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*IMPORTANTE: Para un mejor envolvimiento, buscar audífonos, leer de noche y a solas...*
Esa misma tarde, mientras todo lo que había pasado en el bosque estaba sucediendo, Adeline estaba en casa. Ella se encontraba ni más ni menos que en su habitación, acostada en la cama; y con rabia, miraba el techo fijamente. Estaba recordando lo sucedido en su escuela esta mañana. Lo ocurrido había sido provocado por dos niños y una niña, los cuales estaban merendando en el recreo, a poca distancia de Adeline, quien comía también. Ella, pudo oír bien cómo ellos murmuraban a sus espaldas. Era algo que todos sus compañeros solían hacer siempre, pero esta vez, fue diferente...
—¿Por qué siempre está sola? -Preguntó uno de los dos niños, entre ellos mismos.
—No lo sé. Es rara. -Respondió la niña.
—Probablemente se le contagió la forma de ser de esa extranjera. -Respondió el otro.
—¿Cómo lo sabes? -Preguntó ella.
—Mi padre me contó que ella era la única persona que se relacionaba con la extranjera. Y, probablemente, se contagió por estar con ella. Me dijo que era algo así como una enfermedad.
—Mis padres me contaron que la extranjera y ella escaparon. -Comentó la, con gran soberbia.
—Mi madre me contó que tuvo la oportunidad de golpearla antes de morir. Y que pudo ver cómo la habían enterrado, en primera fila. -Habló el otro, con orgullo. —También me dijo que esa asquerosa merecía eso y más. Que su muerte fue muy suave y poco dolorosa, comparado a lo que debió ser. También dijo que...
Al instante, Adeline se encendió en ira y se levantó de su asiento de golpe. Se acercó a ellos y miró fijamente al niño que había dicho eso. Los tres se quedaron asombrados, hasta que chico que estaba en frente de ella, a quien ella estaba mirando con ira, comenzó a reírse.
—¿Por qué me ves así, bicho raro? -Le preguntó él, pero ella no respondía. Sólo lo miraba con odio. —No me digas que te molestó lo que dije. -Soltó una carcajada, al igual que los otros dos. —¡Es la verdad! ¡Se merecía lo que le pas...!
Al instante, Adeline se abalanzó sobre él y comenzó a golpearlo. La niña a su lado comenzó a gritar y no pasó mucho tiempo para que los profesores llegaran rápidamente al lugar donde estaban ellos y la separaran del pobre niño, cuya nariz sangraba sin parar, gracias a los golpes de ella. Mientras el profesor luchaba por someterla, ella pateó al niño una última vez; pero esta vez, dirigiendo su ataque a su guardia baja y como regalo, le escupió. Otro profesor ayudó a mantener a Adeline bajo control y se la llevaron a la dirección entre los dos; mientras ella veía con regocijo al niño retorciéndose de dolor en el piso, dibujando una pequeña, pero disimulada sonrisa.
Minutos después, estaba sentada frente a la directora del colegio (quien en su interior, también pensaba que era un bicho raro por haber estado con alguien del exterior), mientras Adeline seguía con el ceño fruncido.
—Ahora... me va a usted a explicar, señorita Adeline Shellingtoon... -Hizo una breve pausa para mirar el nombre completo de Adeline en una hoja y así leer el segundo apellido, porque se le había olvidado. —Rousseau, el motivo por el cual le propinó semejante... ¡golpiza! -Exclamó. —A uno de sus compañeros de clase... Le escucho. -Dicho eso, le cedió la palabra, haciendo un gesto con la mano. Luego, colocó los codos en la mesa, entrelazó los dedos de sus manos y apoyó su barbilla en ellas, para escucharla atentamente. Adeline, por su parte, no decía nada. Sólo evadía la pregunta, mirando a otro lado. —Si usted no piensa decirme nada, entonces no podremos hacer nada al respecto para cambiar su situación. -Le dijo. —Le sugiero que me cuente lo ocurrido. Si no fue culpa suya, entonces no tiene qué temer, señorita Adel...
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La Sirvienta ©
HorrorLa inquientante historia de un pueblo aislado del mundo, cuyos habitantes desaparecieron sin dejar rastro en la década de los 80', llega a manos de Samantha Bush, una joven periodista cuya profesión peligra con desaparecer. En búsqueda de la verdad...