Un perdedor

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Donna al llegar al jet observa que su piloto no está.

—Hola Mabel, ¿Y Jelen?

—No pudo venir Donna, esta y algo mal del estómago, ¿Está lista para abordar?

—Sí Mabel, muchas gracias.

Todos abordaron al jet para despegar.

El regreso fue charla y mucha charla. Sabían perfectamente que Terry era un perdedor, lo último que habían hecho antes de meterlo a quemar fue quitarle todas las prendas y armas que cargaba.

—Ese veneno duró más de lo que esperaba.

Meg soltó de una.

—¿Sí verdad?

Gedisa le siguió.

—Y sí que pesaba ese gordo, puedo apostar que era un barril de whisky.

Todos rieron.

—Sí lo peor que pudo pasar fue borrar la evidencia y las huellas de la limosina y verificar todo con luz ultravioleta y liquido y... Se me olvidó.

Donna se tapó la boca mostrando sorpresa por lo que dijo.

—Y sí que tenía prendas de oro.

—Meg, ese gordo hijo de puto estaba forrado en oro, tenemos dinero con lo que le quitamos. Espero se esté revolcando en el infierno.

—Que mala eres.

—No Gedisa, es verdad.

Donna hablaba con mucha sinceridad.

—¿Chicas?—Mouque llamó la atención de ellas—Hicieron un gran trabajo ayer.

—Tu igual Mouque.

—Yo particularmente hice todo el trabajo, ¿Se imaginan que se hubiesen enterado que fui yo quien lo envenenó?

—No pasaría Meg—Donna le veía incrédula—Además que pésima seguridad. Horrible fue actuar como si esa bola de grasa me importara.

—Del asco, lo que me encantó fue el traje, era muy cómodo. Pero Meg me dio tanta risa cuando botó todo el líquido en el lavamanos y guardaba la botella en su bolso.

—Para luego dármela a mi y quedarmela yo.

Mouque sólo se encogía de hombros.

—¿Que harás con esa botella?

Donna le mira.

—Púes esperar a llegar y botarla por allá, tiene las huellas de Meg y mis huellas.

—Que inteligente.

—Que viaje tan rápido, ¿No?

—Pues sí, quiero tomar algo.

—Tienes razón. Vamos Gedi, Descansemos un rato en el bar del jet.

Éstas se levantaron de su asiento y fueron a la parte de atrás del jet.

—Amor, ya acabamos con 2.

—Si bonito, faltan 2. Esto se merece una gran celebración.

—Cuando lleguemos podemos celebrar.

—Me encanta que seas celoso. Aunque no te acostumbres, no soy de que me armen berrinches, puedo acabar contigo peor de lo que acabaron aquellos 5 chicos.

—Esta bien preciosa, ¿Sabes? Me gustaría aprender a pilotear un jet o un helicóptero.

—Te dije que no te iba a enseñar.

—No te estoy diciendo que me enseñes, puedo pagarle a alguien que conozcas y me enseñe.

—Mouque, te llevaré con el mejor piloto que conozco de todos los tiempos, súper amigo mio, es una rata de pantano pero es la mejor mierda piloteando una de estas naves, hasta aviones, es una locura, lo digo en serio.

—Podría ser, y se acerca un día muy especial también.

—¿Ah sí?

Donna no le prestaba atención a las fechas cuando se trataba de cumpleaños o momentos importantes.

—Claro chiquita, se cumple otro mes más desde que me diste libertad, otro mes dónde sé que no abusan de mi, dónde no me maltratan ni me venden, otro mes a tu lado, que eres la mejor persona que pudo llegar a mi vida a salvarme y llenarme de no bendiciones pero si de amor y libertad, estoy eternamente agradecido contigo, y no espero solo ese día de acerca, también tendremos 2 mes juntos, y puedo sonar muy cursi, pero jamás en mi vida había sentido lo que siento por ti, eres una mujer grandiosa y puedo decir que un ángel que salvó mi vida. Muchas gracias por todo y por más, por lo que vendrá. Por nuestro amor y por seguir juntos como buenos compañeros.

Mouque hablaba tan pausado e inspirado que sus ojos brillaban a tal punto de hacer que los ojos de Donna se llenaran de lágrimas.

—No voy a llorar pero agradezco tus palabras, espero no me falles, no se que más decir, disculpa. Me agarraste desprevenida...

—Tranquila mi amor, te adoro y te quiero muchísimo.

—Y yo a ti.

—Eres grandiosa y te admiro por todo lo que haces, eres la líder, la jefa, la mujer con más poder que he conocido.

Mouque le abraza de manera incómoda por el cinturón en su asiento. Donna le toma las mejillas y le besa desde la frente hasta los labios.

Él estaba muy enamorado de ella y ella experimentaba nuevamente lo que era enamorarse de un chico, él no tenía malas intensiones con ella, mas bien le quería y respetaba como si no hubiera otra persona en el mundo.

*****

Disculpen si el capítulo es corto, pero muchas gracias por haber leído, y espero les haya gustado y hayan disfrutado.

Nos leemos pronto.

Liciibg

Lucía Biancardi.

Mirame, voy tras de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora