Capítulo 5

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A pesar que San Francisco era una ciudad cálida, el otoño podía sentirse a la vuelta de la esquina; hoy había decidido salir por fin de mi cueva llamada hogar para por fin encontrarme con los chicos en casa de Jimxx; su esposa llegaba de viaje y estaba ansiosa por conocerla.

—¡Lina! –Salma besó mi mejilla al recibirme—. ¡Pero mírate! ¡Que guapa estás! —a continuación me hizo dar una vuelta sobre mi propio eje.

En los días que estuve lejos decidí que quería cortar mi cabello castaño hasta los hombros y de hecho a mi también me encantaba el resultado, no tenía que batallar tanto para peinarlo.
Además hoy había decidido usar uno de mis vestidos favoritos; uno con un corte precioso que me llegaba un centímetro arriba de la rodilla, tenía un escote muy abierto en V y era de un color verde esmeralda que resaltaba mi piel bronceada.

—De qué hablas, tu estás igual de guapa. —abracé a mi amiga.

—Pasa, eres la única que faltaba. Creímos que no llegarías, la lluvia está apunto de llegar; Andy estaba a punto de salir a buscarte. —no tuve demasiado tiempo para sentir cosquillas en el estómago.
Al adentrarme a la casa lo primero que captó mi atención fue Ashley parado en la mesita de centro de la sala con una cerveza en mano manteniéndola por lo alto, reí en mis adentros.

—¡Hola chicos!

—¡Lina!

—¡Vaya, mira quién apareció!

—¡Por fin llegas! —escuché las cinco voces masculinas mezcladas que respondían a mi saludo.

Ashley bajó enseguida de la pequeña mesa, dando traspiés acercándose cade vez más.

—¡Lina! —me cargó sobre sus hombros.

—¡Ash bájame! –reí.

—¿Sabes cuánto te hemos extrañado? Que lindo vestido por cierto. —comenzó a girar así que mi instinto fue tomar el vestido para que este no se levantara y mostrara mi trasero a todo mundo.

Todos rieron a excepción de Andy quien se mantenía serio mirando la escena.

—Ashley baja a Lina, le voy presentar a mi hermosa esposa. –anunció Jinxx.

Ashley puso mis pies de vuelta en el piso, acomodé mi cabello emocionada por conocer por fin a la esposa de Jinxx, quien había permanecido los últimos meses de gira por el mundo con su madre.

Entonces vi entrar a una chica delgada de piel blanca como cerámica; de facciones finas; ojos grandes y azules; cabello rojo fluorescente con mechas negras y de sonrisa reluciente.

—¿Sammi? —quedé perpleja.

—¿Lina?—su mirada y el tono de voz empleado lo decía todo. Estaba igual de impresionada que yo— ¡Lina!
Corrimos a alcanzarnos.

—¿Se conocían? —preguntó Jinxx perplejo.

—¡Por supuesto! —le anunció Sammi conmigo en brazos aún— conocí a Lina en aquella tienda de maquillaje cuando fui a Chicago —hablaba al mismo tiempo que mantenía una sonrisa radiante de alegría.

—¡Guaaau! Jamás hubiera imaginado que Lina era la misma persona de la que hablábamos. El mundo es muy pequeño. —Jinxx sonreía aún con una pizca de confusión.

Un amor inesperado [EN EDICIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora