Capítulo 25-T2

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El corazón me palpitó nostálgico, triste y adolorido. Abrí lentamente la puerta y el perfume de aquella habitación me aguó los ojos nublándome la vista. Todo olía a Christopher, todo era él.
Mi primer impulso fue correr y tirarme en su cama, que permanecía impecable y bien hecha. Pero mis pies se movieron lentos a través de la roja alfombra y una lágrima se estrelló en ella. Era una habitación, su habitación... vacía. La ropa de Chris ya no estaba en su armario, ni su guitarra estaba colgada a lado de su cama.
Las lágrimas se acumularon en mis húmedos ojos. Moví mis pies hasta el empolvado escritorio de madera que había de lado derecho, a lado de la ventana. Abrí los cajones superiores, como si quisiera encontrar alguna prueba de que Christopher no se había ido, pero no había más que polvo. Pero luego abrí el tercer cajón y me encontré con una hoja de papel. La tomé con mano temblorosa y reconocí aquella caligrafía alargada que se dibujaba en el. El corazón me palpitó.
"Observando de vuelta a la cara
Una memoria no puede ser borrada
Lo sé, pero lo intenté
Empezando a sentir el vacío
Y todo lo que voy a perder
Ya sé, que no me puedo esconder.
Empezar a respirar y fingir una sonrisa
Es siempre lo mismo después de un tiempo
Todo ese tiempo esta pasando
Creo que es tiempo de seguir adelante
Espero que encuentres el camino de regreso al lugar donde perteneces
Cuando regreses atrás
Si aterrizas en tus pies
Espero que encuentres un camino para volver a mí."
Unos círculos se dibujaron en el papel, las lágrimas se estallaban en el formando círculos irregulares. El corazón me latía desbocado, deseoso y esperanzado.
-¿_______?-la voz de Andrea me hizo dar un brinco.
Me llevé el papel al pecho y luego, en un movimiento rápido lo oculté bajo mi blusa, deslizándolo bajo la apertura del cuello que para suerte mía, ese día había decidido usar un blusón de botones. Me giré para encontrarme con las caras confundidas de Zabdiel y Andrea.
-¿Qué haces aquí?-me preguntó ella, con un matiz en su voz de preocupación, como si temiera que me hubiera hecho daño. Quizá vio las lágrimas que aún recorrían mis mejillas.
-_______, ¿estás bien?-inquirió Zabdiel, dando un paso hacía adelante.
-¿Les... les molesta si me voy a casa?-inquirí con voz baja-Pueden entregarme el vestido después.
No esperé respuesta alguna por parte de ellos, sino que salí con grandes zancadas del lugar.
Ahora comprendía todo, y conforme la esperanza se iba albergando en mi fuero interno, también iba creciendo la culpabilidad. Había una remota posibilidad de que Christopher aún me quisiera, a pesar de que había dicho que no, pero yo lo conocía como la palma de mi mano y ahora sabía que le había hecho un daño enorme, pero estaba dispuesta a remediarlo, si es que él me daba la oportunidad.
Comencé a caminar a través de la acera, con las manos en los bolsillos de mi chaqueta y la cabeza dándome vueltas en todas direcciones. Me acordé del papel que guardaba bajo mi blusa y lo saqué, quería leerlo hora tras hora hasta lograr memorizar cada palabra de él; pero lo guardé en uno de mis bolsillos, aquello era como un tesoro para mí.
Me sentía tan mal, como cuando eres niño y rompes el jarrón favorito de mamá ó tiras bebidas en algunos papeles importantes para papá. Pero la culpa era mucho más que eso. Era tan devastadora que me hacía derramar lágrimas, una tras otra. Había herido a la persona más importante en mi vida, le había roto el corazón y quizá lo había hecho llorar también. Y eso no me lo perdonaba. Se me hacía un nudo en la garganta con el sólo hecho de pensar que él había llorado por mi culpa, por mi error, por mi estupidez. Era tan difícil imaginármelo destrozado por mi culpa.
Mis pies caminaban y caminaban sin querer parar, quería irme tan lejos como pudiera, porque la culpa me estaba consumiendo cada vez más. Esto ya no parecía la vida real, parecía el melodrama de una película o el clímax desastroso de alguna novela; sin embargo, era la realidad y yo su protagonista.
Quería encontrar el hechizo ideal para hacer que Christopher volviera, para hacerle saber que lo lamento y que mi alma lo ama con todo lo que puede. Quería encontrar la forma de volver el tiempo atrás para jamás haberme separado de su lado, para jamás haberlo dejado irse. Porque ahora vería todo claro. Las imágenes pasaban por mi mente como la proyección de una película. Y yo era la culpable de que Christopher se hubiese ido, había sufrido por culpa mía, había llorado quizá por quererme y en uno de esos momentos en los que no podía hablar con nadie escribió lo que ahora yo guardaba en mi bolsillo como un tesoro y apretaba con fuerza con mi mano.
La esperanza era mínima, por que quién seguiría queriendo a una persona que le hizo daño. Pero cada segundo que pasaba lo necesitaba más y me mataba no tenerlo; era como si en cada segundo la daga que sentía atravesada en mi pecho hiciera la apertura más grande. Respirar me era un tanto difícil, pero luego la respiración se me fue por completo. Había llegado a un lugar que reconocí inmediatamente... el lugar de nuestra primera cita.

Las alas de mi Ángel >Christopher Vélez y Tú< (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora