Habían pasado una semana desde que tuvieron esa conversación. Y ahora que eran pareja, su unión se fortalecía cada día más.
Cada noche, Samantha se dedicaba a pasar lo escrito en su libreta a su laptop, añadiendo las cosas que recordaba haber oído. Necesitaba tener todas las notas que escribió en su libreta organizadas en un archivo dentro de su laptop. Si quería hacer de esto una gran publicación cuando consiguiera un trabajo como periodista nuevamente, necesitaba tener todo lo escrito más que perfecto.
Escribiendo, solía aislarse, dirigiéndose al columpio, colocando su laptop encima de sus piernas para poder escribir.
—¿Cómo vas con eso? -Preguntó Benjamin, acercándose a ella con dos vasos de café, entregándole uno —¿En qué parte vas?
Ella paró de escribir para recibir el vaso y tomar un sorbo —Gracias. Estoy escribiendo lo ocurrido en la noche que Paulette, la madre de Amelie, murió -Dejó el café a un lado y siguió tecleando.
—Bueno, si me necesitas para algo, estaré con tus padres.
—Está bien, gracias -Contestó ella, sin parar de teclear.
Benjamin regresó a casa y se encontró con los padres de ella, quienes la observaban desde lejos.
—Está muy concentrada... -Comentó su madre —¿Vamos y le decimos que debería tomarse un descanso?
—Dijo que necesitaba estar lo más concentrada posible para pasar la historia, desde su libreta a su laptop, lo mejor posible; mientras está en contacto con la naturaleza -Comentó, Benjamin y luego rió —No se preocupen. Cuando ella trabaja, es así.
"Esa es la Samantha con espíritu luchador que conozco" Pensó.
—Mejor dejémosla hacer lo que sabe hacer, Josephine -Concluyó Nathan —Al fin y al cabo, está mostrando los síntomas de un escritor.
Después de una semana más, Samantha finalmente había transcrito todas las anotaciones de la libreta, añadiendo algunos detalles y todo lo que recordaba haber oído que no pudo escribir, a su laptop.
Había llegado el día de regresar a casa y, esa mañana, se habían levantado muy temprano para poder despedirse y llegar a buena hora a Nueva York. Benjamin, con ayuda de Nathan, logró montar la moto en su camioneta; mientras tanto, Samantha se encargaba de revisar que todas las maletas estuvieran listas y que no se quedara ninguna.
—Todas estan aquí, ya estamos listos -Confirmó.
—Perfecto. Ya no hace falta más nada.
—Espero que nos visites pronto -Se despedía Josephine de su hija, acercándose para darle un cálido abrazo, el cual fue correspondido.
—Los visitaré pronto, lo prometo -La apretó con más cariño.
—Cuida muy bien de mi hija, Benny -Comentó Nathan, acercándose a él.
—Confíe en mí, señor -Contestó y se abrazaron. Luego Samantha se despidió de su padre.
—Cuídate mucho. Te deseamos mucha suerte en lo que quieres emprender.
—Gracias, papá -Luego, Benjamin se montó en el auto, al mando del volante y ella se subió en el puesto del copiloto.
Luego de despedirse desde el auto, partieron rumbo a Nueva York. Durante el recorrido, Samantha encendió su laptop y revisaba lo escrito. No debían haber fallas.
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La Sirvienta ©
TerrorLa inquientante historia de un pueblo aislado del mundo, cuyos habitantes desaparecieron sin dejar rastro en la década de los 80', llega a manos de Samantha Bush, una joven periodista cuya profesión peligra con desaparecer. En búsqueda de la verdad...