Capítulo 29

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Día 20

Los carros y el tráfico de la ciudad es lo que odio que me despierte cada mañana. Hoy es el día 20 no he hablado con Eidan desde aquella vez en el hospital, la verdad no sé qué fue lo que le hice, ¿Acaso me equivoqué en algo?, respirar el aire fresco de la ciudad era un poco agradable, abrí una ventana. Tenía hambre así que me dirigí hacia la cocina, tome la harina para hot cakes y me complací, aunque no falta mucho para la boda, y espero poder entrar en el vestido, hablando de bodas, ya quiero que llegue mi día, aquel día en el que daré el sí y compartiré el resto de mi vida junto al hombre con el cual tengo 3 años de relación. Aún tenía aquella invitación que mande a pedir a las organizadoras, solo que el momento no llegaba aun, no aún.

Después de desayunar, comencé a ver por la ventana la ciudad, aquella ventana era más que eso era, algo así como darme entrada a otra dimensión, como me había enseñado Eidan, poder ver más allá de lo que la vista te brinda, poder ver más allá de lo que puedas imaginar, si, imaginar es bueno, pero vivir las cosas es aún mejor, poco después tome un baño rápido, me puse uno de mis mejores atuendos, un vestido gris casual que me encantaba ponerme, junto con un par de tenis converse blancos, era un atuendo cómodo para mí, simplemente me encantaba, aunque todos me miraran extraño por ponerme un vestido con tenis, no me importaba porque yo ya empezaba a quererme sin importar lo que digan los demás.

Respire profundo, inhalaba aquel aire fresco que entraba por mi ventana, miraba como las cosas eran tan pequeñas desde esta altura, como me había perdido de tanta belleza, solo por pensar en los demás. No disfrutaba mi vida para nada, yo estaba ciega, ciega sin ver lo que en realidad la vida me brindaba, fui una tonta losé, pero poco a poco la vida me va iluminando como si volviera a nacer, como si recordara una formula súper difícil en un examen de matemáticas. Podía ver cómo salía de aquel hoyo negro en el que me encontraba, sí, yo estaba aprendiendo a ver la vida con los ojos de Eidan.

Después de estar observando aquella y hermosa vista, tocaron mi puerta, y era un señor algo así como un guardaespaldas, o más bien con pinta de chofer, era un señor como de cincuenta y tantos años casi pegándole a los 56, me preguntaba que hacia el aquí, que querría, me puse muy nerviosa pero luego pensé seguro lo mando León.

– ¿Buenas tardes, usted es Connie?

¿Tenía que responderle? Sentía un poco de miedo, que tal si era un secuestrador o algo por estilo, así que primero tenía que pensar en una pregunta tan astuta para saber quién lo habría mandado, pensaba y pensaba y nada me llegaba, casi tenía ganas de golpear mi cabeza para que me llegara una buena idea, temblaba de miedo, pero ya me estaba tardando en responder, el sospechara, no sé qué hacer, estoy muy nerviosa, así que simplemente cerré la puerta con fuerza, y corrí hacia la cocina.

Poco después no escuchaba nada, así que me dirigí hacia la puerta con un mazo en la mano, después tocaron de nuevo la puerta –salte de un susto– pregunte ¿Quién?

–Señorita Connie, el carro la está esperando afuera.

–Yo no pedí nada.

–Usted no pero el señor Collins sí.

Y otra vez a adivinar de quien se trataba, acaso dios me castigo poniéndole el mismo apellido a León y a Eidan, o sea no soy adivina para saber quién es el señor Collins. Estaba enojada porque otra vez tenía que jugarle a la suerte para saber quién era el que me había mandado aquel chofer y me había dado el susto de mi vida. Abrí la puerta.

–Buenas tardes señorita, me llamo Franco, y seré el chofer que la llevara a una gran cita. ¿Está segura de que quiere ir así vestida? –La miré de pies a cabeza e hice una mueca–

La vida con otros ojos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora