- Capítulo 4 -

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Poco a poco las calles de Quebec eran iluminadas por el Sol. El amanecer se alzaba como un precioso espectáculo, reflejando en el piso las pequeñas gotas de rocío que habían caído durante toda la noche, como si fueran pequeñísimas piezas de diamante. El vecindario era iluminado poco a poco y Samantha gozaba de una excelente siesta, hasta que el brillo de los tenues rayos de luz, que pasaban de entre las gruesas cortinas color vinotinto del cuarto, abrieron sus ojos.

Despierta, se levantó y miró su reloj, el cual apuntaba las 6:09 de la mañana.

De repente, sus oídos comenzaron a percibir una preciosa melodía, producto de un piano. Ella no conocía mucho sobre música clásica, pero esa melodía le atraía de una manera que no era normal en ella. La tenía absorta en una especie de trance.

Ya cepillada y más arreglada, abrió las puertas de su cuarto y la melodía del piano se volvió más audible. Samantha no recordaba haber visto un piano en la sala; pero eso no era importante ahora, ella estaba absorta en la canción. Daba pasos lentos hasta llegar a las escaleras, por las cuales comenzó a bajar lentamente hasta llegar a la cocina, lugar de donde provenía la melodía. Para su sorpresa, no había ningún piano, sólo estaba Darelle, quien estaba perfectamente despierta y arreglada, preparando el desayuno. Samantha observó la cocina para descubrir de dónde provenía la canción, y se dio cuenta de que venía de un pequeño parlante que estaba al lado de la ama de casa, quien también parecía disfrutar mucho de la armoniosa canción.

-Oh, buenos días -Saludó Darelle al percatarse de la presencia de Samantha -Ven, toma asiento.

-Buenos días -Respondió ella, algo sorprendida. Era temprano, pero ella se veía como si estuviera en excelentes condiciones.

-¿Dormiste bien? -Preguntó Darelle, mientras cocinaba.

-Sí, dormí muy bien. Muchas gracias -Dicho eso, siguió disfrutando de la melodía.

-¿Te gusta la música clásica? -Preguntó Darelle, observando que Samantha disfrutaba de la canción.

-No la escucho con frecuencia; pero esta pieza es verdaderamente magnífica... ¿Cómo se llama?

-Nocturne op.9 no.2 de Chopin, Frédéric Chopin -Respondió Darelle. Samantha no tenía idea de quién era ese sujeto, además de que el título le pareció estar nombrado en otro idioma, pero hasta ella podía darse cuenta de que el compositor tocaba magnífico -Es una de mis melodías preferidas... Luego vendría Canon in D, del compositor Johann Pachelbel.

-Vaya, sabes mucho de música clásica. ¿Eras compositora o algo así?

-Solía tocar el piano en mis tiempos libres, pero no llegó a ser más que un hobbie. Prefiero escuchar la melodiosa armonía que trasmite el piano que tocarlo; pero, cuando comienzo a tocar, toda mi alma se libera y drena la inspiración que hay dentro de mí.

Samantha se sentía realmente asombrada por Darelle, e incluso se identificaba con ella. A pesar de que no la conocía mucho, estaba empezando a admirarla como persona. Tenía buen gusto musical, era sumamente preciosa, y era tan trabajadora que se levantaba muy temprano. El edificio The Global estaba a 15 cuadras del edificio de Samantha, sin embargo, ella solía levantarse a las 6:10 de la mañana para llegar a las 7:00 a su trabajo ; en cambio que Darelle, parecía levantarse aún más temprano que Samantha, y su lugar de trabajo era nada más ni nada menos que el lugar en donde vivía. Eso ganó la admiración de Samantha.

-¿Cuánto tiempo llevas despierta? -Preguntó ella.

-Estoy despierta desde las cuatro de la mañana -Respondió Darelle, con una sonrisa.

-Vaya, yo acabo de despertarme y parezco un zombie, en cambio, tú te ves radiante -Comentó, y Darelle rió.

-Es sólo cuestión de acostumbrarse a la rutina -Respondió, llevándole una deliciosa taza de café recién hecho a Samantha.

La Sirvienta © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora