Capítulo 24

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La sonrisa de todos y el entusiasmo que mostraban hacía que las mejillas de Andrea se tiñeran de un bello color rojo. Me di cuenta de que yo era la única que no celebraba con ellos, así que sonreí y pronuncié un "felicidades" con dificultad.
Aquella situación, no era apropiada para alguien como yo, como me encontraba ahora. Las ganas de salir corriendo se intensificaron a un punto que logré poner las manos sobre la mesa para apoyarme y tomar impulso para largarme, sin embargo no hice nada, sólo fingir que estaba feliz. No es que no me pusiera feliz el hecho de que Andrea y Zabdiel por fin llevaran su relación de amigos, al siguiente nivel. Estaba contenta por ambos, pero no podía fingir más entusiasmo cuando yo moría de desconsuelo por un amor no correspondido.
Terminé mi desayuno casi a la fuerza, el hambre había desaparecido un poco antes de aceptar mi condición, mi "enamoramiento", mi caída.
Me vestí con un pantalón deportivo en tono gris y unos tenis converse del color verde de la blusa que llevaba, conforme pasaba el día, el frío crecía, así que tomé una chaqueta negra que a decir verdad, no era muy abrigadora que digamos. Miré por la ventana, Lola había aceptado hacerme el favor, cosa que en ese instante estaba llevando acabo. Vi cómo la sonrisa de Joel se expandía por su rostro al escuchar las palabras de Lola y como asentía también, emocionado. Ya me había librado de Joel, ya tenía aunque sea un tiempo para mi sola. Miré la hora, el reloj parecía contradecirme, el día pasaba rápido y marcaba las doce del medio día. Esperé en la cabaña a que Joel y Lola se fueran a pasear, así mi fuga sería más fácil. Media hora después ambos ya se encaminaban hacía el sendero, no pude evitar sentirme libre, sólo de cierta forma. Zabdiel y Andrea permanecieron dentro de su cabaña, seguro con la chimenea prendida, el frío había incrementado. Salí de la cabaña y me deslicé hasta la de Joel. Christopher no se encontraba, y aunque mi cabeza gritaba que me alejara, mi corazón preguntaba por él; sin embargo, no me acerqué allí para buscar a Christopher, sino para asegurarme de que no estaba. Necesitaba pañuelos, cosa que yo casi nunca cargaba y que ahora necesitaba más que nunca, conociéndome como era de sensible y teniendo sobre todo una razón para un gran drama. Gracias a Dios, Joel si utilizaba, no salía de su casa sin tener de todo en el bolsillo, o en este caso, en la maleta.
Me introduje a su cabaña, y llegué hasta una de las mesitas de noche del lado de la cama izquierda, abrí el cajón de arriba y en efecto me encontré con un paquetito de pañuelos y lo coloqué en la bolsa de mi chaqueta. Me di la media vuelta para salir pero ni siquiera pude dar un paso, giré de nuevo, posando mi vista en la cama sobre la que Christopher dormía y después, en la mesita que le pertenecía.
Curiosa, abrí el cajón de arriba del mueble de madera; no había nada en particular interesante; sólo un reproductor de música, su celular sin señal y unos audífonos. Lo cerré, decepcionada. Pero aún quedaba el cajón de abajo. Me agaché para abrirlo y me encontré con una libreta roja de medio tamaño, junto con un par de libros. Uno era el primer libro de aquella saga que yo leía y el otro era alguno de William Shakespeare del cual no leí el título.
Tomé la libreta entre mis manos, eso hizo que recordara las libretas verdes que Lola usaba para escribir todo lo que sentía, plasmado una verdadera obra de arte.
Abrí la libreta cautelosamente en una de las páginas de a medias; una letra de trazos largos y en tinta negra se plasmaba en las hojas:
"Estamos sintiendonos vivos otra vez,
Tan profundo como una herida bajo la piel,
Como estar enamorado,
Sólo por miedo a la primera vez;
Quizá estoy equivocado,
Me siento bien, donde pertenezco,
Contigo esta noche
Como estar enamorado por miedo a la primera vez.
11/Nov".
¿11 de Noviembre? ¿Aquella misma noche que habíamos salido? ¿La noche de la cita?. Repentinamente mi memoria era muy buena, recordaba el día y estaba segura de que era esa. Curiosa hojeé de nuevo la libreta:
"Pero estaré allí para siempre,
Tú verás que es mejor,
Todas nuestras esperanzas y sueños
Se volverán realidad
No te decepcionaré,
Estaré allí para ti
Hasta el final,
El final de los tiempos.
Por favor, se mía".
Empecé a leer más en otras páginas:
"No quería decir lo siento
Por romper nuestras diferencias
No quería decir que era mi culpa,
Aunque sabía que lo era".
Y entonces me topé con la letra de aquella hermosa canción que le oí cantar el día anterior, era lo último que había escrito.
Christopher no era sólo una cara bonita, al parecer también tenía talento para escribir.
Hojeé la libreta rápidamente con temor a que alguien apareciera y deseando también leer todos y cada uno de los escritos. Llegué hasta la primera página, la pasta delantera donde al reverso tenía escrito su nombre. Me quedé inmóvil, incapaz de producir pensamiento alguno, completamente aturdida y con la boca ligeramente abierta. En una letra mucho más elaborada resaltaban las palabras: CHRISTOPHER BRYANT VÉLEZ MUÑOZ.

Las alas de mi Ángel >Christopher Vélez y Tú< (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora