Capítulo 15

62 5 2
                                    

Aparcó el auto frente a mi puerta.
Sentía náuseas y podía notar en el espejo que mi tono de piel bronceado había abandonado mi cuerpo, estaba pálida y claramente que Andy lo notó, me miraba preocupado.

—Amor, puedo entrar contigo.

—¡No! —hablé mas golpeado de lo que hubiera querido—. Quiero decir no, no quiero que te conozcan.

—¿Hay algo de malo conm...

—Por supuesto que no —respondí contúndete—. El problema son ellas.
Andy me miró confundido, y claro que debía estarlo. No entendía nada mi postura ante la presencia de mis primas.
Suspiré fuerte y cerré los ojos.

—Bien, te contaré..., pero abandona al señor celosito cinco minutos —ambos sonreímos sarcásticamente.
«Hace unos años, salí con un chico: Alex, estuvimos juntos cerca de dos años, el tiempo suficiente para..., quererlo.
Como es ahora, mis primas llegaron de visita, aún entonces me llevaba bien con ellas, eran como hermanas para mi —se me escapó una risa burlona—
Cuando conocieron a Alex, fue como si reuniera a  viejos amigos, se llevaban tan bien que pronto me sentí excluida».
«Una tarde salí a caminar y encontré a Juliet, mi prima, y Alex, besándose. Cynthia estaba con ellos, burlándose de lo estúpida que es Lina».
«Los días siguientes fueron peor, mis padres estaban de viaje en el extranjero, tenían la oportunidad perfecta para sacar su verdadera cara; por semanas tuve que lidiar con ellas mofándose de mi sufrimiento, tuve que escuchar múltiples comentarios hirientes. Simplemente estaban orgullosas de lo que habían hecho».

Andy estaba boquiabierto y ofuscado.

—Son unas malditas perras. No creo ni un poco que hayan cambiado y si te conocen..., estoy casi segura que harán lo que sea por hacernos separar.

—En ese caso, lo mejor es que las enfrentemos juntos —besó el dorso de mis manos—. Preciosa, no temas. No van a poder com nosotros.

—Te amo tanto...

—Yo te amo más —me sonrió compasivo—. Y que tipo tan imbécil. ¿Qué pasó con el?

—Lo veía algunas veces, cuando vivía en Chicago. Su padre es socio de mi padre.

—¿Y ya no? —levanté una ceja.

—¿Celoso?

—Si lo soy.
No me dio tiempo de responder porque empezó a besarme tan apasionadamente que me sentí intimidada pero, me encantaba la sensación.
Bajó el tirante de mi blusa para facilitarse acariciar mi piel. Apreté sus mejillas y me di espacio para meter la lengua en su boca. Era algo que a los dos nos comenzaba a excitar.
Pasé a besar y lamer su cuello, echó hacia atrás la cabeza y cerró los ojos, disfrutando de estos.
Oh mi amor...
Comencé a palpar su pierna y me detuve solo unos centímetros antes de llegar a su miembro masculino.
Me reincorporé, había escuchado la puerta abrirse.

—No pares —me dijo jadeante y con los ojos aún cerrados.

—Mierda.

—¿Qué ocurre? —se reincorporó tan rápido que no lo vi venir.

—¿Ves a la chica que esta por allá? –señale con la cabeza.

—Si –alargó.

—Es Cynthia, mi prima menor.
Se trataba de una joven casi de mi misma estatura, de piel lechosa y cabello largo y castaño.

—No entraré hasta que se vaya.

—Preciosa, no creo que se vaya –reímos a mi comentario.

—Mira, ya entró.

Un amor inesperado [EN EDICIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora