ruso, y en los casos de personas que murieron envenenadas, después de todo, no por nada se habían escritos unos pocos libros acerca de esas flores.

— ¿Todo esto por ver unas simples flores, Agatha? —Suspiró el ruso rindiéndose, sabía que ella, no por nada tenía el cargo y el título de un poderoso caballero en la Torre del Reloj. Era demasiado buena blandiendo una espada, cosa que a él nunca le interesó del todo, pues se especializó más en armas de corto alcance.

— Sé que si hubieses usado una navaja quizá sería yo quién estuviera en el suelo. Las armas grandes te estorban, eres demasiado grande y tosco, por eso el combate a corta distancia es lo tuyo. Atacas, sujetas por el brazo, azotas a tu presa y cortas su garganta. —Explicó la rubia recordando miles de veces como el azabache había entrenado en aquella enorme sala con el albino, enseñándole a blandir esa guadaña mientras él lograba derribarle con una simple cuchilla. — Pero si fueses en serio contra mí, habrías sujetado mi espada, hubieses tirado de ella y clavarías la tuya en mi cuello.

Flowers Of Love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora