Capítulo 18

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La vibración de mi celular sobre la mesita de noche me hizo despertar.
Gruñí y lo tomé sin siquiera revisar quién intentaba comunicarse conmigo esta vez.

—¿Hola? —dije adormilada.

—¡Lina, tu amigo sigue afuera de mi casa! —me levanté de un golpe.

—¡¿Qué?!

—Lo que escuchaste. ¿Qué hago? Si salgo me va a preguntar por ti —salí de la habitación cuidadosamente, no quería despertar a Andy.

—De acuerdo —suspiré—. Voy para allá.

—¿Y Andy?

—Sigue dormido.

—Pero ¿cómo vas a entrar sin que te vea? Recuerda que "vivimos juntos"

—Entraré por la puerta de atrás.

—Bien, pero apresúrate porque quiero salir.

—Ya no te desesperes, voy para allá.

—No tardes.

—No lo haré, en unos minutos estoy allá.

Colgué y entré a la habitación. Andy ya esta de pie, buscando ropa limpia.

—Despertaste —lo abracé por atrás—. ¿Cómo dormiste? —le hablé con ternura.

—Bien —acarició mis manos—. ¿Con quién hablabas? —pese a que no lo había visto, sabía que había adoptado un semblante serio.

—Andy, no seas celoso —le solté—. Saldré con Salma —grandioso Lina, sigue mintiendo. Me di una bofetada invisible —. Quiere acompañarme a comprar ropa, ya sabes, Juliet arruinó la mía. Así que, haremos día de chicas.

—Lo siento preciosa —sonrió—. Es una estupenda idea, podemos ducharnos y te llevaré después a su casa.

—Uhm, no. No te preocupes, ella pasará por mi.
Un vacío inesperado se apropió de mi. Odiaba mentirle.

—Entonces prepararé el desayuno para que no te atrases —me dio un tierno beso en la frente.
Lo vi salir de la habitación sintiéndome la pero persona del mundo. ¿Cómo podía mentirle así al hombre mas dulce de la historia?
«Vamos..., no es tan malo. En realidad no estás haciendo nada ilegal» dijo una vocecita en mi cabeza. «Si no es ilegal, ¿entonces por qué no le dices la verdad? No es para tanto. Hasta puede que le divierta la situación».
Si claro.
Mi piel aún estaba húmeda y permanecía solo enredada en una toalla. Buscaba el bolso, aquél que había llevado a casa de Andy la primera noche que me fugué de casa. Nunca lo recogí y Andy nunca se molestó en regresármelo.
No estaba por ninguna parte.
Busqué mi bolso en el armario, enredada solo en una toalla. No estaba. 
Normalmente Andy me dejaba preparada mi ropa, ni siquiera tenía que preocuparme por eso cuando estaba con él.
Cuando estaba a punto de ir con el y preguntar por mi ropa (aunque sonara vergonzoso), los engranajes de mi cerebro empezaron a trabajar. Abrí el cajón vecino de donde Andy guardaba sus camisetas y ahí estaba: mi ropa perfectamente doblada y acomodada.
Sonreí.
Me puse un vestido blanco que me llegaba a la mitad de mis muslos, de cuello alto y mangas largas, empezaba a hacer solo un poco de frío. Medias debajo del vestido, botas negras, coloqué un cinturón solo para simular una cintura mas pequeña y tomé el único abrigo que había dejado en casa de Andy: uno de color negro.
Me maquillé solo un poco, estaba lista para salir.
Tomé mi celular y pude apreciar un nuevo mensaje de Jake: «Date prisa». Mugí.

Un amor inesperado [EN EDICIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora