Capítulo 3

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Un mes después

Al recostarme  ya lista para dormir, el sueño simplemente había abandonado mi cuerpo. Había tenido una tarde bastante aburrida y abrumadora.
Lo único bueno del día, es que ahora sabía que a Jake le gustaba Salma.

—Vamos Lyn..., ayúdame a conquistarla. Pero por favor no le digas que me guata... espera, ¿yo le gusto?
Me había dicho Jake hacía doce horas.
Resultaba ser, que a Jake le gustaba Salma desde que la conocía, pero no tenía idea de como acercarse a ella.
Según en sus palabras, era una chica difícil de conquistar.
"No cede a mis grandes dotes", dijo después de alzar un brazo, formando noventa grados entre el torso y el codo para mostrarme su gran bíceps.
Solté una carcajada y luego Andy le dio un manotazo en el mismo.
Solo dile que salga contigo —había dicho Andy—, invítala a cenar. No la lleves a los videojuegos.
Una vez más, me solté a reír.
Salma me había contado un poco desanimada que el día que nos presentamos, Jake la había llevado a jugar videojuegos. Un ambiente que a Salma no se le daba en lo absoluto bien.

—¿Si? —dijo Jake—, pues tú deberías hacer lo mismo.

Andy se ruborizó y yo en cambio, me sentí celosa, esta vez no me reí e inconscientemente, fruncí los labios.
Así que había una chica que le gustaba a Andy.
Grandioso.

Oh Lyn, Lyn... ¿crees que Salma me acepte una cita? —había dicho Jake.

—Claro que sí —le respondí sonriente—, le encantaría. ¿Y sabes qué? Llévale unas margaritas, las adora.

—¿A ti qué tipo de flores te gustan Lyn?
Preguntó Jake y después intercambió una mirada de complicidad con Andy.

Sonreí recordando la mañana. Me sentía feliz por ellos, y también por mi misma.
Quizás me estaba haciendo ideas por nada.
Pero soñar no costaba nada.

Tomé mi celular, tenía un nuevo mensaje, de Andy.
Me senté en un segundo, como si eso ayudara a mi comprensión lectora.

«¿Conseguiste terminar aquella tarta de manzana? Quiero mi parte»

Una sonrisa se dibujó en mi cara.

«Tendrás que aguardar. Pd. Está deliciosa»

Era mentira.

Después de que Andy, Jake y yo termináramos de hacer el desayuno para siete personas, tuve que retirarme antes que cualquiera de los chicos llegara.
Un mensaje de Carlo había llegado a mi celular:
«Esta noche cenaremos con los Montgomery, cerraremos el trato mañana. Te necesito en casa en quince minutos»
Apreté la mandíbula, si había algo que detestaba, era precisamente a los Montgomery... bien, no a los señores Montgomery, pero si a su detestable hijo.
Pero al menos, no se había aparecido en la cena. Solo el señor Alonso y la señora Tita. Aunque, aún así fue muy tedioso, pues tuve que lidiar con comentarios como:
"A Alex le habría encantando verte"
"No sé por qué no se reúnen y platican de..., todo"
"No ha conocido a alguien tan buena y de tan buena familia como Lina"
Carlo y Anna parecían encantados. Pues aunque mi relación con él había terminado hacía más de tres años, parecía ser que guardaban la esperanza de que volviera a tener algo con él. Y sospechaba por qué era.
En los últimos años, la firma de los Montgomery había crecido tanto como la nuestra. Y posiblemente creían que una relación más personar con ellos, reforzaría de alguna manera también las relaciones laborales.
Pero ni en sueños.
Jamás le volvería a dirigir la palabra a ese pelmazo.

Un amor inesperado [EN EDICIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora