Capítulo 8

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Un café americano bien caliente y un club sándwich me levantó el ánimo.
Andy me había llevado a un pequeño restaurante muy acogedor que no conocía.
Me había dicho que este lugar era emblemático de la zona; tenía un diseño rústico, las paredes eran de piedra volcánica, lo que le daba un aspecto oscuro, además, había muchas pinturas con títulos como "Nuestro verdadero Hollywood, 1800". Finalmente, el señor que atendía la barra de frutas nos dijo que el lugar llevaba más de cien años operando y además, las personas que lo atendían eran cien por ciento nativas del lugar.
Al salir del establecimiento, Andy condujo el auto a un bello bosque que según nos había contado el cajero de la cafetería, hacía muchos años había sido un gran parque ecológico donde iban cientos de familias a visitar el bello río que aún corría en él, pero ahora era una zona en reserva.

—¿Crees que podamos estar aquí?
Bueno es que al ser una zona de reserva ecológica no creía que fuera tan legal.

—Solo estaremos un momento.
Era como un sueño adolescente, caminaba de la mano con Andy entre el pasto y a lo lejos escuchaba la corriente del río.

—Este lugar es hermoso. –contemplé mis alrededores. El fresco aroma de los árboles y el viento rozando sus copas resultaba excesivamente relajante.

—Te llevaré a mejores lugares. –formó una discreta pero coqueta sonrisa.

—Eres tan lindo.

—Tú lo eres más. –me apegó a él.

—Sabes —hablé después de un dulce beso lleno de ternura— a pesar que no sea taaaanto el tiempo el que llevo aquí, ha sido suficiente para quererte.

—Yo te adoro.
Dicho esas últimas palabras, exploramos el lugar un buen rato siguiendo la contracorriente del río; Andy quería saber dónde comenzaba, lo cual me daba un mucha ternura y gracia.
Pero ahí estaba, caminando de la mano con el chico alto; delgado; de bellos ojos azules y voz ronca.

Después de caminar lo que posiblemente pudieron haber sido dos kilómetros, solo hizo falta que Andy se mantuviera atento al momento que decidiera mirar como andaban mis pies, convirtiendo mi súbita distracción en el momento perfecto para cargarme entre sus brazos.

—¡Andy no!
Sabía lo que se avecinaba.
Yo, en brazos de Andy, a la orilla del río. No pescaría truchas, nadaría con ellas.

—Nos divertiremos. —me dijo efusivamente.

—Me dará frío. –repliqué a la desesperada.
¿De verdad Lina? ¿No se te ocurrió algo mejor? No sé, dile que tienes sinusitis, ¡que eres alérgica al agua!

—Te abrazaré.

Muy bien, así que, ¿así serían las cosas, eh?
Al poner un pie dentro del río, Andy Biersack sabría quién es Lina Michelle Benson.

Luego de bajarme y sentir un escalofrío al tocar el agua helada, no aguardé ni un mísero momento para salpicar a Andy, el cual luchaba por no perder el equilibro gracias a la contracorriente, y además, sin soltar mi cintura, creo que temía que cayera.

—¡Lina! —rió al mismo tiempo que castañeaba.
Me apiadé de él.

—¿No querías mojarme? —reí.

Error.
Andy levantó las cejas y me dedicó una sonrisa traviesa.
Y así comenzó nuestra guerra. Ambos nos salpicábamos, sentía piquetes en las manos cada vez que las sumergía en el agua cristalina.

—Tengo frío. –salí atropelladamente sujetándome de las grandes rocas, las piernas se me entumecían y apenas sentía los dedos.
Andy me colocó su chaqueta por encima de los hombros y enseguida me envolvió en sus brazos.

Un amor inesperado [EN EDICIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora