Desquite

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Sus pisadas... para Giratina, solo esto se escuchaba. Simples... pies humanos, postura erguida, Giratina se lo imaginaba a la perfección, a la par que en sus facciones y su cortado exhalar solo podían demostrar ser el resultado del profundo miedo que el pokémon pocas veces había experimentado en su vida.

Los recuerdos de antaño florecían, el pequeño pokémon legendario solo podía caer sentado en la fría tierra, a la par que el cuerpo que había creado no mostraría nunca señales de responder.

"Ya... no es posible detenerlo" —Fueron las únicas frías y rendidas palabras que emergieron en un bajo gruñido de Giratina.

La última pelea que tuvo con su padre en el mundo distorsión... aquel último recurso que había utilizado en aquel entonces nuevamente emergió. Giratina estaba consciente una vez que notó cómo el aura de su padre volvía a concentrarse y modificarse de una manera completamente diferente a la de antes.

El cuerpo desnudo que finalmente comenzaba a alejarse a paso lento de aquel cráter cada vez se acercaba más...

Su piel carecía de cualquier color que pudiera demostrar vida, milenios siendo preservado por el propio legendario pokémon, como un arma de último recurso personal que el propio decidió mantener una vez sucedida la batalla con Krin.

Arceus no desaprovecharía la instancia en el momento en el que este junto con el trío de dragones y Mew modificaron la realidad misma con tal de devolverle a Ryo su familia... Arceus cometería semejante pecado, cegado por el propio dolor de perder a su hijo, no le importaría usar aquella oportunidad para cambiar secretamente otro aspecto de aquella realidad.

Aquel cuerpo que debió haberse consumido bajo tierra tras fallecer su portador, Arceus decidió modificar aquella realidad con tal de evitar esto, sacando deliberadamente aquel único ser aparte de Ryo que había sido capaz de contener su aura.

Su larga cabellera que fácilmente llegaba hasta la base de la espalda resaltaba, más una vez que sus facciones salieron al descubierto, una simple sonrisa emergía, junto con un rostro cuya similitud con la de Ryo era más que obvia, más no era idéntico...

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Aquel... era el cuerpo de Juro.

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Aún con todos los estudios, ni siquiera Arceus lograba comprender la razón de por qué los humanos y los pokémon adquirían un poder completamente diferente cuando sus auras eran fusionadas. Juro y Jin fueron la prueba de ello, aquella habilidad, aunque fuera gracias a la fusión que Arceus maquinó, el aura que emergió de estos no estuvo contemplado.

Aquel... era el poder del estado aural.

Esta vez Jin no estaría en la ecuación... la conexión de este y la de Juro ahora existían en Takeru y Ryo, más las células de Juro seguían siendo capaces de contener el aura de Arceus.

El legendario pokémon había corrompido por completo aquel cuerpo una vez que, al igual que Giratina estaba intentando hacer con Ryo y Takeru, este finalmente fusionara por completo su cuerpo con el de Juro.

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Dos esencias y sus auras fusionadas eran necesarias para despertar tan complicado poder; más cuando lo antinatural fue provocado por el propio Dios pokémon, una singular tangente había nacido contrario a las reglas para despertar "aquello". Las células de un humano y las de un pokémon fueron mezcladas, mientras que únicamente la esencia y aura del propio Arceus tomó su total control.

Eterna Voluntad: Los nuevos portadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora