Italia

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Era el momento en el que Donna y el resto hicieran su viaje, debían ir por Rosetta, y para Donna repasar el plan ya era un completo fastidio, pero aquí iba ella otra vez. 

—Nos encontraremos con una amiga, vamos a fingir que somos fuerzas especiales del ejército militar de Inglaterra o mejor dicho de la interpol, iremos hasta su cuartel, el cual tendremos rodeado hasta atacar, ya el resto no es necesario recordarlo, ¿O sí?.

—No Donna—Había hablando Meg.

El resto permanecía en silencio mientras abordaban el jet, Donna inspeccionaba en que todo estuviera en orden, de que ningún bolso o maletín faltara, debía estar todo completo, ni nada menos pero si algo más. Al tomar asientos y ajustar cinturones, los motores del jet empezaron a andar y en ese momento ella recordó cuando le enseñó a Mouque como pilotear un helicóptero, la forma en la que las hélices hacían ruedo sabía que ella hacía un gran trabajo con él, recuerdo que fue invadido por un grito de Gedisa. 

—¿Te pica el culo?—Fue la mejor pregunta de Meg, quien estaba sentada a un lado de Gedisa y percibió el grito a claridad. 

—No. Creí que había olvidado algo. 

Donna le veía desde el asiento de atrás mientras negaba. 

—¿¡Niñas por qué no duermen!?—Gritó.

—Gracias, eso pensamos —Respondió Meg. 

Donna ignoró al par de chicas dirigiendo su vista a una sola persona, Mouque, estaba tranquilo viendo por la ventanilla a la nada, tenía su mano entrelazada a la de ella. Y ella estaba cómoda con eso, recostó su cabeza en su hombro y automáticamente el volteó a verle, le rodeó con su brazo y le acarició su cabello dando un beso a su coronilla, recostó su mejilla en su cabeza y cerro sus ojos para así dormir abrazado a ella. 

                              *****

Al llegar se han hospedado en un hotel, la reservación estaba hecha desde semanas antes del viaje, y debían ordenar todo en sus respectivas habitaciones, descansar un poco más y salir al restaurante donde la conocida de Donna les recibiría. Mientras el resto tomaba una siesta, Donna tomaba un baño de agua caliente y espuma, relajándose para tener todo en calma, la puerta del baño se abre, Mouque entra y camina como si nada hacia el inodoro. 

—Estoy aquí.

—Te vi amor, necesito usar el inodoro, me estoy orinando y no puedo aguantar más —Soltó una leve risa y le miró apenado—Disculpa.

—Tranquilo, de eso se trata la confianza, ¿No?

—Sí cariño. ¿Qué tal tu ducha de... Espuma?

—De maravilla, ya saldré, debemos alistarnos. Iremos a cenar, recuerdalo.

—Cierto, con tu permiso iré a arreglarme. 

Donna salió de la tina y Mouque le miró. 

—Eres bellísima —Y así como habló la tomó de la cintura besando su frente.

—Te quiero mucho Mouque—Era de esas veces en la que Donna hablaba con sinceridad.

Ambos en silencio se vistieron, prepararon sus cosas y se vieron con Gedisa y Meg. Quienes también le acompañarán.

  —Al restaurante.

El resto asintió.

*****

Donna veía entre las mesas hasta encontrar a dicha amistad, caminó haciendo resonar sus tacones y llamando la atención de los presentes.  

Mirame, voy tras de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora