Capítulo 17

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¿Pero qué demonios?
Mi habitación estaba peor que como la había encontrado por la tarde: la puerta del vestidor abierta de par en par y mi ropa..., o lo que quedaba de mi ropa, hecha una montaña sobre la cama.
Antes que saliera en busca de Anna, me encontré con ese par de frente detrás mío.

—Son unas... hijas de la... malditas
Carcajearon.

—¿Por qué... husmean mis cosas? –pregunté molesta, intentado no sacarlas de una patada.

—Que delicada eres prima —habló Cynthia.

—De qué te quejas, ¡tienes pura basura! —espetó Juliet con sorna.

–¡Basura! —repuse ofendida—. Creen que pueden entrar a mi habitación y... —noté mi joyería nuevamente expuesta sobre el tocador—. ¿Dónde está?
En el pasado, cuando Juliet me hacía de las suyas, adoptaba una de las miradas más pútridas y maliciosas que había visto nunca.  El mismo fulgor malvado que se asomó en sus ojos me hizo estallar.

—¡¿Juliet, dónde está?! —la zamarré—. ¡DIME DÓNDE ESTÁ!

—¡Hey! —dijo Anna entrando en la habitación—. ¿Por qué gri... ¡Lina!

—Dámelo —le exigí apretando los dientes—. O por Dios, ¡te juro Juliet, que te voy a arrancar el cuero cabelludo!

—¡Basta! —la solté—. ¿Qué está pasando?
Más que una pregunta, era una exigencia.

—¡Oh tía, que bueno que llegas! Lina se volvió fuera de si, y no se que le pasa... yo solo vine a decirle que me alegraba poder estar nuevamente juntas.
La incredulidad en mi cara era en exceso notoria, estaba estupefacta, anonadada.

—¿Qué? —dije al fin de una silencio de diez segundos—. ¡Mira esto! —hice un ademán, mostrándole la ropa hecha montón y entonces noté que también estaba embarrada de una sustancia especialmente espesa y viscosa.

—Yo solo saqué la ropa en mal estado —vió a Anna de la misma manera de cuando se enteró acerca de lo ocurrido con Alex. La sangre me hervía.

—¿Sabes qué? Olvida la ropa, ¡dame el collar Juliet! —Anna evitó que la tomara nuevamente en un zamarreo.

—¿De que hablas Lina? —continuó Anna—. Juliet, ¿tomaste las cosas de Lina?

—¡Claro que lo hizo! Esta tarde, dejé aquí —señalé la blanca superficie del tocador— mi collar, el que me dio Andy. Y sabes lo especial que es para nosotros —miré a Anna.

—Juliet, ¿tomaste el collar? —dijo después de aparentemente analizar la situación por un momento.

—Ni si quiera se de cual habla...

—¡Claro que sabes! Lo viste esta tarde, no me digas que no lo tomaste. Maldita hipócrita malpari...

—¡LINA! ¡No te voy a permitir que le hables así a Juliet! —una sutil sonrisa victoriosa se formó en sus labios.

—¿Y no dirás nada de cómo tienen mi habitación? —le miré ofendida—. Deberías saberlo, pero nunca la tengo en este estado. Tal vez si me conocieras un poco mas, lo entenderías.

Se formó un silencio incómodo. Le di en el clavo.

—Lina, podemos ayudarte a acomodar tu habitación —habló Cynthia por fin.

—No es necesario —respondí sin siquiera mirarla—. Quédense las dos si quieren, yo me voy.

—Ni creas que te irás con Andy nuevamente. Llegamos a un acuerdo por si no lo recuerdas —hice un mohín.

—¿Nuevamente?
Por fin Juliet salió de su papel de víctima.

—Lina dejó la casa un periodo...

Un amor inesperado [EN EDICIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora