Capítulo 35 - Russian Mouse.

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Puerto de Nakhodka, Rusia.

Tres días después.

7:45 AM

En aquel puerto, una suave nevada yacía cayendo con lentitud, avisando que pronto los caminos quedarían inaccesibles si no se daban prisa a desembarcar todo para llevarlo a la ciudad.

Sin embargo, en medio de toda esa nieve, yacía un hombre de cabellos azabaches observando el nublado cielo conforme pequeños rastros de nieve caían sobre su rostro y prendas de manera realmente armoniosa, aunque en él no hubiese calma.

— My Lord Dostoyevsky, Nikolai ya se ha tranquilizado un poco, creo que es momento de tomar el vuelo a San Petersburgo. —Habló un albino con vendajes en la cabeza al ver a su amo de pie en medio de la nieve sin dejar de ver el cielo. — ¿My Lord?

— Nikolai, ¿Ya ha dejado de llorar? —Preguntó en un tono de voz apagado, monótono, algo normal en él cuando se encontraba así de pensativo. Apartó su vista del cielo en un suave movimiento, era como si hubiese estado tanto tiempo lejos de casa solo para ser herido...

— Ha logrado calmarse con sus palabras My Lord, pero dígame, ¿Por qué ha salido así tras hablar con él? —Se atrevió a preguntar sin dar un paso más, no quería arruinar aquella hermosa imagen de su amo observando la nieve, extendiendo sus pálidas manos para recibir aquella nieve entre sus fríos dedos, sin dudad, para Ivan, no había nada más hermoso que eso, ver como la nieve caía sobre esas manos y aquella prendas.

Fyodor soltó un suave suspiro, ¿Por qué había salido de esa manera de aquel restaurante cuando el té apenas llegaba? Era sencillo. A pesar de que le dio el consuelo a Nikolai de que pronto volverían a Yokohama para que pudiera ver a Gin de nuevo, él no sentía consuelo.

Le había dicho que solo volvieron a Rusia por algo, una mentira suave, pero no mentía cuando decía que tenía planeado volver a Yokohama, si lo hacía sería para asesinar a Dazai, hacerse de Akutagawa y poder prenderle fuego a toda Yokohama mientras observaba como un Dios desde las alturas como la ciudad se hundía en los gritos de desesperación.

No era muy diferente a esa escena en el pasado cuando quemó su hogar y sus pertenencias tras perder a su madre. Era algo que no podía ver ya que le causaba dolor, así que prendió fuego a todo, dejando que las paredes se volvieran negras y la mayoría de cosas se redujeran a cenizas, mantuvo su mirada en ese escenario hasta que el fuego se extinguió, los bomberos no acudieron hasta tarde, pero para entonces él se había marchado de nuevo entre la nieve...

Pero ese mismo recuerdo donde se sentía solo, le hacía voltear atrás notando como aquel joven albino le seguía de cerca mientras volteaba constantemente atrás.

Shibusawa era como la nieve, falto de color. Era un lienzo blanco en el que él decidió pintar sin ponerse a pensar en todos los colores que usó, en como la tinta se mezcló hasta chorrear en un fuerte color negro al mismo tiempo que el lienzo se rompía por el exceso de humedad...

— ¿My Lord? —Habló de nuevo Ivan intentando traer a la tierra a su amo que parecía haberse ido volando en sus pensamientos, se le podía notar por la forma en la que miraba la nieve cayendo sobre sus dedos, pasando entre estos para caer en sus botas.

— ¿Eh? —El azabache reaccionó segundos después, como si hubiese tardado en hacer conexión para poder responderle.

— Se le ve distraído, ¿Piensa en algo en especial My Lord? —Agregó el albino con una sonrisa serena deslizándose los dedos por la mejilla derecha.

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