Justo cuando Adeline iba a seguir contando la historia, un relámpago se asomó entre las nubes, causando un estruendo.
-Oh... Parece que va a llover. -Comentó Adeline, mirando las nubes grises, las cuales tapaban el sol y oscurecían el cielo.
-Y ya está comenzando a lloviznar... -Añadió Samantha, extendiendo su mano un poco para sentir las minúsculas gotas que comenzaban a caer poco a poco y mojaban minúsculamente la palma de su mano.
-No creo que nos dé tiempo de regresar a la casa, -Habló Darelle, pensativa -Nos atrapará la lluvia a mitad de camino o, muy probablemente, un poco antes.
-Hay un restaurante cerca, -Sugirió Benjamin. -Podemos refugiarnos allí y almorzar algo, ¿qué les parece?
-Me agrada la idea. -Respondió Samantha. -Vayamos, antes de que nos agarre la lluvia.
Luego de que todos se pusieran de acuerdo, se levantaron de la banca y caminaron rumbo a aquél restaurante que quedaba cerca del parque. Las gotas se volvía cada vez más numerosas y apresuraron el paso. Al llegar al lugar, la lluvia había comenzado a caer y se intensificaba cada vez más.
-¡Uf!, justo a tiempo... -Expresó Samantha, aliviada.
Todos se sentaron en una mesa ubicada en un rincón del restaurante, justo al lado de un gran ventanal que daba vista a la calle. Benjamin, al ver cómo la intensa lluvia empapaba las ventanas del restaurante, soltó un suspiro. Seguido de eso, sonó otro estruendo.
-Vaya..., sí que nos salvamos... -Dijo él.
-Y no somos los únicos que pensaron en venir aquí... -Agregó Samantha, viendo cómo algunas personas llegaban.
-En fin, llegamos a tiempo. -Dijo Benjamin. -¿Qué quieren comer? -Preguntó.
Luego de que todos ojearan el menú y se decidieran, ordenaron al mesero lo que deseaban comer y esperaron, pacientes. Un rato más tarde, al llegar la comida y tener todo listo y servido en la mesa, Adeline dirigió las gracias y procedieron a comer.
Un pequeño rato después, mientras todos degustaban de lo pedido, Adeline, quien ya había terminado de comer, miraba el ventanal. Observaba, admirada, cómo la lluvia caía, incesante. La manera en cómo las gotas chocaban contra el vidrio para luego bajar; algunas uniéndose con otras, a la vez de que disfrutaba del sonido que los relámpagos provocaban. Los consideraba un fenómeno majestuoso. Una unión perfecta entre luz y sonido. Samantha le miraba intrigada, reflejándose, en cierta parte, a sí misma en unos años.
-Le gusta mucho la lluvia, ¿no es cierto, señora Adeline? -Preguntó ella.
Ella tomó un par de segundos para llenar sus pulmones con un poco de aire y luego, soltarlo con cierto aire de nostalgia.
-Luego de que mi hermana me enseñara o, mejor dicho, me abriera los ojos y me mostrara la hermosura que la lluvia trae consigo, sí. Me fascina. -Respondió, dibujando una sonrisa. Todos oían atentamente. -Aún recuerdo las tardes que pasábamos juntas, bajo la lluvia, corriendo de aquí para allá, saltando en charcos, ensuciándonos y bailando sin cesar -Quiso añadir, con mucha nostalgia. -A pesar de que mis años viviendo en ese pueblo fueron los peores, esos momentos tan especiales con mi hermana, hacían que toda tristeza se disipara por completo de mi corazón. -Samantha, en ese momento, notó que una delgada lágrima cayó por la mejilla de ella, la cual fue removida por un pañuelo. Darelle, en un gesto de consuelo, con mucho cariño, le colocó la mano en el hombro, sonriente. -A veces, sólo para poder revivir esos momentos de nuevo, quisiera volver a ser una niña... -Hizo una pausa por unos segundos y, luego, soltó una breve carcajada. -Ahora, ya no puedo salir mientras llueve. El resfriado y el asma son mis dos grandes debilidades.
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La Sirvienta ©
TerrorLa inquientante historia de un pueblo aislado del mundo, cuyos habitantes desaparecieron sin dejar rastro en la década de los 80', llega a manos de Samantha Bush, una joven periodista cuya profesión peligra con desaparecer. En búsqueda de la verdad...