Capítulo 44

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*Con los chicos*

Andy: ¿Jake qué número tiene su casa?

Jake: Es... 245

Sammi: ¿245?

Jake: Si. —la miró.

Sammi: ¡Mensos!! ¡Ya la pasamos! —Andy frenó de golpe y comenzó a conducir de reversa.

Jinxx: ¿No es mejor que te des la vuelta? —se agarraba de una puerta. En serio Andy en una vida pasada tuvo que ser corredor.

Andy: No, no.

CC: Aquí es.

Bajaron inmediatamente del auto.

Andy: ¡Kellin! —gritaba ya su vez golpeaba la puerta.

CC: ¡Abre Quinn! —tocaba el timbre.

Ashley: ¡Kellin Quinn Bostwick más te vale que abras esa puerta! —gritó. Kellin abrió la puerta, en cuanto vio a Andy se le lanzó encima.

Kellin: ¡Eres un sin vergüenza Andrew! ¿¡Cómo te atreves a venir a mi casa después de lo que ocurrió!?

Los chicos se lo quitaron de encima.

Jake: Basta Kellin.

Kellin: ¿Qué es lo que quieren? —preguntó molesto.

Andy: ¿No es obvio? Venimos por __________. ¡__________! —gritó asomándose por la puerta.

Kellin: Ella no está aquí.

Ashley: ¿Cómo que no está?

Kellin: ¿Están sordos? No la veo desde la tarde.

Andy: Dios... —subió a su auto.

Jinxx: ¡Andy espera!

Su petición no sirvió, arrancó enseguida dejándolos atrás.

Kellin: ¿Qué sucede?

Ashley: Es peligroso que _________ esté sola. —caminaron hacia la calle.

Jake: ¡Vámonos!

Kellin Espera. ¿Por qué es peligroso?

Ashley: Juliet le puede hacer daño. —entró al auto.

Kellin: ¡Ahh! —entró a la casa.

*Contigo*

Abrí los ojos con pesadez, estaba mareada, con dolor de cabeza y con un gran dolor en el abdomen. Cuando mi visión fue más clara me di cuenta que estaba en un auto en marcha. Amanda estaba conduciendo, me encontraba detrás de ella y Juliet estaba conmigo en la parte trasera.

Amanda: Hasta que despiertas. —me miró desde el espejo retrovisor.

Tu: Ju... Juliet. ¿Por qué haces esto? —se me cortó la voz.

Juliet: ... Tú me obligaste __________.

Tu: Déjenme ir. Por favor. —pedí con lágrimas en los ojos.

Amanda: Claro, lo que tú pidas. —respondió con sorna.

Todo estaba oscuro, no podía ver nada en la carretera y las luces no ayudaban mucho; había una espesa neblina. No sabía cuánto tiempo había quedado inconsciente o qué hora era. Tal vez ya hasta habíamos salido de la ciudad. Estaba muy asustada.

Tu: ¡Ahaa...! —grité mientras me tomaba el vientre, el dolor me hacía encorvarme.

Amanda: ¡Cállate!

Un amor inesperado [EN EDICIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora