(Narra _______)
No era justo. Nada de lo que estaba pasando era justo.
Arrugué la hoja que tenía delante de mí y la dejé allí sobre la madera de la mesa. Me llevé amabas manos a la cabeza, donde la maraña de cabellos eran sujestados por una pinza. Estaba tan cansada de llorar, pero era como si las lágrimas nunca se acabaran, limpié la que resbaló por mi mejilla y me obligué a concentrarme de nuevo. Tomé una nueva hoja y con mi cansada mano sujeté el bolígrafo; pero en seguida lo lancé con furia hacía una de las esquinas de aquella habitación, ¿cómo le iba a decir a mi novio todo por medio de una carta?. Qué cobarde.
Era tan cobarde que no podía decírselo cara a cara. Me sentía la persona más pérfida en toda la faz de la tierra, sabía que ya no era igual, que había cambiado a partir de su llegada. Genial, allí estaba yo, de nuevo pensando en él.
Mi celular comenzó a sonar con el tono característico de un mensaje, rogué a Dios que el nombre de mi tontería no se dibujara en la pantalla, pero allí estaba. Abrí el mensaje y lo leí cautelosamente.
|Sólo quería desearte buenas noches, que tengas un lindo sueño. Sueña conmigo, perdón, con tu novio|
Aventé el celular contra la mesa y me dejé caer sobre ella. Últimamente él era quien me deseaba buenas noches, Christopher ya no lo hacía. Además, yo era culpable también, sabía que no debí de haberle contestado el primer mensaje que me había mandado, pero me sorprendió que aún conservara mi número después de tres años.
Me levanté de la silla y me acerqué al ventanal de la sala, no había rastro alguno de Christopher, su auto no estaba; miré fugazmente el reloj de la pared, iban a ser las nueve de la noche, la tormenta había pasado. Me retiré de la ventana, sintiéndome completamente sola y abandonada; aunque muy dentro de mí, muy al fondo de mi corazón, no era así, él estaba allí, a través de la distancia, pensando en mí. Y muy en el fondo, me sentía feliz.
Estaba tan aturdida, parada exactamente en el centro de un remolino de confusión y caos donde mi corazón era el objetivo principal. Miré la mesa, y el desorden que había dejado en ella, las hojas regadas por encima de un par de cuadernos y un puño de bolitas de papel mal esparcidas. Le fruncí el ceño a la escenografía y subí a mi habitación, era temprano; pero lo único que quería era dormir para no pensar.(...)
Comencé a abrir los ojos perezosamente, lo primero que pude captar fue el tono violeta de las paredes de mi habitación; dirigí mi vista a la ventana, hoy había amanecido frío y sentí como la piel se me erizó.
Tomé mi celular, me di cuenta entonces de que tenía un nuevo mensaje; me tañé los ojos con el dorso de mi mano y abrí aquel mensaje no prestándole atención al nombre que se dibujaba en la pantalla.
|Buenos días|
Busqué en la parte superior al emisor, y allí estaban esas siete letras formando su nombre. Hacía tres minutos que el mensaje se había colocado en mi bandeja de entrada, acomodándose junto con los otros cientos de mensajes de él. El nombre que pensé jamás se dibujaría en la pantalla de mi móvil, ahora atascaba la bandeja de entrada.
Suspiré. Me levanté y me metí a la ducha, el agua fría que salió al principio terminó por despertarme y me erizó la piel de nuevo; salté hacía el exterior de la cortina de agua que la regadera soltaba sobre mí y esperé a que el agua caliente saliera para poder así bañarme.
Desayuné unos huevos revueltos y cuando terminé lavé el plato que había usado. Miré por el ventanal, el auto de Christopher estaba en el mismo lugar de siempre; pero hacía varios días ya que no lo veía a él. ¿Se habrá cansado de mí? ¿Es por eso que ya no me llama como lo solía hacer antes?. Una parte de mí, se sentía indiferente ante eso; otra aún extrañaba ese tipo de detalles; sin embargo, la que mayor fuerza tenía era la primera.
Las manejillas del reloj recorrieron con velocidad su transcurso marcando así las siete con veinte de la tarde. El día estaba nublado, el cielo poblado de nubes grises tenía atisbos de que una tormenta parecida a la del día de ayer volvería a caer. Me acurruqué en el sofá de la oscura sala, el nublado cielo no otorgaba tanta luz y mi rostro sólo era iluminado por el televisor que desplegaba escenas de aquella aburrida película que estaba viendo.
Llamaron a la puerta sin tocar el timbre, sino con golpes serios. Me levanté recelosa y curiosa abrí la puerta, entonces vi a Christopher, su rostro era inescrutable; alguna extraña expresión dibujada en su cara.
-¿Christopher?-pregunté, sorprendiéndome en la puerta.
-_______, ¿podemos hablar?-dijo serio.
-Por supuesto-le abrí la puerta para que pasara, por él negó con su cabeza.
-Aquí no, ven-me hizo seña de que lo siguiera y antes de salir, arrebaté la chaqueta del parchero. Me aseguré de traer la llave en el bolsillo y cerré la puerta detrás de mí.
Él no dijo nada en todo el camino, yo tampoco. Últimamente el silencio era muy común entre nosotros, las palabras simplemente ya no se formaban en mi boca.
Le seguí por unos minutos, hasta que llegamos al verdoso parque que meses antes habíamos visitado. Se sentó en una banca y me senté a su lado, sintiendo cómo el frío metal erizaba mi piel y cómo el aroma a lluvia se metía por mi nariz. Christopher respiró hondo y comenzó a hablar.
-¿Has notado como nos hemos alejado?-preguntó así de repente, tomándome con la guarida baja.
-Emmm...-murmuré, sin embargo él tenía razón-Sí.
Su rostro se volvió duro y su mirada estaba posada en algún punto fijo sin dirección.
-_______, creo que... estar junto ya no... ya nos beneficia-dijo y sentí el frío más intenso devorando mi piel.
-¿Qué?-intenté procesar sus palabras-¿Estás terminando conmigo?-exigí saber.
-Discúlpame-asintió-Estos último meses, sólo fueron una pérdida de tiempo.
Fruncí el ceño automáticamente, le miré con incredulidad pero él no apartaba su vista de aquel punto sin dirección.
-¿Una perdida de tiempo?-repetí-¿Eso fue para ti?.
-¿Para ti no?-dijo con aplomo.
-No. Christopher, ¿qué pasó con el "por siempre y para siempre"?-pregunté, recordando aquel bello momento que habíamos tenido alguna vez.
-La gente cambia y las personas se rompen-musitó.
-Ya... ya no me... ya no me quieres?-articulé cada palabra clara y ansiosa, con cierto temblor escondido en mi voz.
Fue entonces cuando se dignó a mirarme. Sus ojos eran duros, imperturbables.
-No-musitó serio, sin apartar sus ojos de los míos.
¿Era una broma?. Sentí que el alma se me desplomó, una respuesta inesperada había entrado por mis oídos, él ya no me quería.
Aturdida y con la mente en blanco me quedé mirándole, hundida en un silencio que produje instantáneamente. Él tampoco dijo nada. En medio de un montón de pensamientos trivalentes, hubo uno que llevaba su nombre, siete letras aparecieron en mi cabeza y junto a ellas, una sonrisa.
-Está bien-murmuré, sin ver realmente los ojos de Christopher.
Él no dijo nada, suspiró solamente y se leva de la banca y comenzó a caminar en la dirección que habíamos venido. Me quedé allí sentada, viéndolo desaparecer por la vereda del parque hasta que me fue imposible distinguir su figura, lo perdí entre la niebla y luego pude sentir el frío metal de aquella banca blanca en la que mi cuerpo derrumbado descansaba. El frío comenzó a erizar de nuevo mi piel y el gélido aire a despeinar mis cabellos. Todo había terminado.
Por alguna extraña razón que de cierta manera me traía un poco de terror, no me sentía tan mal. A la mente se me vino su nombre, ¿estaría esto mal?. Saqué rápidamente mi celular del bolsillo de mi chaqueta y busqué entre mis contactos a aquel nombre que había aparecido en mi mente. Allí, debajo del último nombre con la letra 'q', estaba el de él. Richard.
El corazón me latió indeciso, preocupado y sintiéndose estúpido; ¿qué tan mal estaría que le llamara y le dijera que mi novio había terminado conmigo?. Un leve tronido retumbó en el cielo gris, miré hacía las nubes esperas y fue como un aliento a hacerlo, apretar el botón verde y poner "llamar"... pero no, busqué en la letra 'j', en primer lugar estaba mi mejor amigo; a quien de verdad necesitaba. Lo llamé y esperé a que contestara, sonó un par de veces antes de que la dulce voz de mi amigo resplandeciera del otro lado de la bocina.
-Hola, _______.
-Joel.
-¿Qué es lo que pasa, _______? ¿Estás bien?.
Me pregunté que tan alarmada había sonando mi voz, Joel enseguida notó que había algo en mí.
-Necesito hablar-musité.
Otro trueno un poco más fuerte que el de hace unos minutos relampagueó en el cielo y me fue imposible oír la tenue voz de Joel.
-¿Qué?-pedí que me repitiera lo que sea que había dicho.
-¿Dónde estás? ¿Quieres que vaya a tu casa?.
-Estoy... sí, te encuentro en mi casa en media hora-dije.
-¿Segura que estás bien?.
-No lo sé, Joel. No te dije que sí-colgué sin esperar respuesta de su parte.
Una gota de agua cayó en mi rostro, fría y decidida; miré al cielo y pude visualizar como más gotas caían de pronto; me levanté perezosamente sintiendo la culpa transpirar por mi piel. Lo cierto era que no necesitaba a Joel para contarle que me sentía mal por que Christopher había terminado conmigo y peor aún, me había dicho que ya no sentía nada por mí; sino que lo necesitaba porque me sentía confundida con respecto a alguien más, quería saber que tan malo era pensar en Richard cuando Christopher me decía "No".
Metí las manos a mis bolsillos para esconderlas del frío y agaché mi cara para ocultarla de la lluvia; mi cabello comenzó a humedecerse al igual que mi ropa; hasta llegar a un punto en el que me encontraba totalmente empapada y las gotas de lluvia resbalaban por mi cabeza hasta la punta de mi nariz.
Caminé a una velocidad normal, perezosa incluso, sin inmutarme por la lluvia hasta que llegué a casa. Miré el hogar de enfrente, las luces se encontraban apagadas.
-¡_______!-gritó Joel al verme y salió de debajo del porche para ir a recibirme, sin importar que la lluvia aún cayera-¿Estás bien?-me sujetó de ambos brazos y me sacudió levemente para que lo mirase.
-Christopher terminó conmigo-mascullé.
-¡¿Qué?!. Pero, ¿te dijo por qué?. ¿Qué pasó?-me atrajo hacía el porche para resguardarnos de la lluvia.
-Ya no me quiere-sentí una leve, muy leve punzada de dolor.
-¡¿Qué?!. Eso... ¿eso te dijo?-las facciones del rostro de Joel se hicieron incrédulas.
-Sí.
-Pero...-se quedó en silencio por un segundo-¡Oh, cielos!-luego me atrajo hacía él y me abrazó con fuerza, apretándome contra su cuerpo. Pude oler el aroma de su cabello, una combinación entre sensibilidad y firmeza.
-Joel...-susurré.
-Cielos, _______. Si necesitas llorar, hazlo-siguió apretándome.
-No, Joel es que...
-Nunca pensé que esto fuera posible, ¿pero cómo se le ocurrió decirte eso?.
-¡Joel!-elevé una octava la voz-No voy a llorar-dije y me soltó.
-¿Qué?-me miró confundido.
-Escucha...-me quedé en silencio y luego miré a la casa de enfrente. Era estúpido sentir que me observaban cuando en realidad no había nadie-Vayamos adentro primero, ¿sí?. Necesito sacarme esta ropa.
Joel sólo asintió y abrí la puerta haciéndolo pasar; me siguió hasta mi habitación en donde me cambié de ropa y dejé la otra en el cesto de la ropa sucia que se encontraba vacío, sabía que tenía que lavarla pero la verdad es que no tenía ánimos para eso.
Me senté en mi cama con las piernas cruzadas y Joel se sentó a lado mío.
-Escucha, Joel. No te llamé para que me consolaras por qué Christopher rompió conmigo...-agaché mi cabeza y mi mirada se posó nerviosa en las sábanas, temiendo encontrarme con la expresión que Joel haría enseguida-Lo cierto es que no me siento mal por eso-dije como quien no quiere la cosa-Te llamé por que... me siento culpable.
-¿Culpable? ¿Tú hiciste algo para que Christopher terminara contigo?. No me digas que...-a pesar de que no le estaba viendo el rostro, sabía que sus ojos se habían abierto como platos-¿Richard? ¿Por Richard? ¿Engañaste a Christopher con...
-¡Joel! ¡¿Quieres callarte?!-bufé y lo miré.
Los ojos de Joel me miraron extraños, desconociéndome.
-Escucha...-dije-Me siento culpable por que en el momento en que Christopher terminó conmigo yo pensé en Richard, y eso hizo que no me sintiera mal.
-¿Has tenido algún tipo de comunicación con Richard desde que llegó?.
Bajé la cabeza y mi mirada jugó nerviosa.
-Sí-admití-Por mensaje de texto.
-¿Desde cuándo?.
-Hace como dos semanas.
-¿Christopher se dio cuenta de eso?.
-No.
El silencio me hizo mirar a Joel, temorosa por su expresión; pero su rostro no era el de otra cosa si no el de alguien que estaba analizando todo. Tardó unos segundos antes de volver sus ojos a mí.
-¿Tú estás bien?-preguntó.
-Sí.
-Déjame ver si entendí... ¿me estás diciendo que no te importó que Christopher terminara contigo porque tú quieres a ese?.
-Quizá-quise tragarme de nuevo esa palabra.
Joel me miró y muy adentro de sus ojos pude encontrar la decepción.
-Ya veo-dijo-Estás loca-su acusación no era una broma, el tono serio de su voz era severo.
-Pero, Joel...
-¡No!-me interrumpió-Definitivamente estás loca, o dime que tan torpe eres. ¿No te bastó con que el tipo te arruinara la vida durante tres años?. Ahora le das la oportunidad de nuevo y se la pones en bandeja de plata.
-¡Eso no es cierto, Joel!.
-¡Por favor, _______!. No seas niña, ambos sabemos que así es. Tú le estás dando la oportunidad de que te destroce otra vez y ya empezó a hacerlo, alejó a Christopher de tu vida.
-¡Él no lo alejó! ¡Christopher se fue porque se le acabo el amor!.
-El sol no se tapa con un dedo, _______. No seas ingenua-se levantó de la cama y se dirigió a la puerta.
-Sólo quería que me apoyaras-susurré, cansada de pelear.
Joel se giró y me miró.
-No voy a ser un alcahuete entre él y tú. No voy a brindar apoyo para que tu vida se destroce. Discúlpame, _______.
-¿Eso qué quiere decir? ¿Qué ya no serás mi amigo?.
-Por supuesto que lo seré, pero no voy a apoyarte con esto-se dio la vuelta y salió por la puerta, dejándome allí.
La punzada de dolor que sentí por Christopher había aumentado en forma mínima ahora por Joel, pero seguía siendo muy en lo profundo y podía pasar desapercibida.
Me acosté a dormir, cansada y con la cabeza a punto de explotar. En un día había perdido a mi novio y al parecer también a mi mejor amigo... ¿es que acaso Joel tenía razón?.
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