Capítulo 11

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Caminé con sigilo al recibidor en busca del teléfono.
No solo no estaba, además, el cable estaba cortado.
¿Pero qué demonios?
Me dirigí a la cocina con un ápice de esperanza que aún estuviera el otro teléfono.
Oh, la misma situación.
¿En serio se deshizo de los teléfonos? ¿Quién soy? ¿Una prisionera a la que ya no le permitirá salir ni hablar con absolutamente nadie?

Me voy.

¿De verdad cree que sus absurdos intentos por mantenerme lejos de Andy le servirán?
Valiéndome un carajo mi análisis de como mantenerme sola de hacía solo un rato, entré al vestidor de mi habitación, tomé el primer bolso de gran tamaño que vi y eché dentro varios cambios de ropa y zapatos, luego fui al baño por mis productos de higiene personal y finalmente metí dentro mis identificaciones oficiales y papeles de importancia. Me coloqué ropa cómoda y solo fue cuestión de aguardar un buen rato sin caer en la desesperación, hasta que se hubo hecho un silencio sepulcral tras la puerta del dormitorio principal.

Una vez más bajé las escaleras a hurtadillas y antes de salir de casa, dejé mis llaves sobre la mesita de caoba fina que se encontraba en el recibidor, no las necesitaría más.
Comencé a caminar sobre la acera.
Bien, tenía que comunicarme con Andy, la cuestión era ¿cómo? Nunca había ido a su casa, así que no tenía la menor idea de dónde vivía. Así que, tengo tres opciones.
1. Sammi
2. Salma
3. Jake
Eran los únicos que sabía con exactitud donde vivían y podía llegar sola.
Jake quedó descartado casi al instante.
Hola Jake, ¿adivina qué? Abandoné mi casa y no supe que hacer, así que... ¿me prestas tu auto esta noche?
Reí en mis adentros, claro que no pasaría.
Caminé instintivamente a casa de Jinxx y Sammi, era la más cercana para mi después de la casa de Salma, pero ella tampoco sería a quien visitaría esta noche, no después de como estaba, la situación.
Observé un momento la casa de mis amigos y aguardé un momento antes de llamar a la puerta; lucía tan tranquila y silenciosa que no podía evitar sentir vergüenza, no quería molestarlos. Pero no podía ir a pie al centro a hospedarme en un hotel y no pensaba dormir en el parque. Llamé a la puerta y aguardé pacientemente luego de fijarme que se habían encendido algunas luces.

—¡Lina! ¿Qué haces aquí? —me vi envuelta en los brazos de Sammi, llevaba encima una bata de dormir y sus ojos estaban notoriamente adormilados— Son casi las dos, pasa, debes estar congelándote —se hizo a un lado, dejándome espacio para que pudiera entrar.

—Lo siento Sammi pero no pretendo quedarme. En realidad quiero saber dónde queda la casa de Andy.
Finalmente, era Andy el que me había ofrecido hospedaje hacía solo unas horas.

—¡Cielos Lina! ¿Sales a estas horas para ir con Andy? ¿Acaso quieres darle una sorpresa? —Sammi sonrió confundida y guardé silencio esperando a que continuara—. Andy vive a veinte minutos de aquí, en auto.

—Demonios.

—¿Lina? —llegó Jinxx, despeinado, en pijama y descalzo. Me sentía mal por haberlos levantado, quizás debí aguardar unas horas y salir por la mañana—. ¿Qué haces aquí a esta hora?

—Vino a preguntar dónde vive Andy. —le anunció Sammi mirándome preocupada, como si estuviera gravemente enferma.

—Lo siento, sé que parezco una adolescente alborotada —sonreí entre dientes—. Solo, si pueden darme su dirección y podré irme... —Jinxx sacó la cabeza y miró a ambos lados de la silenciosa calle.

—Nada de eso —me interrumpió—. Yo te llevo. Es mucha la distancia. Además... no trajiste tu auto.

No era momento de explicarles que en realidad me había fugado y que era imposible sacar mi auto en esa casa llena de alarmas sin despertar a mis padres.

Un amor inesperado [EN EDICIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora