Capítulo 34 - Sin rastro.

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Yokohama, Japón.
2:37 AM

Yokohama era una de las ciudades más grandes de Japón, en ocasiones continuaba activa hasta altas horas de la noche por algunos trabajadores que se dedicaban al oficio por la noche, pero algunas zonas se encontraban despejadas.

Gracias a la hora, el tráfico no era problema. Por ello, un auto de modelo reciente y gran potencia al correr con un motor que emitía un placentero ronroneo para aquellos conocedores de autos, surcaba la ciudad a gran velocidad. Un auto deportivo de un color rojo intenso con detalles en negro, la más reciente inversión de cierto pelinaranja que yacía con un rostro tranquilo ignorando el horror del hombre tigre en el asiento de atrás buscando desesperadamente el cinturón de seguridad, Kyouka en cambio yacía observando por la ventana a través del cristal polarizado, le resultaba hermoso ir a esa velocidad junto a las luces de la ciudad. Gin, yendo en el asiento de copiloto, retenía los leves mareos que tenía presionando un botón para bajar el vidrio de su lado esperando que un poco de viento la tranquilizara, aunque ella no se mareaba con tanta facilidad a diferencia de su hermano que en varias ocasiones terminó vomitando cuando viajaban con el pelinaranja, ese día parecía estarle cayendo ese pesar.

La preocupación, la tristeza, la falta de apetito, ayudaron a que esas leves nauseas llegaran, estuvo a nada de sacarse el cubre bocas para sacar la cabeza por la ventana y vomitar, sin embargo el pelinaranja cambió el rumbo al ver a donde señala el joven de cabellos claros.

— ¡Por allá! —Habló Atsushi guiándolo al último lugar donde él había visto a Akutagawa, ahí iniciarían su búsqueda.

— Oh, el puerto cerca del parque temático... —Cambiando la velocidad para no llamar la atención de los policías de esa zona, se desvió en una calle, ganas no le faltaban de surcar por la plaza para llegar más rápido, pero debía aguantar.

Al llegar cerca de la zona, ya no podía adentrarse a causa de ir en auto, pero ir en su nueva motocicleta no era buena opción siendo que eran cuatro, claro que había gastado buena parte de sus sueldos para rehacerse de vehículos, pero a veces creía que era un desperdicio de dinero... Siempre terminaba usando sus vehículos como armas, debería considerar comprarse una agencia.

Buscó donde estacionarse para no obtener una multa que le resultara problemática, así que lo hizo de manera impecable antes de cerrar los vidrios y dejar que los menores bajaran para laquear las puertas bajando así al final él activando la alarma de su auto.

— Vamos, guíanos. —Habló el pelinaranja guardándose las llaves, el hombre tigre asintió acomodándose su mochila en los hombros al igual que Kyouka, más que una búsqueda parecía que se estaban yendo de campamento.

— Sí, Nakahara-San. —Aceptó el menor determinado encaminándose por el lugar, en su mente recreaba la escena de ese día. — Akutagawa parecía estar hablando por mensajes de texto con alguien, veía mucho el celular. Cuando yo pase de largo, vi que se sentó en esas escaleras. —Señaló el menor sin detenerse mientras el pelinaranja le escuchaba atento.

— Bien, ¿A qué hora fue eso? —Necesitaba recordar si era con él quién hablaba, después de todo en el último mensaje que recibió del menor, este le decía que iría a atender unas cosas antes de ir al punto de reunión.

— No lo recuerdo muy bien... Las cuatro o cinco si no me equivoco. —No había prestado mucha atención a eso por ir más enfocado en buscar a Dazai aquel día, pero aquello pareció iluminar al pelinaranja. La hora de ese mensaje radicaba entre las cuatro y cinco, ¿Qué asunto tendría que atender Akutagawa en el puerto para después desaparecer?

— ¿Ya no volviste por este rumbo después de encontrar a Dazai en ese estado? —Interrogó, el menor negó decaído.

— No, tuve que comunicarme de inmediato con los de la Agencia. Cuando llegó Kunikida-San a la escena junto a Yosano-San, tuvimos que tomar otro camino por eso del traslado del cuerpo y las investigaciones que no llegaron a mucho... —Respondió en un suspiro apartando la mirada. — Lo siento.

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