Capítulo 16-T2

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El canto de los pájaros fue mi reloj despertador. Los atisbos de un día nublado eran mínimos a comparación de los del día anterior. Me revolví entre las sábanas y repasé en mi cabeza algún plan para un domingo como hoy, me decepcioné de no encontrar nada y de recordar que todos los domingos los pasaba con Christopher.
Suspiré y me levanté algo frustrada por lo de ayer; la declaración de Christopher retumbaba en mi cabeza como un eco aturdidor... " no, no, no" y la pequeña pelea con Joel me hacía sentir pésima. Podría llamar quizá a Lola, a decir verdad se había convertido en mi mejor amiga, éramos confidentes, le tenía muchísima confianza; pero justo ahora ella no era una buena opción. ¿Andrea?, más que una amiga, era como mi hermana; podía jurar incluso que sería mi gemela si yo no fuese hija única; pero molestarla con mis problemas a semanas de su boda no sería cortés de parte mía. Raquel, era una amiga fantástica a quien por cierto le tenía bastante confianza, pero parecía que ya estaba apartada para hoy; Erick pasaría un rato con ella.
Fruncí el ceño estrujándome los sesos en busca de un nombre... ¡pero claro!. Leslie Massen, ¿estaría muy ocupada hoy?. Busqué mi móvil entre las arrugas de las cobijas y lo encontré de lado izquierdo de mi almohada, tenía un mensaje nuevo. El corazón se me paró al leer el nombre de mi tontería en la pequeña pantalla, abrí el mensaje y lo leí. Quería verme hoy.
Tonteé un buen rato con mi armario después de haberme bañado, buscando algo bonito para ponerme, nada parecía convencerme. A los minutos opté por una blusa café de botones dorados y con un cinto al centro del mismo color reluciente. Me sentía estúpida, no por la ropa sino por el acto.
Cepillé mi cabello de forma rápida, algunos mechones aún estaban húmedos; tomé un bolso negro y me lo colgué en el hombro, así a grandes zancadas salí al encuentro con mi tontería.
Estaba nerviosa, era la primera vez después de casi cuatro años que lo veía en persona y le hablaba. Las piernas me temblaron debajo de la falda negra y mis pies quisieron correr en dirección opuesta. A lo lejos vi aquel parque, uno pequeño y verde, en donde me había citado. Lo busqué con la mirada una vez que me acerqué pero no pude verlo, me senté en una pequeña banca y suspiré, seguro me veía estúpida, o al menos así me sentía. Levanté la mirada una vez más y entonces lo vi, el corazón me latió nervioso y emocionado mientras él se acercaba. Llevaba una mano en el bolsillo de su pantalón mientras la otra era libre, vestía una camisa de manga larga blanca y con rayas verticales en tonos pasteles; sus jeans ajustados me hicieron reír para mis adentros, estaba un poco delgado. Recordé a Christopher y comparé... sentí un poco de nostalgia. Miré su cara y le sonreí, las comisuras de sus labios se elevaron hasta formar una bonita sonrisa que luego chocó con el piso hasta que por fin llegó hasta mí.
-¿Tienes mucho esperándome?-me preguntó.
Su voz era la torpe melodía que yo había olvidado pero que me traía tanta inspiración.
-No, acabo de llegar también-dije y él se sentó a mi lado.
Lo observé por unos segundos, no era como lo recordaba, su cabello estaba teñido, un poco más largo y era protagonista de un peinado raro, pero lindo. Unos cuantos centímetros habían sido agregados a su estatura, dejándome a mí un poco por debajo de su nariz; su cuerpo formado estaba exactamente igual que la última vez, incluso quizá un poco más flaco, y el desgarbo en él era encantador. Sus ojos profundos y de un café oscuro me observaban intrigados y la morena piel de sus mejillas quiso convertirse en un leve rojo. De pronto vi a Christopher en su rostro.
-¿Tengo algo?-preguntó, cohibido ante mi análisis visual.
-¿Ah?. No-sacudí disimuladamente la cabeza y reí torpe.
-¿Cómo has estado?-quiso saber.
Me quedé en silencio, tenía una respuesta, sin embargo decirla no sería buena idea.
El recuerdo de los primeros tres años me atormentó en el momento, me causó una impresión más aguda que antes, como si de pronto algún escudo que hubiese estado allí, haya desaparecido.
-Bien, ¿y tú?-contesté con el típico guión.
-Extrañé algunas cosas cuando me fui a California... ya sabes, familia, amigos, a ti...-su rostro avergonzado se agachó.
Me reí sin saber qué decir y mejor decidí cambiar de tema.
-¿Cómo te fue en California?.
-Tú sabes que soy un cero a la izquierda en el estudio-frunció el ceño.
-¿No te graduaste?-me sorprendí.
-No, y mamá se enojó bastante-rió-¿Y tú?.
-Está semana es la última, pero son sólo tres días.
-Siempre poniéndome la muestra, ¿no?-las comisuras de sus labios se elevaron de nuevo, formando dos líneas curvadas a cada lado mientras él sonreía-¿Y harán algún baile o algo por el estilo?-preguntó curioso.
-Yo supongo que sí-encogí los hombros mostrándome indiferente. La idea de usar vestidos largos y elegantes no era precisamente algo que yo anhelara.
-¿Irás?-cuestionó con cierto anhelo en la voz.
Torcí el gesto y negué con la cabeza.
-No lo creo.
-¿Por qué no?.
-Porque...
-¿Tu novio no te quiere acompañar?-me interrumpió.
-No, no teng... no tengo novio-dije y me sentí extraña, como si hablara por primera vez acerca de eso.
-¿No?-me miró de nuevo, ya que su vista sólo jugaba lejos de mi rostro. Negué con la cabeza-Yo pensé que...
-Tenia uno-dije y pude sentir aquella punzada de dolor un gramo más pesada que la última vez al recordarlo.
-Perdón-no sé qué vio en mi rostro que hizo qué articulara la disculpa.
Me quedé en silencio, ¿qué iba a decir?. "¿No, no importa?"
<¡Pero claro que importa!>. Me gritó una voz en mi cabeza.
Él siguió mi silencio, sin saber qué decir.
-Silencio incómodo-murmuré divertida después de algunos segundos.
-¿Por qué?. A mí me gustan-musitó.
Lo miré, su cabello bailoteaba al ritmo de la brisa y en su piel morena se trazaban líneas a un lado de su boca al intentar elevar las comisuras de forma tenue. Tenía una pequeña peca por arriba de su labio, a lado derecho, que contrastaba perfectamente con el tono de su piel y el grueso de sus labios. De pronto se me vinieron a la mente imágenes continuas de las veces que miré, besé y acaricié cada lunar en el cuello de Christopher, una tras otra. Gemí al sentir una nueva punzada de dolor cerca del pecho.
-¿A ti no te gustan?-preguntó sin notar siquiera el gemido que se había quedado atorado en mi garganta.
Apenas iba a responder, mi móvil sonó escandalosamente anunciándome que alguien me llamaba.
Christopher. Su nombre se dibujó en mi mente anhelante de que fuese él quien llamara. Tomé el celular.
-Debo atender, ¿me disculpas?-dije.
-Claro.
Me giré sobre la banca, dándole un poco la espalda a Richard y contesté. Yo pensé que Joel ya no me volvería a hablar.
-¿Hola?-musité.
-_______, ¿dónde estás?-su voz a través de la bocina tenía un matiz de molestia que quería disimular pero que claramente no podía.
-Emmm...-vacilé un poco.
-¿Estás con él?-su despectivo tono de voz al pronunciarle me hizo estremecer.
-Sí-admití-¿Cómo sabes qué...?
-Erick me dijo que te habías ido, lo demás lo supuse yo. Quiero que vengas a tu casa ahora mismo-me ordenó con alguna voz de alfa que no sé de dónde sacó.
-Pero...
-_______, ya-su voz era firme.
-Está bien... llego en quince minutos-murmuré, rendida.
Colgó él primero, sin duda Joel estaba furioso y eso me daba temor, jamás lo había visto así de enojado, no desde hace tres años.
Me giré lentamente hacía Richard.
-¿Tus padres?-preguntó.
-Algo así-torcí el gesto-Mi mejor amigo.
-Ah, tu amigo el de siempre, ¿cómo se llama? ¿Bartolomeo?.
Quise reírme pero lo único que pude identificar en mi interior fue un diminuto cólera.
-Joel-especifiqué.
-Parece tu papá-se quejó.
-Sólo se preocupa-me levanté de la banca.
-No le agrado, ¿verdad?.
-¿Eh?-su pregunta me tomó con la guardia baja.
-No le agrado-afirmó.
-Emmm...
-Ni tampoco a tu amiga... Lola-recordó.
La verdad era que estaba en lo cierto, ni a Joel ni a Lola, quienes fueron los que me conocieron desde el principio, les gustaba su persona.
Me encogí de hombros porque no quería contestar a una pregunta tan obvia, pero ni siquiera era una pregunta, era una afirmación.
-Tengo que irme-anuncié.
-Te acompaño a tu casa-se levantó también.
-¡No!-la palabra salió de mi boca como si alguien más la hubiese pronunciado con una férvida seguridad, pero reconocí el temor en el fondo de mi negación y este era sólo mío. Me miró extrañado, un poco ofendido-Te lo agradezco de todos modos. Me dio mucho gusto verte de nuevo-musité, sintiendo como la última parte de la oración me parecía bastante hueca.
-¿Vives donde mismo?-preguntó.
-Sí. Adiós-me despedí y salí con paso acelerado hacía donde me esperaba un buen regaño.
-Adiós-alcancé a oír su voz a través de la distancia que mis pies ya habían recorrido.
Salí disparada hacía mi casa, caminaba con paso veloz y me fijaba por donde pisaba para no caer. Hasta yo sabía que estaba haciendo algo indebido, pero no podía evitarlo, algo dentro de mí quería verlo, alguna parte donde me fallara un tornillo. Si embargo, no estaba feliz. Lo había visto, sí. ¿Y dónde habían quedado todos esos latidos de corazón? ¿El temblor de mis piernas ó la ansiedad de mis labios? ¿Dónde se había escondido la luz de mis ojos que ahora sentía opacos?.
<¡Christopher!>. Me gritó una voz en mi cabeza e inmediatamente le ordené que se callara.
-Él no me quiere-le dije y le regalé una mueca.
Llegué a casa y divisé a Joel, los brazos cruzados sobre su pecho mientras esperaba recargado en el porche. Su expresión sería me hizo sentir cierta culpabilidad.
-Hola-dije tímidamente al acercarme.
Él me miró profundamente por un segundo, como si me examinara o quisiera encontrar algo en lo hondo de mis ojos. Me cohibí.
-¿Qué tal tu mañana?-exigió saber, con cierta ironía en su voz.
-Bien-error, no debí de haber contestado aquello.
El rostro de Joel se endureció y de parecer el de un niño pequeño pasó a parecer el de un león furioso.
-¡¿Es que de verdad estás demente?!-estalló y de pronto, un rojo carmesí pintó su cara.
-¡Joel, no voy a permitir que me ofendas!-dije a la defensiva. Será muy mi mejor amigo, pero no me iba a faltar al respecto.
-Discúlpame, ¿pero es que no lo ves?.
-¿Ver qué?.
-Yo no sé cuáles son las intenciones de ése tipo, pero estoy casi seguro que te hará daño si no te alejas. La historia volverá a repetirse-gesticuló en señal de desespero.
-Nada sucede dos veces en el mismo mundo-dije.
-No te entiendo, _______-musitó.
-¿Qué quieres entender?.
-Cómo puedes aferrarte a algo que te dañará y dejas que el verdadero amor se te escape de la manos-movió su cabeza en señal de reproche.
-No soy tonta, Joel-mascullé ofendida.
-No, ya rebasaste ese nivel-pasó a mi lado decidido a marcharse.
-¡No voy a regresar con Christopher!-me giré y le grité-¡Él ya no me quiere!,
Él también giró para verme antes de subirse a su Mustang.
-Yo no estoy diciendo que regreses con Christopher, sólo te pido que te alejes de Richard-abrió la puerta de su auto de un jalón y subió enfadado dejándome a mí allí casi de la misma manera.
Me di la media vuelta y me introduje enfurecida a casa, Erick no se encontraba y seguro estaba con Raquel; así que me tiré en el sofá y abracé con fuerza un cojín mientras las perlas cristalinas se desbordaban por mis ojos.
¿Es que Joel no entendía?. Christopher ya no me quería en lo absoluto, ¿qué se supone que yo haría?. Richard mostraba interés en mí y me placía saber eso.
<¡No seas una estúpida!>. La voz en mi cabeza gritaba enfurecida. <¡No seas ridícula!. ¿Por voluntad propia te arrojas a los brazos de ése patán?. Mejor lánzate de un precipicio, sería más adecuado>. Me reprochó.

Las alas de mi Ángel &gt;Christopher Vélez y Tú&lt; (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora