Capítulo 52.

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—¡Gracias por todo, son las mejores! —abracé a las chicas.

—Ya, no llores —dijo Rebeca deslizando sus pulgares en mis pómulos para secar las lágrimas— que se te corre el rimel.

—Ay chicas.. —hablé como niña— se pasaron de lindas —las miré a todas.

—Te lo mereces, Anto —me dijo Arianna con una sonrisa.

—Y ustedes —miré a los chicos— fueron cómplices —reí negando.

—¿Ahora si entiendes por qué la tardanza? —dijo Marcos rodando los ojos.

—Sí, bobo —golpeé levemente su hombro.

Nos tomamos unas cuantas fotos grupal y seguidamente nos fuimos al jardín.

—¡Qué empiece la fiesta! —grité elevando la copa mientras que con la otra mano subía el volumen.

—¡Wuuuuu! —gritaban Gabriela y Williannys una y otra vez sin dejar de bailar.

—Mi cumpleañera hermosa —dijo Nel, tomándome de la cintura de forma inoportuna.

—Me asustaste —me volteé para verlo.

—Me tienes volando —musitó a mi oído.

—¿Qué hiciste en mí para enamorarme así, fugazmente? —enrollé mis brazos en su cuello, aún teniendo la copa sostenida.

—No, ¿qué hiciste tú en mí, eh? —relamió sus labios.

Bromeamos un par de veces y luego empezamos a bailar al compás de la música, moviéndonos sincronizadamente.

Dejo la bebida en una mesa para tener comodidad al momento de bailar. Mis manos se entrelazan en el cabello de él, y las suyas reposan en mi zona lumbar... nuestros ojos se penetran, siento como el color de cada uno se mezcla por tanta intensidad de mirar.

Suelto suspiro tras suspiro sin poderlo evitar.

Ay Nel... Y entonces, lo entendí. Mirarte es soplar velas teniendo el deseo enfrente.

—Mi amor —dijo, haciéndome salir de mis pensamientos.

—¿Ah? —pestañé rápido.

—¿En que piensas? —quitó un mechón de cabello que estorbaba en mi rostro.

—¿Quieres saberlo? —sonreí.

Asintió.

—En lo lindo que ha sido conocerte.

En cuestión de segundos, todo nuestro alrededor se esfumó cuando ya estábamos profundizándonos en un beso, como si fuese la última vez.

Este chico está sacando un lado mío que antes nadie lo había hecho. ¿Saben cuál? Pronto lo descubrirán.

—Quiero hacerte mía —susurró atrayendo mi cuerpo al suyo— sentirte...

Una pequeña frase causó escalofríos en mí.

—¿No lo soy? —fingí no saber a qué se trataba, y él entrecerró sus ojos— quiero experimentar eso contigo —le susurré al oído con voz seductora.

—No me provoques aquí, por favor —se alejó de mí con una risilla socarrona.

—Ay baby... —me crucé de brazos mientas reía.

—¡Chicos, chicos! —dijo Estefanía, sonando alarmante acercándose a nosotros.

—Estefanía —mencioné al darme la media vuelta para verla.

—Cielo, disculpa por llegar tarde —besó mi mejilla— feliz cumpleaños —sonrió mostrando una bolsa de regalo.

—¡Gracias, cuñada! —la abracé amablemente.

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