Desde ya, empecé a organizar unas cuantas cosas en mi habitación, para luego centrarme en el armario. Parece que un huracán pasa por acá cuando no tengo idea de que ropa usar, literalmente lo desordeno.
Por otra parte, pueda que Nelson suba a mi habitación, como también pueda que no.
Y, lo único que realmente quiero, es que ya esté conmigo, lo extraño muchísimo.
—Marcos —dije entrando a su habitación.
—¡Andale, entrando como perro por su casa! —exclamó alarmado tapándose por completo con la toalla, dándome la espalda.
Ups, casi.
—Oh, disculpa —llevé la mano a mi boca, reprimiendo la risa.
—¿Qué ocurre? —se volteó expresando una risilla.
—Nelson llega hoy —sonreí mostrando mis dientes.
—Es la cuarta vez que me lo dices —negó con la cabeza, buscando en su armario.
Oww, sí.
—Cuenta las horas conmigo —bromeé.
—¿Se viene directo para acá?
—Sí.. y tengo pensado algo.
—¿Qué? —dijo sentándose en el borde de la cama.
—No le abriré yo.. y tú tampoco lo hagas. Quiero que mamá abra y se encuentre con la sorpresa, pues no sabe nada —me senté a su lado.
—El amor te tiene loca —sacudió mi cabello.
Nelson
Llegamos a la ciudad de Mérida aproximadamente a las cuatro de la tarde. Les pedí a mis padres que nos trasladaran de una vez hacia el sitio donde vive Antonella.
Y no quiero avisarle, quiero tocar la puerta y llegarle imprevisto.
—¿A qué hora nos vienen a buscar? —les pregunté.
—A las ocho —respondió mi padre.
Asentí cerrando la puerta luego de habernos bajado.
Me siento como en una película, llegando de sorpresa a la casa de la chica que me gusta y, simulando estar en cámara lenta.
La yema de mis dedos conectan con la puerta de la casa, a lo que esto ocasiona nerviosismo dentro de mí. Liberando todas las sensaciones, doy dos golpes golpes suaves.. lo que más anhelo en verla frente a mí.
Me hace falta.
La puerta se abrió y mis nervios aumentaron, pero... quedé paralizado al no verla a ella, sino a su madre.
Joder.
Las palabras no me salen, sigo sin dar un movimiento por el simple hecho de estar frente a su madre.. después de aquella discusión.
Y con poco aliento, logré hablar.
—Ehmm.. ho-hola —dije en tartamudo.
—Buenas tardes —dijeron Víctor y Gabo.
—Buenas tardes —respondió con voz neutra.
Noté como tensó su mandíbula mientras que desviaba la mirada.
Y una voz alegre desvaneció este momento tan incómodo.
—¡Chicos! —exclamó Anto, corriendo hacia nosotros.
—¡Hola! —respondimos con una sonrisa.
En cuestión de segundos, se lanzó hacia a mí, abrazándome con fuerza y apoyando su mentón en mi hombro. Nuestras miradas hicieron conexión y poco después sentí sus cálidas manos en mis mejillas... bajé la mirada a sus labios y, me besó, dejándome asombrado.
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Amor y Desconfianza
Подростковая литература¿Alguna vez te has sentido destrozado? ¿te has sentido tan mal, sintiendo como si el mundo se te viene abajo? ¿has tenido un mal pasado, y no quererlo recordar? Pues Nelson y Antonella sí. Haberse conocido fue lo mejor que les ha pasado, sus vidas...