Capítulo 11.

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Platicamos un buen sobre ese temita y a los minutos dejamos de hablar. Realmente a mí también me cayó bien y no me imaginé que le dijera todo eso a ella; ya que... no puedo hacer nada.

Repentinamente me dio fatiga y como era de esperarse, bajé a la cocina a buscar algo de merendar. Mi madre se encontraba cocinando y Marcos bueno, él debe de andar jugando play en su cuarto.

Por suerte habían unas cuantas manzanas y cogí una, la lavé y sin más, le di un mordisco con mucha ansiedad. Mi paladar necesitaba deleitarse después de la noche que pasé, alcohol tras alcohol.
Iba de regreso a mi habitación y de forma inoportuna, timbraron; me di la media vuelta y accedí a la puerta. Giré la manilla y me quedé en shock al ver a Erick ¿qué hace aquí y cómo supo mi dirección?

—Tú... —dije con poco aliento.

—Hola, Antonella —dijo con una sonrisa.

—¿Qué haces aquí? ¿Cómo supiste mi dirección? —hablé rápido.

—Gabriela... y de verdad perdóname si te he ocasionado molestias —dijo bajando su mirada.

—Descuida, sólo que...

La voz de mi madre me interrumpió.

—¡Hija! ¿Por qué no lo haces pasar?

Oh Dios, ¿por qué le se le ocurrió decir eso? Ahora no me queda de otra que invitarlo a pasar. Por consiguiente, le di paso y entró, le ofrecí el sofá y nos sentamos.

—Mamá él es un amigo —la miré.

Ambos se presentaron, yo no sé por qué me sentía incómoda.

—Señora Aura, ¿me permite invitar a su hija a comer helado?

—Claro, cómo no... —respondió mi mamá, dedicándole una sonrisa.

Yo no hallaba a donde mirar, para mí el momento tornó incómodo. Sin mucho que decir, sólo dije que volvería en pocos minutos y dejé a Erick en la sala con mi madre. Subí casi que corriendo a la habitación y mientras me cambiaba de ropa, llamé a Gabriela y coloqué la llamada en altavoz.

—Gabriela, ¿tú le diste mi dirección?

—Lo siento, amiga —reprimió su risa.

—No lo voy a dejar mal... —dije en suspiro.

—La vas a pasar bien, él es súper.

—Vale, seré más sociable con las personas. Te dejo —colgué.

Tras perfumar mi cuello y antebrazos, salí. Mientras accedía a las escaleras, guardaba unas cosas en mi pequeña cartera y me tropecé con Marcos.

—¿A dónde vas?

—A salir —respondí mirando sus ojos.

—¿Con quién?

Fue inevitable desviar mi mirada hacia abajo donde está Erick. Miré de reojo a Marcos y ya él había seguido mi mirada, lo estaba mirando fijamente.. en su mirada pude reflejar celos.

Mi mirada hacia él lo dijo todo y sin perder tanto tiempo, bajé. Ya estaba anocheciendo, lo bueno es que tiene auto. Mamá le pidió que me cuidara y tras despedirnos, nos fuimos.. bien sé que Marcos se quedó enfadado, pero no le daré importancia a ello.

—Son las seis y media, ¿cómo se te ocurre llegarte a mi casa para salir? —pregunto al estar en el carro.

—Si quieres regresamos a tu casa y...

—No, no es necesario —interrumpí con una sonrisa formada en mi rostro.

Al cabo de unos 15 minutos llegamos a una dichosa heladería nocturna, nos sentamos en una mesa y ordenamos los helados a nuestro gusto. Al poco trajeron el pedido.

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