- Capítulo 18 -

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Ya es muy tarde -Comentó, Darelle, saliendo de la habitación.

¡Oh, vaya! -Exclamó Adeline, riéndo -Es cierto.

¿Seguimos mañana? -Preguntó Benjamin, Samantha lo miró, extrañada por su pregunta.

Claro, estamos un poco más de la mitad de la historia -Respondió Adeline.

Espero que tengan una excelente noche -Comentó Darelle, después de que todos subieran las escaleras para dirigirse a sus de recámaras.

¡Igualmente, descansen! -Respondieron los chicos.

Samantha se acostó en su cama, Benjamin se tiró en la suya. Ambos estaban emocionalmente exhaustos. La complicada y trágica historia de Amelie era triste y no parecía mejorar. Y por la manera en cómo va la historia, los dos jóvenes sospechaban que las cosas para Amelie no mejorarían. ¿O sí?

Benny, ¿puedo entrar? -Susurró Samantha, abriendo un poco la puerta. Benjamin se sorprendió de que ella lo visitara.

¡Claro, Sammy, entra! -Respondió, acomodándose para hacerle espacio a ella en la cama. Ella abrió la puerta, la cerró y, sin dudar, se acercó a la cama hasta acostarse a su lado. Sólo centímetros separaban ambos chicos ¿Te sientes bien? -Preguntó Hoy, mientras escuchabas, te veías triste.

Es que -Tomó unos segundos para retomar la oración No puedo evitar sentirme tan mal por Amelie; pero, sabes, la admiro a la vez -Respondió ella, llamando la curiosidad de Benjamin.

¿Y eso? ¿Por qué?

Porque es una mujer muy fuerte -Respondió ella, suspirando A pesar de todo lo que vivió, sigue en pie, luchando. Aún después de haber oído una promesa que le cambiaría la vida, pero verla perderse frente a sus ojos al día siguiente, junto a la persona más preciada en su vida, es algo... wow... Y aún sabiendo que, probablemente no podrá salir de ese pueblo que tanto desprecio y dolor le causó, aún sigue viva.

Samantha -Interrumpió Benjamin Aún no sabemos si ella salió de ese pueblo, o no. No podemos adelantarnos a los hechos.

—El punto no es ese -Contestó ella, sentándose en la cama —El punto es que, la admiro por haber luchado y aguantado tanto. Yo no sé si hubiera podido con todo eso... -Luego de decir eso, bajó la mirada y se apoyó en sus piernas con sus manos en sus mejillas, como una niña.

—Tú eres Samantha Bush -Respondió su amigo —Probablemente tú puedas lidiar cosas que Amelie nunca podría -Al instante, Samantha se quedó atrapada en las palabras de su mejor amigo —Y eso te hace igual o más fuerte que ella. Tú luchas por mantener tu trabajo. Tienes una vida aquí en la ciudad y haces lo posible por mantenerla -Añadió —Y lo haces de la manera más honesta posible, con cada miligramo de tu ser, sin necesitar ayuda de nadie o hacer las cosas de maneras injustas o deshonestas. Por ejemplo, ¿qué tipo de persona, en este planeta ambiciosos, rechazaría la total ayuda de un mejor amigo millonario sólo para poder salir adelante con sus propios esfuerzos?

—Benny...

—¡Sólo Samantha Bush haría eso! -Exclamó Benjamin, con una sonrisa —Perteneces a la minoría de la población que hace las cosas de la manera correcta y justa. ¿Y por qué? Porque eres tú... -Respondió él, mirándola a los ojos, sonriendo —Eres Samantha... -Ella lo miraba fijamente, hipnotizada. Ambos se acercaban lentamente —Bush...

Sus rostros estaban a centímetros de distancia, sus ojos se cerraban. Algo les estaba pasando. ¿Qué era? Sentían cómo sus labios se atraían mutuamente como imanes de polos opuestos. ¿Qué estaba pasando en ambos? Estaban en una especie de trance. Probablemente hipnotizados el uno por el otro.

La Sirvienta © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora