Capítulo 17

16 6 0
                                    

Día 12

Ya era hora de despertar eran las 8:30 de la mañana de un día normal, normal como todos los días que he estado viviendo, solía despertar antes de que el despertador me levantara, pero hoy no era uno de esos días, hoy era distinto, tenía que comenzar otra vez desde cero, otra vez a sobrevivir por un desamor, pero esta vez era distinto, yo me había ilusionado por mi cuenta porque ella ni siquiera me había dado "alas" como para yo tener que ilusionarme como loco, pero por otro lado no sabía si lo que sentía era verdadero, pero no sé si era el 100% de mi corazón el que estaba funcionando, yo creo que esto apenas comenzaba y lo mejor que pudo haber pasado fue detectar mi error a tiempo, le daré su espacio, le dejare de dar motivos por los cuales ella se sienta mal, no me alejare de ella, no ahora.

Por el momento solo dejare que los días pasen, yo con mi promesa de enseñarle un nuevo mundo, es lo único que me queda, solo un propósito tengo, solo uno y es que ella sea feliz, feliz con su prometido, por más que me duela yo sé que así será, ella estará segura de su decisión, hasta entonces yo tendré que borrarla de mi mente, de la parte que estaba empezando a funcionar por ella. Es todo lo que hare sobreviviré, solo por ella, seré fuerte. Le mostrare que no me dejare afectar, le mostrare que ya he superado la idiotez que hice aquella noche, no dejare que ella se dé cuenta de mis sentimientos, si no eso la confundiría, seré fuerte, fuerte durante los 18 días que me quedan a lado de ella.

Comencé a sentirme mejor, estaba liberado de toda culpa, ya me sentía otra vez yo mismo.

Fui con Edward para recoger a Happy, mi preciosa perrita.

Le conté a Edward sobre lo que había pasado y él me comenzó a regañar.

–Hola Edward, vine por Happy. Hola preciosa como te portaste corazón –acariciaba a Happy–.

–Muy bien, mis hijas la adoran, es muy bien portaba ya sabes ella nunca te dará una queja.

–Ya lo sé, por eso es por lo que la amo.

–Bueno cuéntame ¿Cómo te fue?

–Al principio bien. – Pausa, suspiro–

– ¿Pero?

–Todo era perfecto Edward todo

– ¿Pero? – insistió–

–Pero cuando toque sus manos.

– ¿Sí? – se quedó pensando un poco–

–Ella tenía puesto ya un anillo, un anillo de compromiso.

– ¿Y?

–Edward, sabes lo que me pasa. – exclamo extasiado–

–No, pero como veo y siento, sé que te dolió sentir el anillo, lo sé porque te conozco y tú no sabes disimular la tristeza muy bien que digamos.

–Sí, Edward, si me dolió sentir el anillo, pero yo tengo la culpa, por hacerme falsas ilusiones, no sé en qué momento comenzó todo esto. – Bajo la cabeza–

–En el corazón no se manda Eidan, y si, las cosas no son como nosotros queremos, lo único que podemos hacer es solo dejarlas ir eso es todo.

–Tienes razón, lo dejare ir, lo dejare ir -repetí como si de verdad me la hubiera creído.

–Te duele lo de Angélica todavía ¿Verdad?

–Sí, Hermano, sí. – Lo tomo del hombro–

–Vamos – Lo levante y lo lleve con mi familia para que se relajara, lo invitamos a comer, el acepto con gusto, ocultando su tristeza, al parecer él es fuerte, siempre lo ha sido así que no me preocupare más, el saldrá de esta, ya lo hizo una vez lo puede hacer dos, él es un gran hombre, pronto la mujer indicada llegara para él.

–Me agrada estar con ustedes. – le sonrió–

–Y nosotros contigo querido– dijo la esposa de Edward.

–y nosotros contigo – repitió Edward

–Aprecio mucho esto de verdad muchas gracias -En ese momento lo único que pasaba por mi cabeza era todo el daño y la vergüenza que me hice a mí mismo, lo que ella podía pensar de mí en estos momentos ahora me dolía, me avergonzaba, lo único que pensé fue en disculparme inmediatamente, no quiero que sea un perdón normal, no como el de un borracho que gasto el dinero de la comida para su familia en cerveza, no quiero que sea un perdón típico de hombres, no.

Así que me despedí de Edward y su esposa.

–Edward, tengo que pedirle perdón.

– ¿Qué? ¿Acaso estás loco?

–Edward, no lo entiendes.

–Ni lo entenderías. – Dijo la esposa de Edward mientras se rascaba la nariz–

–Sabes que estás loco.

–La locura es la felicidad mí querido amigo.

–Vamos, hazlo– Indicándole que lo que debe de hacer es lo que el corazón le mande, la locura siempre ha estado en él, así que no sería nada raro que se vistiera de payaso y le pidiera perdón, no sería nada raro.

Me despedí de la esposa de Edward y sus hermosas niñas, tome a Happy porque ella seria cómplice de mi disculpa, cómplice como todas las cosas que he hecho en la vida.

Fui a la florería, compre un ramo de rosas, por lo menos con 80 rosas, si, un ramo de rosas enorme compre una caja, le inserte un globo rojo.

Prepare a Happy di un pie dentro del edificio donde ella vivía, me quede esperando. Esperándola, esperando pedirle perdón de la manera más loca que alguien pudiera creer.

Nunca es demasiado tarde para pedir perdón.

La vida con otros ojos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora