La única oportunidad

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Ryo estaba erguido... la punta de aquella lanza a pocos centímetros de su nariz únicamente causaba el propio miedo del Riolu, mostrándose en sus temblorosas piernas y lagrimosos ojos, pero no evitando el que el mismo dejara de estar de pie delante de su padre.

"D-Detente, por favor... papá" —seguía rogando Ryo entre entristecidos gruñidos, a la par que las lágrimas no tardaron mucho en recorrer sus mejillas una vez que el mismo observó directo al rostro de su padre.

Yoshiro se mantenía estático, su mirada no se desviaba de los ojos del Riolu, a la par que el mismo únicamente fruncía el ceño ante el propio actuar del niño.

Mientras tanto, el hombre que yacía del otro lado de aquel contenedor, aún dentro del propio túnel, lanzaba constantes y desesperados ataques hacia las blancas paredes, todos y cada uno sin claros resultados, pero no deteniéndose ante la propia impotencia y miedo que Ryo tenía al observar tal preocupante escena.

El Riolu apenas y podía mantenerse de pie... su miedo era inenarrable en aquellas circunstancias, sin embargo, únicamente la esperanza que permanecía vigente en su corazón era capaz de otorgarle aquel valor, al pensar que su padre aún se encontraba ahí.

Solo hubo silencio, Ryo sabía que las palabras no funcionarían, sin embargo, imbuido en su propia necesidad de protección por parte de su padre, y como forma de representar su querer, el pequeño Riolu, bajando su cabeza y con ello "esquivando" la punta de aquella lanza que permanecía inamovible...

Simplemente quiso acercarse y dejar caer su frente en el vientre de aquel Zoroark, en búsqueda de consuelo.

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Pero deteniéndose a mitad de camino... cuando, de manera tranquila pero imparable, los dedos de la mano izquierda del Zoroark se posaron sobre su cabeza.

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Los enrojecidos ojos de Ryo se abrieron de golpe luego de aquel contacto; su vista, ahora perdida, se posaba en la nada, a la par que Yoshiro, sin poder reflejarse sus sentimientos a través de su mirada recubierta por aquella blanca aura, apenas y demostraba el propio insulto que aquel pokémon acababa de cometer en su presencia.

¡¿De verdad sigues creyendo que el estúpido de tu padre sigue aquí?! —Del serio rostro del Zoroark, de un momento a otro, las risueñas y lunáticas facciones emergieron, a la par que el mismo  observaba a los ojos impactados del Riolu a su lado, al mismo tiempo en el que un bajo gemido era el que comenzaba a emerger desde la garganta del pequeño pokémon —¡Él y el petulante de Samuru con suerte pudieron estar un par de minutos en este inútil cuerpo! —seguía gritando Yoshiro junto con las pertinentes risas hacia el congelado pokémon —¡Y finalmente vuelvo a resurgir! ¡Yo, Kr...! —las palabras "alegres" y victoriosas se cortaron en el acto, luego de observar como el pequeño Riolu, donde esperaba ver la desesperación y los pertinentes gritos de dolor...

Únicamente los ojos cerrados, ceño fruncido y rostro dolido, se reflejaba.

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Las ilusiones invadieron por completo la consciencia de Ryo una vez que aquel Zoroark insertó su aura dentro de este; el pequeño pokémon ahora yacía inmóvil dentro de aquel oscuro lugar en el cual las horrorosas visiones no tardaron en emerger.

Eterna Voluntad: Los nuevos portadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora