La inquientante historia de un pueblo aislado del mundo, cuyos habitantes desaparecieron sin dejar rastro en la década de los 80', llega a manos de Samantha Bush, una joven periodista cuya profesión peligra con desaparecer.
En búsqueda de la verdad...
Una hermosa mañana se posabapor encima del pueblo de Shellingtoonhood. Las aves cantaban en las ramas y la copa de los árboles se agitaban por el viento. El sol salía finalmente, iluminando las calles y eliminando la penumbra de la madrugada.
Amelie recién se levantaba. Se fue al baño y se quitó la pijama para poder tomarse una ducha. Luego de eso, comenzó a vestirse.
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Tomó su característico uniforme, uniforme que todas las sirvientas de la mansión usaban: Un traje victoriano, que se caracterizaba por tener mangas largas de color negro, era un vestido de una sola pieza de color negro, combinado con un delantal de color blanco y con chorreras; también combinado con una banda Katyusha de color blanco con chorreras, que amarraba el rizado y dorado cabello de Amelie, recogiéndolo con belleza y elegancia.
A pesar de que el uniforme en sí no tenía muchos adornos y era muy simple, eso no impedía que Amelie se viera espectacularmente hermosa.
Había pasado un día después del accidente de Paulette. Amelie se encontraba angustiada. Ella quería largarse y dirigirse al hospital, pero no podía abandonar la mansión.
Por otra parte, Paulette había dejado de amar a Bertram hace años y la poca confianza que ella le tenía, lo marchitó al haber escuchado eso.
Bertram entró al cuarto y halló a Paulette levantada.
—¡Amor! -Exclamó él, acercándose a ella -¿Te sientes bien?
—Sí -Respondió ella, alejándose sutilmente de él.
—¿Qué ocurrió? ¿Qué te sucedió? -Preguntó Bertram, Paulette se tomó un tiempo para poder recordar qué había pasado.
—No recuerdo muy bien... -Respondió ella —Sólo recuerdo que por un instante olvidé en donde estaba y mi visión se tornó borrosa... y no recuerdo qué más sucedió.
Bertram se quedó analizando la información recopilada.
—¿No recuerdas en dónde estabas? -Preguntó él nuevamente.
—Es como si hubiera olvidado todo por un par de segundos -Respondió ella —Belmont y Odette cumplirán años mañana. Debo ir para saber si todo está bien. Ya me siento mejor -Comentó ella, dirigiéndose a la puerta.
—Sólo no te esfuerces mucho -Respondió él.
—¿Acaso me ves como una mujer débil? -Dicho eso, cerró la puerta y se fue.
Paulette no tardó mucho en regresar a la mansión.Amelie estaba en el jardín, retocando las decoraciones para el cumpleaños de los gemelos. Al ver a su madre adoptiva, y Paulette al verla a ella, no pudieron esconder la emoción y salir corriendo para abrazarse; sin embargo, Belmont y Odette abrazaron a Paulette, y Amelie se detuvo.