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—Sigamos adelante... -Comentó Adeline.
Mientras caminaban, Benjamin y Samantha miraban con cierto temor, los altos y oscuros árboles que conformaban este sombrío, cruel, frío y húmedo bosque lleno de nieblas. Podían ver restos de sogas en algunas ramas que contaban a simple vista cómo sus dueños habían sufrido un estrangulamiento desesperante hasta que la luz de la vida se les esfumó. Varias hojas tenían pequeñas manchas de sangre, como si las gotas hubieran caído desde las alturas... En el suelo, habían objetos de pequeño tamaño como aretes perdidos, llaves de antiguos dueños y relojes rotos. También, ocultos entre las hojas del suelo, habían pequeñas fotos de personas. Samantha desconocía si se trataba de la imagen del dueño, algún familiar o incluso, un amor perdido...
Luego de adentrarse más en el bosque, empezaron a ver avisos clavados en varios árboles. En ellos, estaban escritos reflexiones positivas sobre la vida, frases de aliento y oraciones optimistas que trataban de hacer cambiar a las personas que estaban decididas a terminar con su destino.
—Comienzo a pensar que venir aquí no fue la mejor idea... -Le susurró Benjamin a Samantha, mientras el hombre seguía hablando.
—Sí, lo sé. Pienso lo mismo. -Respondió ella, en voz baja. —Pero, también debemos detenernos a pensar que si no hubiera sido necesario que viniéramos aquí, entonces Adeline no nos hubiera traído...
—Dime, ¿qué más leíste sobre el bosque de Shellingtoonhood? -Le preguntó Benjamin.
—Que es un sitio no muy bien visto. Lo asocian con la muerte y la desesperación. Las personas que han osado entrar, suelen desaparecer e incluso, acabar con sus propias vidas. -Le explicó. —Antes, el Golden Gate ocupaba el primer puesto entre los lugares con mayor índice de suicidos; en segundo lugar, estaba el bosque Aokigahara, también conocido como el bosque de los suicidios. En ese lugar, en el año dos mil dos, registraron hasta setenta y tres suicidios. Y en el dos mil tres, se registraron hasta cien casos. Debido a eso, los japoneses dejaron de emitir la cantidad de suicidios anuales en ese bosque y ordenaron que fuese vigilado para evitar que más personas hicieran lo mismo. Sin embargo, ese no es el caso del bosque de Shellingtoonhood. -Le comentaba Samantha a Benjamin. —Este lugar comenzó a ocupar el primer puesto como lugar con mayor tasa de suicidios en el año dos mil cuatro, con un mínimo de doscientos cincuenta casos de suicidios al año. -Benjamin quedó impresionado al oír eso. —Y lamentablemente, cada año que transcurría rompía el récord que tenía el año anterior, con al menos cincuenta casos más de diferencia. Por eso, se ordenó que aproximadamente quinientos oficiales vigilaran los alrededores por si veían a alguien tratando de hacer algo como eso. Se colocaron estos carteles que ves, por si acaso alguien no era detenido por alguno de ellos...
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La Sirvienta ©
HorrorLa inquientante historia de un pueblo aislado del mundo, cuyos habitantes desaparecieron sin dejar rastro en la década de los 80', llega a manos de Samantha Bush, una joven periodista cuya profesión peligra con desaparecer. En búsqueda de la verdad...