Capítulo 14

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Meses después

Estaba sumergida en el cuarto de baño, embriagada del olor fuerte a lavanda y las llamas de las velas era lo único que iluminaba la habitación. Por más que intenté relajarme en la bañera antes de meterme a la cama y dormir, mi celular sonando cada tres minutos tras la puerta no me lo permitió.
Salí a regañadientes envuelta solo en una toalla y contesté el teléfono con tono mas golpeado que el que me hubiera gustado.

—Sam, ¿que pasa?

—Por fin contestas, te he estado llamando.

—Lo noté, créeme —sonreí lacónicamente—. Estaba bañándome.

—Entonces tardas mucho bañándote —reí.

—¿Me llamaste para regañarme o algo parecido?

—Cómo crees —escuché mucho alboroto al fondo—. Tenemos una fiesta en casa de Jake, pero nos faltas tu así que te queremos aquí en quince minutos.
Abrí mucho los ojos. Mi amiga había adaptado el tono mandón de Anna.

—Eso explica la música y los gritos –reí—. Ahora salgo.

—Apúrate —me dijo divertida.

—¡Ya voy!

Me puse un bonito vestido negro que Andy me había dado como regalo esta tarde, dijo que en mis largas piernas luciría hermoso.
Mis padres habían vuelto de un viaje de negocios que les tomó varias semanas apenas hacía unas horas. Por lo que no esperaba encontrarlos despiertos aún.

—¡Vaya! ¿Y ese milagro?
No estaba exagerando, normalmente al llegar de un viaje de negocios, se encerraban en su habitación y no los volvía a ver hasta el otro día.

—Oh Lina, ¿vas a salir? —mi madre, Anna, me regaló una mirada lacónica y volvió a ordenar la despensa.
Había mas de la que necesitábamos tres personas.

—Ire con mis amigos, ya sabes... ¿y todo esto?
Me refería a la despensa, obviamente.

—Juliet y Cynthia nos visitarán.

—¡¿QUÉ?!

—Lina, no grites —siguió acomodando latas en la alacena.

—Pero ¿por qué?
Estaba muy ofendida. Había pocas personas que no toleraba y dos de ellas eran mis primas, Juliet y Cynthia.

—Quieren mudarse a esta ciudad y les ofrecimos hospedaje. Solo un tiempo.

—¡Perfecto! Viviré bajo el mismo techo con ese par de... brujas —espeté y por fin Anna dejó las latas para mirarme.

—Sabes que no me gusta que te expreses así de nadie.

—Me detestan, y yo a ellas —repliqué.

—Puedes darles otra oportunidad. Ellas están emocionadas por verte —continuó con su labor.

—Por verme sufrir —eso salió mas para mi misma que como una réplica—. ¿Cuando llegan? —me apresuré a agregar antes que Anna me sermoneara.

—Mañana.

—¡¿Mañana?! ¿Tan pronto? —mugí.

—¿Qué significan esos gritos? —Carlo hizo su aparición en la cocina. Lo observé notoriamente molesta—. Por su puesto, tu madre ya te dijo que vienen tus primas.

—¡Me odian!

—Ya basta Lina —concluyó Anna—. Mañana iremos por ellas al aeropuerto y se quedarán con nosotros —giré los ojos hasta dejarlos en blanco.

Un amor inesperado [EN EDICIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora