Día 2

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—¡Buenos días!—Meg había despertado al fin.

—Buen día, ven, Mouque tiene algo que decirles.

Gedisa esperaba a Meg.

Yo me hice a un lado y caminé hasta el balcón con el teléfono de casa. Revisé mi agenda telefónica y copié el número llamando.

—¡Hey Tom! ¿Qué tal todo?...

—Excelente, de paseo por Múnich.

—Bueno no paseo, ya sabes...

—Sí.

—Necesito un favor tuyo.

—Un helicóptero.

—¿En serio?

—Vale nos vemos en un rato ahí. Adiós.

Colgué la llamada y volví con los demás; que parecían muy atentos al mapa.

—¿Y bien?—Le mire a todos.

—Ya sabemos otro lugar al que iremos.

—Perfecto.

—Vamos Gedisa, debemos alistarnos.

—Suerte chicas.

—Gracias Donna, igual a ustedes.

Mouque y yo solo decidimos salir.

—¿A dónde vamos?

—A vernos con un amigo.

—¿Dónde?

—No está tan lejos.

Subimos al auto, encendiéndolo Mouque me veía.

—¿Qué?

—Nada...

Y arranqué.

*****

Al llegar al café dónde quedé de verme con Tom podía ver aún más su nerviosismo.

Lo dejé caminar al frente. Y él paró esperándome.

—Siempre voy tras de ti.

Reí.

—Y yo de ti.

Me dio un guiño que ignoré por completo. Sólo le alcancé, al estar en el café pude ver a mi amigo a mitad de salón en una mesa de dos, su mayor sorpresa era que venía con alguien más, pero Mouque no tendría problema en quedarse de pie.

—Mira, tienes que cuidar de mi bebé.

Tom me entregaba dudoso un juego de llaves.

Yo ágilmente las tomé, pude sentir su sufrimiento.

—Si no fuera porque te conozco y porque yo mismo te haya enseñado a pilotear helicópteros, no te estaría dando con suma confianza las llaves de uno de mis bebes.

—Lo sé Tom. Te lo agradezco muchísimo.

—Sólo debes ir al establo y afuera está.

—En tu granja, ok.

—Debo irme... Donna.

Ahora era Tom quien me guiñaba.

Mirame, voy tras de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora