Capítulo 28

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Día 19

El triste aroma de un Hospital era lo menos que me esperaba al despertar, soñaba con estar muerto de una vez, ¿Para qué seguir viviendo? ¿Para sufrir estando solo? creo que no es una de mis mejores recompensas de la vida, pero lo que, si se es que estaba vivo, vivo, pero solo ¿Acaso esto tiene sentido?, como seguir adelante cuando has perdido lo último, lo último de tu vida ¿Cómo? Acaso podría saberlo, acaso iba a esperar a que la vida me diera una simple respuesta, ¿Para qué esperar? La comida en el Hospital es horrible, es tanto como la comida que sobra en un triste restaurante, escuchar cada minuto pasar camillas y camillas sin poder dormir tranquilo solo 5 minutos, sentir como el suero recorre mis venas, con ganas de tomarlo, y nunca volver a sentir la aguja en mi muñeca, el olor a hospital es algo triste, solo de oler te sientes enfermo. A veces me gustaría solo cerrar los ojos, y dejar de una vez este cruel mundo, pero algo dentro de mí no me ha dejado pensar bien las cosas, es como si aún tuviera un compromiso que hacer, y recordé, recordé aquella promesa, aquella promesa de los 30 días, hoy es el día 19 y lo único que tuve con ese encuentro fue perder muchas cosas, a veces pienso, porque la vida me puso a Connie en mi camino, ¿Acaso...? No, sería una tontería. Pensar una y otra vez en Connie era lo único que me hacía olvidarme de las tragedias, pero recordar que es mi cuñada era aún peor, entonces decidí, ¿Por qué decir la verdad? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Acaso jamás borrare esa pregunta de mi cabeza, acaso tendré que buscar una y otra respuesta para cada porque que me hago al día. Entro un enfermero, se llama Steve, me quito todos los aparatos que tenía en el cuerpo, literalmente me sentía como un robot, pero al sentir como me los quitaban era un tanto de alivio sentir que podía mover la muñeca sin lastimarme.

–Bueno Señor Collins, está dado de alta, en un momento llamaremos a su familiar el Señor Edward.

–Sabía que ese tonto había mentido para poder verme, pero me alegraba por lo menos no era Connie la que vendría por este pobre ciego solitario.

Era la primera vez que maldecía mi vida, la primera vez en que me ofendía, porque todo había cambiado, desde que Happy ya no me podía recibir con un salto en la cama, lamiendo mi cara, rasgando las cobijas para que le diera de comer, aquellos que se llamaban momentos se habían convertido en solo recuerdos, solo en tristes recuerdos felices, que me lastimaban una y otra vez pensando en ella, en esa canina que había cambiado mi vida cuando yo era un niño abandonado, esa canina que me hizo feliz, feliz durante muchos años, sé que algún día todos moriremos pero no sabía que morirse era tan terrible y además tan doloroso, no sabía que morirse implicaba decir adiós para siempre.

Era hora de decir adiós, un adiós para siempre. Fuimos a la veterinaria en donde tenían a Happy. Edward me ayudo a subirme a su coche, mientras el manejaba, yo me sentía aun peor, sentía algo dentro de mí, y era ella, me faltaba ella, y cuando me refiero a ella, es a Connie, necesito estar solo frente a ella sentir como nuestros corazones laten aun estando a una distancia separada, necesitaba decirle que la necesito, que necesito de ella en estos momentos, pero en ese momento abundaba el rencor y el orgullo completamente por todo mi cuerpo.

–Llegamos

–Necesito sentir a Happy, necesito tener el valor para decirle adiós. – Carajo, se siente tan feo–

–Vamos, sé que puedes, eres muy fuerte.

–Edward, ¿A veces no sientes la necesidad de pasar un momento solamente para asimilar las cosas? Para tomar fuerzas y después darle play a lo que tenga que pasar o simplemente adelantar cada momento triste para que simplemente duela menos.

–Aunque pausaras, aunque adelantaras, el dolor que vas a sentir va a ser igual.

– ¿Entonces qué es lo que se puede hacer?

La vida con otros ojos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora