Enseñando

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La puerta de la habitación de Mouque se abrió. Parecía que aquél chico no había dormido nada.

—¿Listo?

—¿Para qué?

Donna iba soltándole las abrazaderas.

—Te mostraré mejor las instalaciones... Espero no haya un mal inconveniente...

—¿A qué te refieres?

Ella no le respondió.

—Ahí hay un baño, por si quieres ducharte y en el closet toda tu ropa. Esperaré Afuera.

Salió de la habitación dejándolo sólo.

Se recargó de la pared y empezó a pensar por cada cosa que haría y por dónde comenzaría, debía primero agarrar confianza con Mouque, para después ir al siguiente paso.

—Estoy listo.

—Vamos.

*****

—Este es la habitación de suministro, aquí preparamos y empaquetamos todo tipo de droga, desde marihuana, cocaína, heroína hasta LCD y más.

—¿Todas?—Sus ojos parecían brillar y las chicas a cargo que se encontraban presente lo veían atento, Donna nunca trajo a un chico a conocer las instalaciones.

—La seguridad aquí es de primera, alta tecnología, controlo todos estos paneles desde mi "oficina"—Agregó comillas a la última palabra y señaló los paneles—Desde alarmas, camara y sensores y claro cada uno tiene un código distinto que solo las de este sector conocen, el único código igual es el qué cierra todas las compuertas, ya sabes si hay un grupo de rufianes en esta área ellas o algunas de las que están afuera pueden cerrar las compuertas, una gran barrera de metal tranca el paso hasta acá.

—¿Y cuál es el código?

Ella río junto a las otras chicas que presenciaban la escena. Las cuales callaron cuando la risa de Donna cesó.

—No cariño, aun no.

*****

—Sí tienes hambres este es el comedor, solo te diriges a mis grandes cocineras y ellas te harán un buen platillo de lo que desees.

—Había jurado que cuando te referiste a la sala anterior como "suministro" era de comida.

—No, ¿Cómo crees? Aquí nadie pasa hambre.

—¿Y la seguridad?

—Alarmas, cámaras, y el ingreso por huella dactilar, ya sabes necesito ver quienes vienen a comer y que coman bien, no permito debiluchas en mi camorra.

—¿Y cómo haría yo?

—En un rato vemos, dejame terminar.

Las pocas personas que se encontraban comiendo veían con sorpresa a Donna.

Incluso las cocineras parecían tener antenas parabólicas por orejas.

*****

—Provisiones. Las mejores armas las trafico yo. Siempre cargo unas cuantas encimas, soy una armería ambulante.

Mirame, voy tras de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora