-¡Aaahhh!-gruñí.
Miré la hora; 5:32. Genial, ahora me había despertado antes. Me levanté con suma pereza; no tenía pensado volver a dormir, no por ahora, así que decidí mejor levantarme.
Me bañé disfrutando del tiempo de sobra y esperando que el agua que caía sobre mi espalda desnuda hiciera desaparecer la frustración de aquel sueño.
Desayuné algo simple, en las mañanas no me da mucha hambre que digamos. Así que sólo me preparé un emparedado y salí al encuentro con Joel.
-Wow, temprano esta vez-musitó mi amigo mirando su reloj.
-¿Qué? ¿Prefieres llegar tarde?.
-De mal humor de nuevo-dijo levantando las cejas.
Miré por la ventana hasta que llegamos al instituto; justo a la hora adecuada. Las clases comenzaron tan aburridas y monótonas como siempre. Un ligero sueño empezó a vagar por mis párpados. Maldición, ahora la media hora que me había negado a dormir empezaba a pedir cuentas. Mis ojos comenzaron a arder por el intento de mantenerlos abiertos a pesar del sueño que se había vuelto inmenso y hacia caer mis párpados.
-______-susurró Lola detrás mío palpándome la espalda-______-repitió al ver que no contestaba.
La conciencia me permitía oír pero me prohibía reaccionar.
-______-insistió Lola.
-¡¿Qué?!-y a final de cuentas no reaccioné del todo bien.
Mi voz sonó por todo el salón apagando la voz del profesor de Biología. Le miré espantada mientras todas las miradas atónitas de mis compañeros se posaban sobre mí.
-Señorita Evans. Veo que tiene un "entusiasmo" especial por la clase. Así que le daré la opode que el próximo lunes nos exponga el tema que continua.
-Pero, señor...
-¿Alguna pregunta, señorita Evans?-enarcó una de sus canosas y gruesas cejas.
-No, ninguna, señor-bajé la mirada y suspiré.
La campana sonó justo en el instante anunciando la hora del desayuno. Joel me alcanzó y se posó justo a mi lado para ir por las charolas de comida.
-Ok, aparte de sueño, tienes una expresión de enojo... puedo preguntar ¿por qué?-dijo mientras hacía selección de la comida que nos ofrecían.
-Tengo que preparar una clase acerca del paramecium-fruncí el ceño.
-¿Y eso qué es?-preguntó mientras nos sentabamos en la misma mesa en la que solíamos hacerlo siempre.
-¿Y yo que sé?.
-Tendrás que trabajar mucho entonces-musitó con aire de burla y sacudió levemente la cabeza.
-Tendremos-remarqué la palabra-Tú me acompañarás a la biblioteca.
-Sabes que si, pero al menos podrías pedírmelo bien, "por favor".
-Joel, ahora no tengo humor para regaños. Irás, ¿verdad?.
Él suspiró y sacudió la cabeza con expresión seria; no era como una negación, sino como un reproche.
-Iré-dijo pero mantuvo su mirada en la bandeja de su desayuno.
Conocía esa expresión en Joel; apostaría lo que fuera a que pensaba ¿qué hacer conmigo y con mi comportamiento?. Lo sé, y hasta yo misma lo he notado; ya no soy la de antes; pero la gente cambia, ¿no?. ¿Joel espera que siga siendo la niña que a los sietes años hacia berrinches si no conseguía lo que quería?, he cambiado, Joel igual; ahora ambos tenemos diécinueve años. "No tenemos que cambiar de amigos, si estamos dispuestos a aceptar que los amigos cambian". William Shakespare, no sólo un brillante poeta, sino un incorregible sabio también. Yo acepto a Joel, ahora que Joel me acepte a mí.
Las clases terminaron y en el auto de Joel, nos dirigimos a la biblioteca de la ciudad; donde seguro encontraría una amplia información mejor y más precisa que en internet.
Me gustaba ir a la biblioteca, tenía un aspecto antiguo y clásico tanto en su fachada como en su interior. Joel no era muy fanático de las bibliotecas, para él, el único libro que se ocupaba de leer con suma atención, era la biblia; igual como yo debería hacerlo.
Me senté en una de las mesas de madera, dejando en ella el montón de libros que había seleccionado para mi tarea.
-¿Por qué no lo haces mañana, ______?-preguntó Joel con voz perezosa-Tu trabajo es para el lunes, y mañana es sábado; descansa hoy.
-Me conozco Joel, sé que si dejó el trabajo para después lo acabaré haciendo a última hora. Además, exacto; mañana es sábado y quiero pasar el día con mi mejor amigo sin necesidad de vernos para algo que tenga que ver con la escuela.
-Bueno punto, y eso me gustó, creo que es lo más agradable que te he oído decir en días-sonrió.
Le miré con desdén. La sonrisa que esbozaban sus labios desapareció y se convirtió en un gesto cauteloso.
-Ammm... creo que... iré a buscar un libro interesante-señaló con su dedo índice hacia los enormes libreros y sonriendo nervioso, fue hacía ellos.
Revisé cada libro buscando la información con la que pretendía trabajar y anotando en mi cuaderno toda aquella que me relevante. Me paré para buscar otra libro que me diera la información que me faltaba mientras se mantenían los libros sobre la mesa para tratar de no tomar alguno parecido.
-Perdón-musité al chocar con alguien.
-Lo siento-dijo al mismo tiempo una voz varonil.
Mi nariz respiraba su aroma, era un perfume tan suave y dulce. Cuando levanté la mirada, él ya se encaminaba de nuevo. Miré su cuello, tenía varios lunares que me eran difícil distinguirlos debido a la distancia a la que ya se encontraba.