Aquella mañana en Yokohama no había sido soleada. Aunque se podía sentir un poco de calor, no era más que calor húmedo a causa de la gran cantidad de nubes acumuladas anunciando que pronto caería una llovizna.
Por una calle transitada de Yokohama yacía cierto castaño caminando tranquilamente. Aquel día lo tenía libre, así que lo dedicaría a hacer un par de cosas, y de paso pensaba cruzarse por mera "casualidad" con Akutagawa, que seguramente en esos momentos estaría llevando a cabo el resto del teatro.
Y lejos de la realidad no estaba, pues el joven azabache no había dormido en toda la noche por estar sumido en el dolor de esa decisión, aun con eso había partido a primera hora para hacer el teatro de que intentó emboscar al ruso en el Hotel en el que se hospedaba, pero no lo había encontrado. Daría ese informe falso llegada la noche en el punto de reunión.
No había comido nada en todo el día, no tenía apetito, y se sentía tan monótono que caminar por las calles no le traía nada de sentimiento, ni siquiera cuando decidió subir a un edificio en lo alto para observar la ciudad... Una ciudad tan enorme, con tantas personas y aun así, él en ese momento se sentía desolado. Su vista se posaba en el horizonte como si aún esperara el regreso de algo que no debería añorar.Pero eso era lo de menos para Dazai, por la tarde se pasaría a buscar a Akutagawa y darle consuelo personalmente. Después de todo, su plan había salido como esperaba, aunque ya había hecho un plan por si el ruso buscaba venganza, sin embargo no lo usó pues el ruso nunca llegó, que mejor que eso, tanto le había afectado e hipócritamente eso le hacía feliz.
Los demonios no debían amar.
No tenía más obstáculos en el camino. Y le agradecería a Mori más tarde por haber cooperado con él, así cuando necesitarán su ayuda por supuesto que no la negaría, a pesar de haber dejado la Mafia, continuaba haciendo de las suyas. Aunque claro, solo era un trato para presionar a Akutagawa, ya más tarde se presentaría a defenderlo del supuesto castigo por no haber entregado a Dostoyevsky, y después se haría de él, lo marcaría, le dejaría en claro a quién debía llamar amo y a quién solamente debía ver.
Más tarde haría su casual y dramática entrada para salvar a ese pobre cachorro. Aún quedaban un par de horas, por lo que miraba de reojo el reloj en su muñeca para hacer sus tiempos.
Sus pasos eran suaves, caminaba llevando las manos en los bolsillos de su gabardina, y sus ojos cerrados, se notaba lo alegre que se encontraba, lo satisfecho se le podía ver en esa curvatura en sus labios en esa traviesa sonrisa.
Se detuvo por fin al llegar a una local, una Floristería, no era tan pequeña ni tan grande, el tamaño era muy bueno para ser el local de despacho. Así que tras darle un vistazo a las flores de afuera decidió entrar encontrándose con la encargada dispuesta a ayudarle, era una mujer que le llevaba por unos quince años de edad, aunque si se lo pensaba no estaría mal cometer suicidio con una mujer mayor, no, basta, debía frenar esos pensamientos en ese momento.
— Bella dama, ¿Tienes algunas flores que sean tan hermosas como tú? —Coqueteó llegando al mostrador sacándole una risa suave a la mujer.
— Osamu, eres un pícaro. —Respondió ella saliendo detrás del mostrador, después de todo ese muchacho llevaba asistiendo a ese lugar desde hacía un par de años. — Sabía que no tardarías en llegar, ven, por acá están los ramos, o si quieres uno personalizado no hay problema. —Añadió guiándolo por el local entre todas esas flores. El castaño solo asintió siguiéndola de cerca, era algo que acostumbraba hacer.
Al final terminó por salir con un ramo de flores variado, mayormente de color blanco con algunas de toques lila, con el ramo en manos continuó su camino pasando a comprar dos bebidas y un paquete de galletas.
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Flowers Of Love.
FanfictionSolo basta una flor para hallar el amor... O matar y morir en el intento.