—¿Fernando? —pregunto extrañada, con la respiración agitada.
—¿Estás bien? —pregunta teniéndome entre sus brazos.
Mis palabras resultarían mentirosas ante mi semblante, mis ojos y nariz rojizos.
—¿Qué haces por aquí? —sorbí la nariz, tratando de secarme las lágrimas.
—Diligencias —dijo mientas se alejaba de mi cuerpo— ¿Qué te sucede?
—Nada —suspiré desviando la mirada.
—Vamos Antonella, no puedes negarme que no te pasa nada. Te pasa algo y tú aspecto lo dice todo -dijo colocando sus manos en los laterales de mis hombros.
—Papá... —susurré.
—¿Quieres contarme, o prefieres callar?
Lo abracé sin pensarlo.. Me aferraba cada vez más a él soltando un inmenso llanto. Las palabras no eran necesarias cuando el abrazo habla por sí solo.
—Te llevo a casa.
Procedimos a su carro el cual se ubica a una cuadra de donde estábamos parados. Me pidió que le contara lo que pasaba para que me pudiese ayudar en lo que pudiera, y en cuanto íbamos de camino, le expresé todo.
—Todo va a estar bien ¿vale? —me mira con una media sonrisa.
Asentí mientras sonreía un poco.
Llegamos y casualmente Marcos estaba entrando a casa. Al ver ese auto, se detuvo.
—¿Fernando? ¿Y este carro? —preguntó Marcos, al estar frente a la ventana.
—De mi padre. Pero eso no importa, lo que importa ahora es tu hermana.
—Anto, ¿qué pasa? —abre desesperadamente la puerta copiloto.
Simplemente lo abracé fuertemente y Fernando quedó en que se iría. Seguidamente, Marcos y yo adentramos a casa, directo a mi habitación.
Tenía que contarle todo, y lo cumplí. Él quedó prácticamente en shock, al parecer no se esperaba eso de nuestra tía, pero como bien dicen, las apariencias engañan. Marcos me dedicó un gran abrazo y caricias, diciendo que todo iba a estar bien, y que saldríamos de esta tarde o temprano.
Nelson
Hemos pasado toda la mañana divirtiéndonos en la piscina, teníamos un desorden alocado, como nos caracterizamos. Todo el estrés, desesperación, adrenalina, vibras y emociones de los conciertos que hemos hecho, los hemos acabado en esta mañana.
Hoy, tengo pensado verme con Antonella, pero siendo sincero no hallo las palabras para proponérselo. De hecho, tengo muchas ganas de verla, ya mañana nos vamos y no tengo la menor idea de cuando la vuelva a ver. Es muy difícil.
Mi padre ha hablado con Arturo sobre mi situación amorosa ¿la puedo llamar así? Bueno, él estuvo de acuerdo en todo, no hubo ningún inconveniente, pero si me dijo lo mismo que mi papá. Muchos consejos.
Ahora bien, sólo me queda escribirle a Antonella, a ver si hay posibilidades de vernos (ojalá que sí). Después de darle vueltas al asunto, le mandé el mensaje, pero no respondía. Me parece raro puesto que siempre está atenta a su celular, no sé por qué pero me empiezo a preocupar.
Pasan los minutos y nada. Joder, cuando más necesito que responda, no lo hace. Decido comunicarme por llamada con una de sus amigas, Gabriela.
—Ho-hola Gabriela, ¿cómo estás? ¿Sabes algo de Anto? —pregunté algo agitado.
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Amor y Desconfianza
Teen Fiction¿Alguna vez te has sentido destrozado? ¿te has sentido tan mal, sintiendo como si el mundo se te viene abajo? ¿has tenido un mal pasado, y no quererlo recordar? Pues Nelson y Antonella sí. Haberse conocido fue lo mejor que les ha pasado, sus vidas...