¿Qué somos?

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Mouque se separó un poco viendo a Donna a los ojos.

-He leído, en muchos libros, que las caricias y besos por todo el cuerpo son un buen comienzo... Y que luego cuesta un poco... No lo sé...

Donna hablaba casi en un susurro.

-Solo no te burles.

Ambos rieron un poco.

Volvieron a besarse, Mouque temblaba y rompía el beso desplazándose por la comisura de su labio, por su mejilla, por su barbilla, bajando por su cuello lentamente con cada beso hasta llegar al medio de sus senos, estos no eran grandes, Donna tenía pocos senos cosa que ni uniéndolos borrarían el espacio de separación entre éstas. Él besó todo su pecho y sintió el enorme escalofrío que recorrió el cuerpo de Donna, pensó que lo estaba haciendo bien, que le estaba gustando, no se equivocaba, realmente era algo nuevo para ella, y por supuesto que para él también.

—¿Qué estás esperando?

Donna interrumpió los pensamientos de Mouque.

—Es qué...—Se incorporó arrodillándose, estaba justo en frente de ella, sus manos viajaron por los senos de Donna, bajando a su abdomen y por ultimo llevando en caricias sus manos hasta los muslos de ella, tomándolos con fuerza—Qué hermoso cuerpo tienes.

—Muchas gracias, puedes continuar.

Donna era la clase de mujer que no taparía sus ojos con sus manos por vergüenza alguna, en lo contrario, ella estaba muy orgullosa de su cuerpo y que Mouque le halagara le gustaba mucho más.

Mouque se acercó a ella dándole un corto beso para luego tomar sus muslos con firmeza y separarlos hasta que éstos le rodearan la cadera, estaba pensativo, ¿Cómo lo haría sin parecer un idiota? Sabía lo excitado que estaba, y se avergonzaba cuando rozaba contra la piel de Donna, ella solo veía el techo, estaba más que clara que aquél chico estaba tan nervioso, no como ella, pero si creía que podría desfallecer en ese momento.

Él tomo su pene con una mano, evitando que éste se llegara a mover, no sabía muy bien que hacer, y solo pensaba en que ella no fuera virgen, como él, o eso quería grabarse en su mente. Se acercó muy despacio a ella colocando la punta de su glande en la entrada de su vagina, jamás en su vida había visto que los labios vaginales mayores y menores se hincharán tanto como lo que estaba viendo, sin duda era algo que me gustaba, y su curiosidad fue tan grande que soltó el muslo de la mujer y llevó su mano tocando lo que tanto le llamaba la atención, vaya que sintió tal zona húmeda.

—Ni se te ocurra meterme los dedos, de hacer eso podría hacerlo yo misma si tan solo me gustara, cosa que me da asco.

La piel de Mouque se tensó tanto que empezó a sudar, aún con su otra mano agarrando su pene, logró reaccionar, y trato de ver la cara de Donna, él creía que ella empezaba a aburrirse ahí. Torpemente empujó contra la entrada de su vagina haciendo que Donna ahogara un quejido. Y él no se quedaba atrás

—Disculpa. También me dolió...

—Puedes continuar.

Él se acercó a ella besándola, y con una mano acariciándola, las manos de la chica se mantenían en su nuca, donde podía jalar uno que otro mechón.

Entre el beso, él hacia su mayor esfuerzo y procuraba meter su pene en la vagina de ella de manera lenta, porqué a ella le dolía, a él le dolía, sentía que desgarraban la piel de su miembro y no solo eso, si no que trataba de hacer de ese momento algo "aburrido" muy especial.

Parecía una eternidad para ellos, pero se podía sentir su respiración alterada, sus pulmones iban a par, y entre cortos y largos besos, Mouque embestía a Donna muy lentamente, con miedo a dañarla y dañarse él.

Las piernas de Donna abrazaban las caderas de Mouque, y se movían al mismo tiempo que él entraba y salía de ella. Él aun con cierta incomodidad por su primera vez, no quería decepcionarla, y hacía posible unos buenos movimientos para comenzar de una buena vez por todas lo que tanto habían esperado.

Donna callaba cada gemido, no quería parecer una cualquiera gritando. Él mordía con mucha fuerza su labio inferior, las embestidas por su parte fueron aumentando en velocidad.

—Mo...Mouque —El gemido de Donna al decir su apellido erizó por completo la piel del chico, él besó su cuello y ella le habló en susurro muy cerca de su oreja—No te contengas, los hombres también jadean, dejame escucharte, y tú me escucharas, escucha... Ras... A mi—Era muy difícil para ella callar tales gemidos, y de a poco los convirtió en largos suspiros, Mouque jadeaba muy bajo, podía escuchar sus jadeos en su gruesa voz, el choque que hacían sus cuerpos cuando él la penetraba a ella, los jadeos de ambos y la cama, que de un momento a otro empezó a tener un detalle mínimo de sonido, nada que detuviera a esta pareja de enamorados.

Estaban hechizados, encantados con lo que pasaba en el momento y aunque la felicidad a veces no dura para siempre, ya Mouque sentía que pronto se vendría, reguló sus embestidas hasta sacar su pene completamente de su vagina, la cuál se encontraba dilatada, hinchada y enrojecidas, pero al ver tal cosa quién se enrojeció fue él, de a poco eyaculó hasta salir una gran cantidad de semen, jadeando y viendo caer sobre el abdomen y parte del vientre de ella, su vergüenza aumento hasta el cielo, y ella se rió de lo apenado que estaba el chico, aún tenia esa sensación viva de ese escenario explosivo, su orgasmo tardó un poco más en llegar que Mouque, pero intentó ser discreta, se mordió el labio e intentaba regular su respiración, le había gustado, encantado y fascinado, fue divertido para ella y muy especial también.

—Disculpa...

—No hay de qué preocuparse.

—Buscaré papel para limpiarte.

Donna se reía.

Mouque tenia un cuerpo bastante fornido, y a Donna le encantó pasar sus manos por todas partes.

—Mouque.

—¿Digame?

Se paró en frente de la cama con un rollo de papel higiénico entre sus manos.

—¿Nos bañamos juntos?

Escuchar eso fue como oprimir un botón que abriera sus manos para soltar el papel que tenía en ellas.

Boquiabierto se agachó a recogerlo y se adelantó a limpiar el abdomen de Donna. Una vez terminado, ella se levanta y le da un largo beso al chico, llevándose y haciéndole señas de que le siguiera hasta el baño. Él no se quedó atrás.

Donna lo jaló de la mano haciendo que entrara con ella a la ducha, abrió la regadera y espero que saliera agua tibia para empezar a enjabonar su cuerpo.

—¿Y... Qué somos?

Habló mirando a Mouque, no quería que se volviera tediosa la ducha que tomaban.

—Lo que tú quieras que seamos.

—Necesito un compañero con quién compartir todo.

—¿Alguien que esté siempre contigo?

Dijo restregando el jabón por sus brazos.

—Exacto.

Él no sabia si era muy pronto o no para decirlo.

—¿Y te gustaría ser mi novia?

El agua de la regadera caía sobre ambos. Ella le miraba atenta.

—Sí, ¿A  quién le importa el tiempo de conocidos?

Le tomó por el cuello y le beso, no era el  lugar perfecto ni el adecuado, pero cuando las cosas tienen que pesar, púes tienen que pasar.

*****

Hola, disculpen mis 3 días de ausencia, parte 22 lista, no sé que tan bien haya descrito la escena pero espero les haya agradado <3

Liciibg.

Lucia Biancardi.

Mirame, voy tras de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora