Capítulo 21

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02:49 pm.
Abrí los ojos con un terrible dolor de cabeza. Aún estoy mareada y tengo una sed infernal. Bebería del agua del escusado si fuera mi única fuente agua.
Vinieron recuerdos borrosos de la gran borrachera que nos pegamos.
Vi luces, humo, a Jake bailar, unos ojos verdes azulados, y la cara borrosa de nuestro batender.
Cielos... sentía que tenía el corazón en la cabeza.
Me reincorporé con cuidado y vi a Jake, boca abajo en el piso. Me animó. Lucía gracioso.

—Jake... !Jake!

Mmm... Lina. ¿Qué pasó? ¿Dónde estamos? —habló desde el piso, sin moverse un solo centímetro.

—En mi casa, creo... Levántate vámonos.

—Ah... mi cabeza —se reincorporó.

—Oh, ni lo digas... estoy que no aguanto la cabeza. Y además —levanté mi vestido, que después de esa noche, estaría inservible—. Apestamos a alcohol y cigarro.

-—Ni me lo menciones...

—Vámonos de aquí.

—Yo te sigo.

Bajamos las escaleras, atarantados.
Si no tenía ganas de vomitar, ahora si.
Andy, Juliet y Cynthia estaban en la sala, viendo quien sabe qué en la televisión.
Quizás aún tenía algún efecto del alcohol en mi sistema porque nada salió de mi boca y mi único objetivo era salir de casa.

—Vaya... Hasta que bajan —habló Juliet.

–Cállate, víbora —me agarré la cabeza con una mano y cerré los ojos, deseando tener en mi mano una caja de aspirinas... y deseando que Juliet desapareciera de la faz de la Tierra.

— Uy, ¿por qué tan enojada? —rió y la fulminé.

—Vámonos —jalé a Jake en dirección a la puerta.

—Si van con los otros, díganles que arreglen otra habitación en la casa, porque Juliet y Cynthia van a ir —continué dándole la espalda.

—Yo no tengo porqué decirles nada. Si quieres que ellas vayan a TU casa... Ve tú mismo a arreglar una habitación —dije aún caminando, Jake sonrió de lado.

—¡Oye! no seas grosera con nosotros —habló Cynthia.

—Ay... los siento... —fingí afabilidad—. ¿Y quieres que sea amable? —espeté con sorna.

—Pues... si.

—Pues se joden. No lo haré.
Salimos de la casa, dejando a Juliet con las palabras en la boca, a punto de replicar.

— ... ¡Maldición!

— ¿Que ocurre? —le miré y luego observé la solitaria calle.

—Mi auto... Lo dejé en el antro.
Bufé.

—Bien..., aguarda aquí. Iré por las llaves de mi auto.
Era una tarea sencilla.
Siempre las dejaba en la mesita del recibidor, a dos metros de la puerta principal.
Pero no esta vez. Solo había sobre ella una cartera que emanaba el olor de Cynthia y una envoltura de un chocolate.
Si no estaban aquí las llaves, debían estar en el estudio o en mi habitación. Y para llegar a ambos lugares, tenía que pasar si o sí frente a ellos.
Tomé una gran bocanada de aire y caminé al estudio.

—¿Por qué están aquí? —hice mi mayor esfuerzo para sonar como si no me importara. Pero sentía como si un cuchillo me estuviera rasgando la garganta.

—¿A dónde quieres que vayamos? —farfulló Juliet.

—Pues... ¿por qué no se mudan con Andy?

Estúpida, cierra la boca.

Un amor inesperado [EN EDICIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora