Conociéndonos

98 11 5
                                    

Sin darse cuenta eran casi las 9:00 de la mañana, Donna como el resto de los demás estaban muy cansados. Ella no pensaba volver para esa noche, por eso dejó a las chicas encargadas y salió con Mouque hasta su casa, o mejor dicho quinta.

Apenas emprendieron el camino, Mouque no dudó en hablar.

-Cuentame... ¿Qué haremos?

-Ir a mi casa... Nos quedaremos esta noche, mañana volvemos.

Donna veía el camino, no le volteo a ver, sabía que en él se había formado un poco de tensión.

-Esta bien... ¿Y... Qué edad tienes?

Mouque tocaba su cabello, Donna rió ante la pregunta del chico.

-¿¡Es en serio!?

-Sí.

-¿Qué edad tienes tú?

Ella parecía haber ignorado su pregunta.

-Yo pregunté primero pero está bien... Tengo-Mouque lo pensó-¿En qué mes estamos?

El pobre había estado tanto tiempo fuera de lugar que ni sabía a que mes estaban.

-Octubre.

-Bien... Se me había olvidado, yo llevaba la cuenta, pero ya me ubiqué en tiempo y espacio.

Ambos rieron.

-Ya dime.

Mientras Donna esperaba a que el semáforo marcara verde, le golpeó el brazo. Él se quejó.

-No seas exagerado.

-Me dolió... En serio... Tengo 24 años. ¿Y tú?

-24 años también...

-Qué genial. ¿Hace cuánto tiempo tienes en ese puesto?

-3 años.

-¿¡3 años!? ¿Matando, vendiendo y usando a las personas?

-Sí, no pude terminar mi carrera, y púes, tengo sangre fría y estribos por las nubes, eso quiere decir que no los perdería tan fácil. En fin. Me acostumbré desde un principio, no fue para nada difícil, sabía que en cualquier momento me tocaría éste puesto pero nunca pensé que tan joven...

-¿Y tú familia?

-Ellos viviendo su vida, jubilados de todo esto, con muchos millones bajo el brazo.

-Yo no sé nada de mi familia...

-Lo sé.

-No seas así.

-¿Así cómo? Oye tranquilo, apenas acabemos con los otros te prometo que iremos a Niza, Francia. Buscaremos a tu familia hasta debajo de una piedra.

-¿Lo dices en serio?

La cara del chico se iluminó al escuchar esas palabras.

-Claro.

Donna había entrado a una zona, se detuvo frente a un enorme portón.

Un señor salió de la pequeña garita y vio a Donna. Le hizo señas de que podía pasar, el hombre se sorprendió al verla, púes ella no es de ir muy seguido a su verdadero hogar.

Mouque solo veía las gigantescas quintas que había en aquél lugar, de pronto las rejas de una de ellas se fue abriendo y Donna entró con el carro, estacionando el vehículo en frente. Él estaba tan sorprendido.

Bajaron del vehículo y Donna tocó el timbre.

-¿No se supone que es tu casa y tú debes tener las llaves?

Mirame, voy tras de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora