Capítulo 14-T2

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Había pasado el tiempo, un mes y medio. El sol salía con más fuerza en lo alto del cielo azul. Los pajarillos cantaban alegres entre las enredaderas verdes de los árboles del mes de Abril. Zabdiel estaba a sólo nueve semanas de pisar el altar y faltaba menos de un mes para terminar el ciclo escolar. Me graduaría por fin. Sí, el tiempo había pasado y algunas cosas habian cambiado... excepto una.
_______ seguía fría, cuando la besaba, sus labios ya no encajaban con los míos con esa percepción con la que lo hacían antes; habían cambiado de sabor, ya no eran de miel sino duros y fríos. Sus ojos habían perdido aquella luz que refulgía poniendo celosas a las estrellas, ahora eran un par de ojos oscuros y opacos, tristes. Sus sonrisas eran vacías, carentes de alegría. Ya no me llamaba, tampoco salía algún "Te quiero" de su boca, nada. Ella ya no era feliz.
Me sentía impotente, pero sobre todo, un cobarde. No podía ir y enfrentarla, decirle que lo sabía, que sabía que él había vuelto; no sabía cuando es que me había vuelto un completo miedoso, cobarde, pero ya lo era. Además de que me había convertido también en una especie de fantasma, escondiendo mi agonía detrás de una sonrisa.
-¡Christopher, a comer!-gritó mamá desde abajo.
Dejé la pequeña pelotita con la que estaba jugando y me levanté de la cama en la que estaba recostado mirando el techo. Bajé hasta el comedor, papá se encontraba trabajando y Zabdiel en casa de Andrea; mamá y yo empezábamos a acostumbrarnos a la soledad de sólo dos almas en aquella gran casa.
Me senté a la mesa frente al tazón de sopa que mamá me había servido y sólo me quedé observando el líquido cremoso color perla.
-Christopher, ¿te encuentras bien, hijo?-preguntó mamá, acomodando los cubiertos a un lado de mi plato.
Levanté mi rostro hacía el suyo; ruborizado naturalmente y suave, así era el rostro de mi madre, y pude ver en sus ojos el rostro del fantasma reflejado.
-Últimamente has estado muy raro, Christopher-argumentó.
No sabía qué hacer, si llorar y aventarme a los brazos de mi madre platicándole todo o simplemente seguir así, callado.
Acomodó el otro par de cubiertos a lado de su plato y luego se sentó enfrente de mí en aquella mesa.
-Cariño, dime que tienes-extendió su mano a través de la mesa y la colocó sobre la mía. Sentí el cálido roce de su piel-¿Quieres hablar?.
La miré de nuevo, sollozando en mi fuero interno, y sólo asentí.
-Es _______...-musité, bajando mi vista de nuevo hasta el tazón de sopa.
-¿Qué pasa con ella?-retiró su mano y me miró con cautela.
-Eso es lo que yo anhelo saber, madre.
-Christopher, no entiendo nada.
Suspiré y luché contra el nudo que se había formado en mi garganta.
-Cuando _______ tenía dieciséis años se... enamoró de un sujeto que sólo le hizo daño, por eso se volvió fría y poco sociable; pero entonces cambió cuando empecé a salir con ella; aquella chica alegre y sonriente había vuelto a la vida, y yo estaba feliz de haber sido aquel que la revivió. Todo iba perfecto, hasta hace casi un par de meses...-el nudo en mi garganta pareció expandirse hasta dejarme casi sin aliento.
-¿Qué sucedió, Christopher?-me insistió a seguir.
Inhalé llenando mis pulmones de aire fresco y continué.
-Cuando el primo de _______ vino y tuvimos que ir al aeropuerto a recogerlo, ella se encontró con alguien...-recordé el momento y más que furia, había tristeza en mí.
-¿Alguien?.
-Con él, se encontró con el tipo que le había hecho daño antes. Desde ese día, mamá, _______ ya no ha sido la misma, se comporta fría conmigo, ella es una muñeca sin vida ahora, y me duele verla así y no poder hacer nada. Lo he intentado, madre, he intentado hacerla sonreír de nuevo, he actuado como si nada ocurriera; pero ya no puedo seguirlo haciendo... me duele cada vez más-un lágrimas resbaló por mi mejilla.
Mi madre se angustió, se levantó de su lugar y llegó hasta mí, me abrazó con esa protección y ternura que sólo se encontraba en los brazos de una madre.
-Oh, Christopher, cariño-me acarició el cabello. Luego se separó de mí y me tomó de la mano haciéndome seguirla hasta la sala y me sentó en uno de los sofás, ella se sentó a mi lado y no me soltó la mano. Su calor se sentía tan bien-¿_______ aún quiere a ese chico?-preguntó.
-Sinceramente, mamá... no lo sé.
-¿Y tú crees que lo que ella necesite sea tiempo para pensar?.
-¿Tiempo?-la miré, confundido por el significado que sabía que llevaban sus palabras-Madre, yo sólo quiero que _______ vuelva a ser feliz.
-¿Y qué estarías dispuesto a hacer para eso?.
-Cualquier cosa-aseguré.
-Bien, quizá _______ necesite tiempo para definir sus emociones y que vuelva a concentrarse en las que de verdad la hacen feliz.
-Tiempo-susurré.
-Sé que vas a hacer lo que creas correcto, Christopher. Eres valiente-me acarició el cabello y se levantó-¿Guardo tu plato?.
-No, sí tengo hambre-me paré también y nos dirigimos de nuevo a la mesa-Gracias, mamá.
Se acercó y besó mi cabeza con ternura.
-Siempre tendrás mi apoyo, hijo-y se sentó a la mesa de nuevo.
Tiempo. Tiempo sin mí. Ella ya no era feliz a mi lado, ¿y si su felicidad estaba con él?. Entonces era yo quien estorbaba... me dolió.
Supiré y me asomé por la ventana.
-Buenas noches, _______-susurré mirando su habitación.
Estaba cansado, ya no quería pensar. Mañana sería viernes, mañana ordenaría todo en mi mente, mañana... hoy sólo quería dormir en un sueño profundo y despertar mañana.

Las alas de mi Ángel >Christopher Vélez y Tú< (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora