Capítulo 26

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No podía dar crédito a lo que mis oídos oían con inmensa perplejidad. Estaba aturdida, inmensamente desproporcionada a esto. Quería moverme pero no podía, entonces temí que pudiera ser un sueño; uno de esos sueños que hace tiempo no tenía. Esta vez, deseaba con fervor que no fuera así.
Sentí cómo se acercó puesto que su respiración golpeaba con suavidad mi rostro... los labios. Se mantuvo allí por un rato, y mi corazón que ya empujaba contra mis costillas con una fuerza increíblemente veloz, incrementó su golpeteo. Me preguntó si él podía oírlo, porque yo lo escuchaba con claridad ante la oscuridad y el silencio. Pero entonces me concentré más, no era el sonido de mi corazón, sino el suyo, ambos. A pesar de que mis ojos estaban cerrados, mis demás sentidos estaban completamente despiertos, sintiendolo a él... ¿indeciso?.
Sentí entonces cómo su respiración ahora, trazaba un camino desde mi boca hasta la parte superior de mi rostro, donde dulcemente apretó sus suaves labios contra mi frente. Y me desarmó por completo. Me dejó totalmente sin defensas, rompió toda barrera de incredulidad y muros de desconfianza. Me desperté paralizada.
Se separó de mí, dejando una cuerda atada de un extremo a mi corazón y del otro extremo atado a él. Escuché sus pasos en la totalidad del silencio y yendo hacía la puerta. Y cuando me aseguré de que ya estaba sola. Abrí los ojos.
Él estaba afuera, recargado en la madra de la cabaña, bajo el tejado del umbral. La lluvia caía furiosa sobre el delgado techo, y el frío bailaba alrededor de una manera desafiante. Sin embargo, mis pensamientos pasaron de un estado de confusión a uno de anomalía total. ¿Christopher de verdad me había dicho todo aquello que escuché?.
Me senté en la cama, y en un instante, experimenté la sensación de que mi rompecabezas estaba completo, sin embargo, había piezas que no encajaban bien. Si Christopher sentía todo eso por mí, ¿por qué demonios actuaba tan hostil?. Aún no lo comprendía, y eso hacía que de verdad creyera que todo había sido un sueño. Podría pellizcarme para asegurarme de que no lo era, pero sabía que lo único que conseguiría sería un buen moretón.
Suspiré. De repente, el terrible miedo había desaparecido, entre todo el silencio y la obscuridad de la noche una vocecita dentro de mi cabeza me gritó: "¡No seas tonta!. No es un sueño, sabes que es real. ¡Levántate!. Dile que tú sientes lo mismo". No era un sueño, era tan real como el arco iris, tan palpable como el agua. Christopher se había convertido en la medicina para el vacío. Era mi Bryant, mi Christopher Bryant, el mismo que se pintó en mis sueños por dos meses, al que echaba de menos cuando desapareció. Simplemente, esta noche, no quería extrañarlo.
Me levanté con nueva fuerza de la cama y me encaminé hasta la puerta. La abrí e instantáneamente el aire gélido se infiltró por toda la cabaña rodeando mi trémulo cuerpo. Christopher se giró de prisa a mirarme, sin dejar de lado el encanto con el que siempre lo hacía. Nos miramos el uno al otro por un largo rato; él me miraba con los ojos resplandecientes de luz, mientras que yo; sentía como el rubor corría por mis mejillas coloreándolas de rojo.
-¿Te despertaste?-preguntó asustado y aún así, su voz era el sonido más dulce que había escuchado jamás.
Negué con un ligero movimiento de cabeza.
-He estado despierta-dije y me sentí culpable, pero plenamente halagada a la vez.
-¿Des... despierta?-abrió los ojos de par en par, mientras su cabello era despeinado por el gélido viento de la lluvia. Asentí ligeramente-¿Oíste...?.
-Todo-admití y él pareció tensarse. Bajó su mirada al piso-¿En realidad piensas todo eso de mí?-pregunté cuál niña ansiosa por abrir sus regalos de Navidad.
-No puedo pensar otra cosa-musitó con una voz tan caída y aterciopelada que me erizó la piel-Soy un idiota.
-¿Qué?-pregunté confundida; sin pensamiento claro dentro de mi cabeza.
-Soy un idiota-repitió-Por enamorarme de alguien que ya no quiere amar-su voz estaba bañada de un matiz de profunda tristeza.
-Christopher, no entiendo nada.
Él resopló frustrado y triste.
-¡Me enamoré de ti, ______!. Justo desde el primer momento en que te cruzaste en mi camino... en la biblioteca.
-¿Eras tú?-pregunté queriendo asimilar todo lo que me decía, sobre todo lo primero. Él asintió con un movimiento de cabeza-Pero... si tú sientes todo eso por mí, ¿por qué me tratabas tan mal?-pregunté confundida. Me sentía como una niña tonta que no coordinaba del todo bien.
-Es que... yo creí que sería más fácil-musitó.
-¿Más fácil?-pregunté queriéndole mirar a los ojos, pero su vista seguía fija en la madera maltratada del piso.
-Cuando te vi la primera vez, te cruzaste en mi camino en aquella biblioteca. Me pareció ver a la chica más linda que jamás había visto, llámame loco, desquiciado o como tú lo prefieras, pero sentí lo que es el amor a primera vista. Me deslumbraste con esa luz tan propia de ti que me quedé cegado. Pero tú ni siquiera me miraste a la cara, estabas tan distraída pensando no sé qué cosa, hasta que escuché que Pimentel te llamaba... allí supe tu nombre. Supe también que te gustaba leer aquellos libros. Simplemente me encantaste. Pero mi mente me jugó mal y pensé que Joel era tu novio; así que sólo caminé y salí de allí con la esperanza de tan sólo verte de nuevo. Dos días después, cuando Zabdiel te conoció, me habló sobre ti; me dijo tu nombre e instantáneamente supe que era la misma linda chica con la que había tropezado aquel día. Pero tan rápido como llegó la alegría, así de rápido se fue... cuando Zabdiel dijo que te habían hecho daño antes y que ya no te volverías a enamorar. Me explicó también que Joel era tan sólo tu amigo. Pero mis ilusiones de igual forma se cayeron con el sólo hecho de que ya no estabas dispuesta a amar.
¡Por supuesto!. Ahora parecía todo más claro que antes.
Escarbé entre todas las irregularidades de mi mente y entonces encontré las palabras que él había mencionado hace unos minutos, "por enamorarme de alguien que ya no quiere amar". Sentí como había encajado una de las piezas de mi rompecabezas.
-Cuando te vi entonces parada en mi puerta-continuó-Pensé que era una bella ilusión, quise imaginar que me buscabas a mí, pero era algo absurdo porque no sabías que yo vivía allí. Ni siquiera me conocías-gimió-En un pensamiento rápido entonces deduje, que si te trataba de una forma indiferente, evitaría que el sentimiento que de alguna manera ya estaba dentro de mí, creciera. Haría que me odiaras para que ya no te pudiera amar; porque tú no ibas a cambiar de idea a pesar de lo que sea que yo intentara; así que preferí mejor retirarme del juego.
-¿Retírate del juego?-gemí-Christopher, ni siquiera lo empezaste.
-¿Y para que jugarlo si sabía que de igual forma iba a perder?-me atrajó con profunda tristeza-No quería sufrir siendo el único corazón que se había enamorado.
El silencio hizo presencia, el único ruido era el golpeteo de la lluvia sobre el tejado y la tierra. Tomé fuerzas para hablar de nuevo, debido a la sorpresa que todas su bellas y conmovedoras palabras me habían producido.
-Christopher-musité queriendo hacer que me mirara, pero no lo hizo.
Me armé de valor y llevé mi mano derecha hasta su barbilla y con sumo cuidado la levanté haciendo que me observara. Sus ojos lucían espectacularmente hermosos, relucían con la luz de la luna que se reflejaba en ellos y les daba un brillo tan especial que me desmoronó. Su mirada encendió todo sitio oscuro dentro de mí y de pronto me sentí completa. Después mi mano, con una vida propia, recorrió su cabello despeinado... era tan suave. Luego, la bajé hasta su cuello pasando por su mejilla; empecé a tocar con caricias cada lunar en él.
-Increíble que seas tú-musité observando maravillada los diversos puntos negros sobre su piel.
-¿Qué haces?-preguntó confundido.
-Ya me contaste tu historia; déjame contarte la mía-suspiré-Te he estado esperando desde hace tiempo, sabía que llegarías y que, de alguna forma, tú serías el que me encontraría. Te busqué por lugares en los que no estabas, estaba tan ciega. Te soñé desde antes de conocerte, sabía que eras tú. Mi Bryant.
Se acercó un poco, su dulce aliento pegaba contra mi rostro.
-¿Qué me tratas de decir?-susurró muy cerca de mis labios. Sentí su aliento juguetear por mi boca.
-¿Tú me amas?-pregunté.

Las alas de mi Ángel >Christopher Vélez y Tú< (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora