Problemas

97 12 0
                                    

Recibí una llamada de la empresa, todo estaba en perfecto estado hasta en la principal, estaba orgullosa de las chicas pero no les agradecería aún.

Estábamos preparándonos para adentrarnos al bosque, Mouque  dice que es una selva, pero no iba a discutir con él sobre la vegetación de este lugar.

Gedisa estaba con Meg, habían quedado en llevar productos de la empresa a Daniels. Debíamos estudiarlo bien, saber a donde iba, que hacía y que no, con quienes tenia trato, y toda su vida en contra del reloj, no pasaré más de un mes aquí para acabar con ese tipo.

—Donna, memoriza muy bien por donde vamos.

—Claro, a cada paso que damos todo sigue siendo igual.

—He estado colocando ramas cruzadas entre los arboles para guiarnos de regreso.

—Que bien.

—Lo sé.

—Callate y sigue caminando.

Maldita sea el día que le dije a este estúpido para investigar a este tipo. Ya Meg descubrió donde vive, no podemos ir, y lanzarle misiles a esa mierda porque Mouque cree que hay que darle larga a la búsqueda de este imbécil.

Estaba tan molesta y pensaba tantas cosas, que no me había fijado que Mouque estaba viéndome.

—¿Qué coño me miras?

—Estabas casi que congelada y caminando a la nada.

—¿Y qué? ¿Y si la dirección es a dónde voy?

—Bueno... No sé. Sigamos.

—Nunca había durado tanto tiempo para matar a alguien.

Lo que dije fue solo audible para mi, o eso creía.

—Tu eres muy directa y rápida para todo. Yo apenas estoy aprendiendo y de verdad me gustaría acabar con la vida de ese desgraciado, pero si tanto quieres matarlo tú, ve y hazlo, ya Meg te dijo dónde estaba.

—Yo mato a quién quiera, cuándo quiera y dónde quiera a penas me nazca del forro del culo.

—Lindas palabras.

—Tragatelas todas.

Y me giré para regresarme, yo sola iré por Daniels. Todos son unos imbéciles, infuncionales y aprovechadores.

—Donna...

Me tomó del hombro y me volteé sacando mi confiable FIE Titan apuntándole en todo el pecho.

—Donna... No soy yo a quién quieres matar, él lo sospecha todo, y debemos ir con calma.

Poco a poco bajé el arma y volví a guardarla en su lugar.

—Estoy harta. Otra estupidez de tu parte y te vuelo la cabeza.

Respiraba tan forzado que el sólo me veía, iba dando pasos hacia mi, al estar en frente, me abrazó con mucha fuerza y como pudo buscó mis labios con los de él hasta unirlos, ninguno de los 2 hacia movimiento alguno, más yo como pude lo mordí pero éste no me soltó, con mi pie intenté pisarlo o darle rodillazos en la entrepierna pero fue inútil.

Cuándo me soltó, la palma de mi mano golpeó tan fuerte su mejilla que su rostro giró.

—¿¡Eres imbécil o qué!?

Y otra cachetada más, él no se movía.

—¿¡Cómo mierda te atreves!?

Me iba a lanzar encima de él para despedazarlo en medio bosque. Pero volvió a tomarme en sus brazos y esta vez susurro a mi oído.

Mirame, voy tras de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora