Renard se encontraba en la sala principal de la mansión, sentando en un cómodo sofá, llevando a cabo seriamente una interrogación a los mellizos, quienes estaban respondiendo todas sus preguntas sin chistar, sentados frente a él, en una silla cada uno. Ellos creían que, al responder a todas sus interrogantes, de alguna manera estaban cooperando con la resolución del caso, cuando realmente no era de la forma en que ellos pensaban. Los mellizos no estaban conscientes de que Renard no tenía absolutamente nada. Estaba estancado. Las verdaderas intenciones del viejo, tras las preguntas, estaban motivadas por una corazonada (o sus instintos, mejor dicho). Y, dejándose guiar por ella, realizaba diversas preguntas para analizar factores específicos de la vida de todos; aunque, centrándose mucho más en la vida de Adeline.
—Entonces, ¿su hermana se pierde todo el día?
—Sí, así es. -Le respondió Belmont.
—Entiendo... -Renard analizaba las respuestas que brindaban ellos. —¿Y a qué hora llega, usualmente?
—Eso era antes de que ocurrieran todas estas cosas. -Comentó Odette.—Desde el momento en que nuestro padre le obligó a quedarse en casa por los peligros que acechan afuera, lo que hace es encerrarse en su cuarto todo el día. Rara vez sale y regresa por la noche, como lo hizo hoy. -Aclaró, esperando que el hecho de brindar más información fuese útil de algún modo, pero no sabía que esa información complicaría más las cosas para Renard.
Él, soltando un suspiro, se levantó del sofá.
—¿Ya? ¿Es todo? -Preguntó Belmont.
—Sí, así es. -Contestó el viejo, con su voz ronca tan característica. —Es todo.
Un par de horas más tarde, Renard se encontraba en su casa, con las luces de su hogar apagadas, acostado en su cama, sin camisa, con el brillo de la luna pegando directamente hacia su ventana, entrando e iluminando parte de su rostro. Ahí, sobre su almohada, en medio de la quietud y el silencio que sólo la noche le podía brindar, Renard reflexionaba a profundidad sobre la conducta que había mostrado Bertram ante sus ojos, al igual que todas las cosas que había visto en los últimos meses. Él creía que las anormales experiencias que había vivido en el bosque durante la excursión, los asesinatos aparentemente premeditados en los alrededores del bosque, el estado tan atroz en que encontró el cadáver de Louis y la psicosis de Bertram, eran acontecimientos que, sin lugar a dudas, estaban conectados de alguna forma, pero no sabía cómo.
"No pueden ser simples asesinatos, debe ser más que eso..." Reflexionó.
Probó con recordar las cosas que había visto y oído (experiencias en el bosque, asesinatos, el comportamiento de Bertram). Luego, las comparaba todas en su mente, buscando algún indicio, algún motivo, algún patrón, alguna pista que delatara alguien y le llevara a al culpable; pero aún, desgraciadamente, no encontraba ninguna relación más allá de que todos eran asesinatos horriblemente realizados. Sin embargo, no se dio por vencido, pues él sabía que estaba omitiendo una cosa. Algo faltaba, como si una última pieza del rompecabezas fuese necesaria para completar el puzzle. como si un único tornillo hiciese falta para ensamblar un vehículo y completarlo por fin; como si una pieza perdida le inquietase la mente y estuviera casi frente a sus narices; o peor aún, ¿qué tal si él, tal vez, ya lo había oído antes y prefirió omitirlo?
Fue entonces cuando, inevitablemente, recordó las palabras de Bertram; específicamente, hizo memoria de aquél pronombre en tercera persona que al lo inquietaba cada vez que lo recordaba. Era una palabra que no paraba de molestarle la mente, como un mosquito fastidia a una persona al zumbarle constantemente cerca del oído. Y cuando esa palabra bisílaba aterrizó en su mente, de golpe se sentó en el borde de la cama, pues había recordado y "descubierto", finalmente, lo que faltaba en su rompecabezas:
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La Sirvienta ©
HorrorLa inquientante historia de un pueblo aislado del mundo, cuyos habitantes desaparecieron sin dejar rastro en la década de los 80', llega a manos de Samantha Bush, una joven periodista cuya profesión peligra con desaparecer. En búsqueda de la verdad...