Capítulo 4-T2

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La tarde nos esperaba ansiosa. El reloj marcaba las seis y tres minutos y yo me encontraba corriendo una vez más al encuentro con mi novia, esta vez con su regalo en mano.
-Eres de lo más tierno, ¿lo sabías?-me dijo al mirar la botella llena de estrellas.
-Soy así por qué tú estás en mi vida.
-Te amo, cursi-rió y me besó.
Me dispuse después a colocar la película en el DVD color plata que _______ tenía debajo de su televisor mientras que ella se dirigía a la cocina a preparar el tazón de palomitas. Luego de unos minutos se acercó con un gran tazón verde en las manos lleno de palomitas de maíz y antes de acercarse a mí, apagó el interruptor de luz. La miré curioso.
-No me gustará el cine pero nadie dijo de no tener el mío en mi propia casa-se encogió de hombros y yo reí.
-Me encanta la idea-musité y le hice seña de que se colocara a mi lado.
Nos sentamos en el suelo alfombrado y usamos como respaldo el frente del sillón, unos cuantos cojines nos ayudaron bastante a estar cómodos.
Le di 'play' a la película y _______ colocó el tazón en medio de nosotros. Se acomodó en mi pecho y yo la abracé con delicadeza. Así, transcurrieron treinta y seis minutos de la película. No era aburrida, pero la oscuridad no ayudaba mucho a que mantuviera mis ojos abiertos sin una pizca de sueño; comencé a cerrarlos un poco y _______ me miró.
-¿Te estás durmiendo?-me reprochó.
-¿Yo?. No-abrí los ojos para mirarla.
-Te estás durmiendo-me acusó y me echó un puñado de palomitas en la cara, enseguida rió.
-Esta si me la pagaras-bromeé y ella se quitó de encima mío para gatear a otra parte mientras huía de mí.
Fui detrás de ella y la tomé de la cintura impidiendo que siquiera alejándose, soltó una lluvia de carcajadas y terminó por rendirse ante mi agarre, dejándose así, caer en el suelo de espaldas entre tanto que yo, me situaba arriba de ella para evitar que se escapara.
Nos reímos un rato de lo niños que habíamos parecido. Luego, las risas se dejaron de oír, sus ojos brillaban con la tenue luz de las lámparas de afuera y me miraba estando su rostro a unos quince centímetros del mío. El latido de mi corazón se aceleró un poco y pude escuchar perfectamente en el silencio, la hermosa melodía que su corazón producía con cada palpitar.
Me acerqué lentamente y ella cerró los ojos y encontró mis labios. Nos unimos en un beso auténtico, perfecto, con los labios bailando en una sincronización sin igual. Saborear sus labios era la experiencia que un escéptico necesitaba para creer en la magia y a la que a un ciego le hace falta para ver los colores.
Sentí sus manos vagando por mi espalda y me dejé caer a su lado, sin dejar de besarla. El sonido de la televisión se perdió y aquella oscuridad era nuestro único testigo.
Coloqué mis manos en sus cálidas mejillas y profundicé más aquel beso. Ella me rodeó con sus brazos y luego sus manos se situaron en el inferior de mi camisa, de la cual repentinamente se me olvidó el color. Las introdujo ágilmente debajo de la franela acariciando mi abdomen, haciendo que una nueva sensación, como de estrujamiento de tripas, se produjera dentro de mí. Intentó levantar aquella prenda que vestía mi cuerpo, pero instantáneamente me separé de ella y la detuve.
-¿Qué haces?-pregunté confundido.
-Te quiero-susurró.
-Yo también-musité sin entender aún.
Ella rió un poco y se acercó de nuevo a mis labios.
-Te quiero a ti-susurró muy cerca dé ello.
Y entonces comprendí a lo que se refería. Me aparté mirándola con reproche.
-Debes de estar bromeando-le dije y ella enseguida me miró confundida.
Se levantó de inmediato y se sentó de nuevo en el suelo, con sus brazos abrazando sus rodillas y hundiendo su mirada en un punto de la oscuridad.
-_______-me levanté también. Y articulé su nombre con la voz más dulce que pude hacer-¿Estás molesta?-pregunté, acercándome a ella.
-No-me dijo tajante. Suspiré.
-_______-volví a insistir-Discúlpame-hice que me mirara, atrayendo su rostro hacía el mío-Escucha, eres demasiado importante para mí, ¿comprendes eso?, no haría nada que fuera una falta de respeto; eres demasiado especial y quiero que esto también sea especial y a su tiempo. Quiero hacer las cosas como Dios manda, por que me importas-le acricié la mejilla y ella agachó la mirada.
-Soy una tonta-masculló.
-_______, ¿quieres dejar de hacer eso?-le insistí.
-¿Qué cosa?.
-Culparte. Si supieras cuán difícil es resistir.
Ella soltó una risita dolida.
-Dímelo a mí-dijo con sarcasmo.
-Hagamos algo. Olvidémonos de este incidente, ¿sí?. Terminemos de ver la película; recuerda que tenemos hasta las ocho-le acaricié la mejilla y besé la punta de su nariz.
Me sonrió y se acomodó de nuevo en su lugar, me atrajo hacia si y se acomodó una vez más en mi regazo.
La película transcurrió proyectando cada escena en el televisor, ahora no tenía ni una pizca del sueño que antes se apoderaba de mí; estar a lado de _______ era lo suficientemente bueno como para desperdiciar el rato durmiendo.
De vez en cuando sentía como el abdomen de _______ se inflaba debajo de los suspiros que dejaba escapar al ver las románticas escenas de la película y cómo mi brazo al descansar arriba de este, subía también. Su cabello me quedaba cerca del rostro puesto que su cabeza descansaba sobre mi pecho, y el aroma a frutas de sus cabellos se infiltraban en mi nariz. Era como estar en un paraíso propio.
La hora pasó volando y el reloj que _______ tenía sobre una de las mesas de cristal que se situaban a los lados de su sofá marcaban las ocho con dos minutos.
-Es hora de comenzar a prepararnos-dije, incorporándome del suelo.
-Aún no entiendo-musitó, levantándose también.
-¿Qué cosa?-exigí saber, mientras aventaba un cojín a una de las orillas del sillón.
-¿Por qué Zabdiel nos invitó a todos??. Así, de última hora.
-Ammm...-lo cierto era que sabía la respuesta a la pregunta que _______ había hecho; pero no podía decirlo, todos se enterarían de la propuesta de matrimonio en el momento que Zabdiel quisiera y no podía darme el lujo de robarle el derecho-Pues... no lo sé-dije al fin.

Las alas de mi Ángel >Christopher Vélez y Tú< (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora