Capítulo 20-T2

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-Hola, _______, querida-me sonrió aquella señora de cabello liso-¿Cómo estás?.
-Hola, Paty-le sonreí forzando a las comisuras de mis labios a elevarse-¿Está Joel?.
-Claro, nena. Pasa, está arriba en su habitación, ya sabes dónde es-me abrió la puerta y me indicó con un movimiento de cabeza que subiera.
-Gracias.
La madre de Joel me veía como una hija, justo como mis padres veían también a Joel. Él había heredado esa amabilidad de ella.
Subí a las escaleras, recordando cuantas veces las había recorrido de arriba abajo mientras Joel me perseguía para que le diera su oso Teddy, sonreí ante el recuerdo. Llegué al segundo piso, la última de las puertas era su habitación, inhalé profundamente; si quería recuperar mi vida, tenía que recuperar también lo que había en ella. Di un paso y una de las puertas del la derecha se abrió.
-¿_______?-una niña pequeña salió de aquella habitación.
-Hola, Jeraldine-sonreí.
La niña corrió hacía mí y tuve que permanecer en cuclillas para estar a su altura. Sus brazos me rodearon en un tierno abrazo que sólo una niña de ocho años podía dar. Una de sus mejillas rellenas acarició la mía cuando nuestros cuerpos se unieron.
-¿Vienes a jugar conmigo?-preguntó emocionada.
-Hoy no, Jeraldine, perdón. Tengo que hablar con tu hermano.
La niña se despegó de mí y me miró sonriendo.
-Está bien, ¿pero después vendrás a jugar conmigo?.
-Seguro.
-¿Lo prometes?-me alzó su dedo meñique.
-Prometido-uní mi dedo con el suyo.
-¿_______?-la voz de Joel al fondo del corto pasillo me hizo despegar los ojos de la pequeña Jeraldine para mirarle. Me quedé allí, a la altura de Jeraldine, sin saber qué decir o qué hacer-Ve a jugar, Jeraldine-ordenó Joel a su hermana.
La niña se encogió de hombros y besó mi mejilla.
-Adiós, _______-y salió corriendo escaleras abajo.
Me levanté despacio y me quedé mirando a Joel a través de los escasos dos metros y medio de distancia que había entre nosotros.
-Hola-dije tímida.
-Hola-contestó. Conocía esa mirada en Joel, aquel par de ojos que expresaban confusión y miedo a lo desconocido.
Me arme de valor y caminé la distancia entre nosotros hasta llegar a él, este momento era bastante incómodo y la verdad es que no tenía ganas de protagonizarlo; tan sólo quería a mi mejor amigo.
-Quiero hablar contigo-musité.
-Sí, oí que le dijiste a Jeraldine-dijo-Pasa.
Abrió la puerta de su habitación y el azul provino de todos lados, Joel amaba ese color. Una guitarra se recargaba en una de las esquinas de su cama y había un montón de papeles arriba de aquel lecho; junto a su almohada estaba aquel oso Teddy que Joel había conservado desde pequeño. El sonido de la puerta al cerrarse atrajo mi atención de nuevo al rostro de él.
-¿Qué te hizo?-preguntó.
Su rostro seguía igual, con la misma mirada de hace unos momentos. Y aunque su pregunta fue un poco confusa, la entendí a la primera.
-Nada. Él no ha hecho nada-susurré.
-¿Entonces?.
-Sólo... quiero recuperar mi vida, Joel... y tú formas parte de ella. Te extraño-dije con el corazón en la mano.
Los ojos de Joel se abrieron confusos, despiertos; mi respuesta no era la que esperaba.
-¿Qué?-preguntó, medio atolondrado.
-Que quiero a mi mejor amigo de vuelta-dije, fuerte y claro.
-_______...
-Escucha, Joel-le interrumpí-Sé que he estado equivocada y que puedo llegar a ser la persona más apática si me lo propongo; pero tenías razón. Soy terca, y no quería reconocerlo por... orgullo-bajé la cabeza-Quiero a Christopher, lo extraño-una lágrima cayó de mis ojos quebrándome la voz-Aunque ya sea tarde.
-¿Tarde?-inquirió-¿Tarde para qué?-de pronto el entusiasmo saltó a su voz-_______ podemos ir con Christopher y decirle que...
-No-volví a interrumpir-No podemos. Christopher se ha ido-musité y otra lágrima más pesada y llena de dolor recorrió mi mejilla en una rápida carrera.
-¿Se fue? ¿A dónde fue?-su voz ya no era tan alegre como lo había sido hace sólo unos segundos.
-No lo sé-se me quebró la voz-Él no quiere que yo me entere-dije, con todo el dolor que ya no fui capaz de esconder.
Por supuesto que me dolía aquello, me había ganado el odio de un hombre que una vez me amó, pero lo tenía bien merecido. Sabía que le había hecho daño, y por eso, ni yo misma me perdonaba.
Un sollozo ahogado salió de mi pecho. Joel me miró horrorizado, claro, la historia volvía a repetirse. Bueno, la historia no, pero el final era muy parecido. El dolor era casi el mismo, pero esta vez era más intenso.
-Oh Dios-Joel corrió hacía mí y me abrigó en sus brazos.
Y allí estaba yo, llorando sobre el hombro en el que siempre habían caído mis lágrimas; abrigándome en los brazos en los que había buscando refugio desde pequeña; llenando mi nariz con el delicioso aroma del cabello de mi mejor amigo; todo eso había vuelto ahora.
-Joel, perdóname-supliqué-No puedo perderte a ti también-lo aferrè más a mí.
-No me estás perdiendo, _______, y no me perderás nunca. Pero...
-Sé lo que tengo que hacer, Joel-me separé de él, me limpié las lágrimas y le miré.
-Sé que sabes, la verdadera pregunta es; ¿puedes hacerlo?.
-Quiero mi vida como estaba, Joel; cuando él no se encontraba-musité.
Me atrajo de nuevo y me aferró contra su pecho.
-Todo va a salir bien, _______-dijo, mientras me acariciaba el cabello.
-¿Me lo prometes?-farfullé.
-Ya lo verás-musitó.
Aquella hermosa armonía que había encontrado desapareció por un segundo al sonido repiqueteante de mi celular. Tomé el teléfono entre mis manos y miré el nombre. Joel también se percató de el.
-Tengo que irme, Joel-dije, con un nuevo y repentino temblor en mi voz.
-_______...
-Tengo que terminar con esto ahora.
Me sonrió para darme ánimos pero aquel animo no llegó a los ojos, puesto que en ellos había preocupación. Me besó la frente con ternura.
-Ve, sé que puedes-murmuró.
Le sonreí desganada y salí de su habitación, sentía la sensación de que todo iba teniendo cabida en su lugar nuevamente; mi mejor amigo era de nuevo mi mejor amigo; y ahora, como si lo hubiese invocado, Richard me esperaba en el parque cercano a casa y allí era donde yo tenía que sacarme valor y terminar con lo que no empezó.
Mis pasos eran fuertes, decididos y pisaban con vigor el cemento de la acera. Él me esperaba a unos cuantos minutos más y ahora podía desear que nunca volviera a hacerlo. El fiero anhelo de que mi vida volviese a su lugar me daba el valor que un día antes no tenía; la insondable culpabilidad me daba ánimos para decirle que se alejara.
Llegué, no sabía cuántos minutos habían transcurrido, sin embargo me parecían pocos a diferencia del viaje de ida. Lo visualicé a lo lejos, su delgada figura su encontraba reposando en una banca; cuando me acerqué más pude notar que vestía diferente. Llevaba la ropa más limpia y fina que jamás le había visto, me pregunté si venía de alguna fiesta o reunión importante.
Me acerqué y al mirarme me sonrió. Aquellas comisuras elevadas y las líneas a lado de sus labios quisieron descomponer mi cuerpo, pero me restauré de inmediato.
-Hola-su voz resonó en mi cabeza con un eco molesto.
-Hola-dije.
-Siéntate-se levantó y me indicó con una mano que tomara asiento, luego de que lo hice, él se sentó de nuevo-_______, hay algo muy importante que quiero decirte-su labio inferior temblaba levemente.
Esperó a que contestara algo, pero yo no moví la boca ni para decir mu. Èl prosiguió.
-Yo... te quiero, _______.
Sus palabras me tomaron por sorpresa. ¿Me quería? ¿Cómo que me quería? ¿En qué sentido?. Mis ojos se abrieron inevitablemente y todos los órganos vitales dentro de mí se pasmaron.
-¿Qué?-pregunté, aturdida.
-Te quiero-me miró-Sé que en el pasado fui un idiota que te lastimó mucho y me arrepiento; perdón por hacerte sufrir, te pido disculpas. No me había dado cuenta de que yo también me había enamorado de ti.
-Sunny...-murmuré.
-Sunny fue sólo un deslumbramiento, de quien me enamoré fue de ti.
-Richard, es que no...-farfullé pero él me interrumpió.
-Si es porque a Nick o a Lola no les agrado, vámonos.
-¿Qué?-él estaba perdiendo definitivamente la cabeza, y si no me reponía, la mía también podía fallar.
-Sí, vámonos a otro lugar, en donde nadie nos juzgue y nos diga qué tenemos que hacer y qué no. Yo te quiero y quiero estar conmigo.
-¿Qué?-mi tono de incredulidad era casi amargo, pero luego comencé a hablar lentamente-Richard, esperé tantos años a que dijeras algo, ¿y se te ocurre decirlo ahora?. Quise estar contigo, ser yo tu única compañera; siempre estuve allí, día tras día, noche tras noche y tú nunca me viste.
-Pero todavía...
-No, Richard-le interrumpí-Ya no. Ya no te quiero, no de esa forma.
-Pero, _______...
-¡Richard entiende!-bufé, sintiendo las lágrimas al borde de las comisuras de mis ojos-Yo amo a alguien más.
Su rostro se descompuso, sus facciones ya no dibujaban expresiones nerviosas ni tensas, ahora pintaban una máscara triste y las comisuras de sus labios tiraban hacía abajo su boca. Hubo un silencio incómodo y lleno de aire tenso.
-Y... ¿él te ama?-preguntó, volviendo a bajar la mirada.
No dije nada, me llevé una mano al pecho para intentar detener el dolor que se empezaba a acumular allí; y mis dedos sintieron algo frío y fino que colgaba de mi cuello. Sujeté entre las yemas de estos aquel pequeño dije metálico en forma de llave que nunca me había desprendido y los recuerdos hicieron aparición en mi mente de pronto. "Esto demuestra que sólo tú tienes el acceso a mi corazón. La tienes... por siempre y para siempre". La voz de aquel ser al que yo amaba resonó en mi cabeza con aquella melodía dulce que destilaba el tilde de su voz, y todo el cuerpo se me estremeció. Miré a Richard, que aún esperaba mi respuesta.
-Me lo prometió-murmuré, casi en un hilo de voz.
Quería reírme de mí misma en ese momento. ¿Cómo esperaba que Christopher aún me amara después de haberle lastimado?, eso sí que era una locura. Por allí, dentro, muy dentro de mí, existía la esperanza de que él aún sintiera algo por mí. Una lágrima cayó de mis ojos.
-Lo siento-musité.
Él negó con la cabeza.
-No tienes que disculparte por querer a alguien más, _______. Yo soy el que tiene que disculparse aquí; sé que tuve mi oportunidad antes y que no la aproveche-rió, dolido-Qué idiota, ¿no?-miró hacía adelante, frunciendo el ceño-Igual, me dio gusto verte-musitó.
Sus palabras tenían otro significado, algo que me sorprendió deducir demasiado rápido.
-¿Te irás?-pregunté.
Entonces me miró, sus oscuros ojos brillaban con indicios de llanto. A pesar de que podía comportarse como un patán, era tan sensible como un niño de seis años.
Algo dentro de mí se revolvió. ¿Culpa?.
-No tengo a qué quedarme. La verdad es que vine sólo por ti... aunque demasiado tarde-hizo un mohín-Regresaré con mis papás, seguro que quieren que termine la universidad.
-No creo que te atraces tanto.
Soltó una delicada risita.
-Qué ánimos me das, gracias.
Le sonreí, sintiendo como la piel se expandía en la marca que había dejado aquella lágrima que rodó sobre mi mejilla.
-Cuídate mucho, ¿sí?-se acercó y me dio un beso en la mejilla.
Por primera vez pude sentir aquellos labios sobre mí. Esperé por alguna mariposa en mi estómago, pero entonces comprendí que se había acabado todo al sentir solamente el roce de su boca contra mi piel y nada más.
-Igualmente-murmuré.
Se levantó de la banca y me miró por última vez.

Las alas de mi Ángel >Christopher Vélez y Tú< (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora